Capítulo 7

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Hola de nuevo! Antes de comenzar el capítulo, vengo a hacer un comentario<3

A partir de este cap, la historia va a comenzar a dar respuestas a las preguntas que se han estado planteando anteriormente y ya que lo que viene es el final del primer arco de esta historia, he estado considerando comenzar a actualizar los martes también. Me emociona que conozcan lo que viene y no quisiera mantenerlas esperando tanto tiempo.

¿Les gusta la idea? ¡Déjenmelo saber con sus votos y comentarios!

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Apenas un par de horas después de que estuvieran de vuelta en Sekoto, alguien llamó a la puerta de la cabaña del cenizo.

Izuku, que ya estaba trabajando arduamente en sus mezclas de té, saltó en su lugar, sorprendido por el repentino ruido.

Kacchan, que había estado dormitando sobre las pieles que hacían de sofá, gruñó audiblemente, tensándose.

Unos segundos transcurrieron en silencio antes de que el cenizo se levantara de mala gana y avanzara con pasos pesados hasta la puerta.

Izuku lo vio abrirla y después asomarse fuera. Escuchó el murmullo ininteligible de su voz ronca antes de que la puerta se abriera de nuevo y esta vez entrara Ashido, llevando una canasta que parecía pesada.

La mujer entró en la estancia con visible incomodidad y miró alrededor del espacio antes de toparse con Izuku. Sus ojos se abrieron por la sorpresa antes de que lograra reponerse y le ofreciera una sonrisa mucho más relajada.

—¿Por qué no le dijiste que estabas ocupada? —preguntó Kacchan, tomando la canasta de las manos de Ashido y comenzando a caminar hacia la cocina, en donde la colocó. El aroma fácilmente reconocible de la comida de Sekoto llamó la atención de Izuku.

—Que tu puedas responderle al alfa como si fuera tu amigo no significa que todos podamos hacerlo, Bakugo. —razonó ella, acercándose y recargándose contra la mesa. —Está bien, es bueno verlos de nuevo. Estoy segura de que su viaje fue difícil, espero que mi comida los ayude.

Izuku le sonrió, agradecido. Ella le regresó la sonrisa con ganas.

Kacchan sacó la comida de la canasta y sirvió para los tres. Se sentaron rodeando la mesa, las plantas de Izuku protegidas a un costado.

Miró la comida que la mujer había llevado. En Sekoto todo lo que se comía era carne. Pocas veces Kacchan había podido conseguirle pan a Izuku e incluso menos veces había logrado llevarle papas o betabeles.

El pecoso no era particularmente adepto a la carne. Siendo un elfo, su dieta siempre se había dirigido más a lo que podía obtener de las plantas del bosque. Claro, comía carne de vez en cuando, pero no en tanta cantidad ni con ese... nivel de preparación.

Los licántropos, al estar estrechamente relacionados con los lobos, eran muy aficionados a la carne cruda o casi cruda. Kacchan, sin embargo, no parecía disfrutar mucho de ella. Cuando cocinaba, se aseguraba de cocerla bien,-tal vez era algo heredado de los humanos que habían convivido con su familia antes del desastre de Kamino todos esos años atrás-. Algo que contrastaba enormemente con la carne que Ashido había llevado y de la cual aún manaba sangre cuando la presionaba con su tenedor de madera.

Escuchó a la amable mujer preguntarle a Kacchan sobre el viaje y a hacer comentarios curiosos del exterior. Izuku se forzó a dar una probada a la carne y después a masticarla y tragarla.

No. La carne definitivamente no era lo suyo.

¿Qué clase de persona podía comerla cruda? ¡Dioses! ¿En qué estaban pensando?

Respiro; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora