Capítulo 9

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La discusión con los sanadores se extendió por horas e Izuku estaba agotado; con la cabeza dando vueltas desde la primer pregunta que inició el debate.

Las opiniones estaban divididas, como era de esperarse. 

Algunos consideraban que era imposible que la comida fuera la que estaba contaminada. Argumentaban que, de ser real, todos estarían enfermos para ese punto. Otros la veían como una causa plausible; pero no tenían muchos argumentos para defender su postura y se limitaban a apartar la mirada cuando eran cuestionados.

A Izuku le hicieron decenas de preguntas, muchas para las cuales no tenía una respuesta. Esto solo logró aumentar el malestar del elfo y las dudas de los licántropos.

Explicó su punto una y otra vez, cada vez con menos paciencia y más temor por ser ignorado. Nadie ahí parecía apreciar demasiado su presencia en la junta.

Afortunadamente, el jefe de sanadores pareció tomarse en serio las sospechas de Izuku.

—Creo que vale la pena averiguar más sobre esto. —decidió luego de un rato. A pesar de que no se veían contentos, los otros licántropos se mantuvieron callados. —Dime, Midoriya, ¿qué opciones tenemos?

Izuku levantó la cabeza. Sus sienes punzaban.

—Oh- uhm... bueno, el tratamiento que conozco se hace diluyendo polvo de flor de azufre en agua. —comenzó a explicar, jugueteando con sus dedos. —Pero... me temo que esa planta crece solo en climas cálidos.

Un audible gruñido se dejó oír entre los otros sanadores.

—Las propiedades de esa planta tienen que estar presentes en otra que podamos encontrar. —trató de calmarlos, pero los licántropos ya estaban demasiado inquietos, murmurando entre ellos.

—¿Qué propiedades?

—Una alta composición de azufre.

—¿Azufre? —preguntó alguien más.

—Se da en cítricos, en nueces o en ciertas zonas con altas concentraciones de minerales en el suelo.

—Chico. —lo llamó el jefe de sanadores, visiblemente cansado. —No tenemos eso aquí.

Izuku cerró la boca y apretó los labios.

—¿Qué haremos? —preguntó una sanadora, pálida y delgada.

—Le pediré al alfa que envíe a más cazadores a traer lo que necesitamos. —suspiró el hombre, aún sentado a la cabecera de la mesa. —No estará contento, pero es todo lo que podemos hacer. ¿Puedes darme una lista, Midoriya?

—S-si... haré una.

—Les tomará días ir y venir. —añadió un sanador más. —La luna llena es en tres días. Los que han estado enfermos más tiempo no podrán resistir.

—Tendremos que prepararnos para más muertes. —comentó alguien más.

—¿Qué hay de los cachorros? —preguntó otra mujer.

El silencio que cayó sobre ellos fue asfixiante. Izuku se sintió angustiado al pensar en los niños, que seguían en su habitación, confiando en que iban a ayudarlos.

—Terminamos. —zanjó el jefe de sanadores. El elfo frunció el ceño, sus puños apretándose a los costados de su cuerpo.

—Podemos mantenerlos estables con cúrcuma. —propuso Izuku cuando todos comenzaron a levantarse de sus asientos. —Es menos potente que lo que necesitamos, pero aun así puede ser de ayuda para reducir el riesgo.

Respiro; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora