Capítulo 12

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Ella se despertó, sintiendo con más hambre, que nunca, en su vida. Durante varios minutos...oyó la tranquila respiración, de él, y de los pájaros, que cantaban fuera de la casa...sonrió. Se ruborizo. Se preguntó de todo lo que habían hecho, en la cama, su marido, y ella. Su marido!! Él, era su marido y valla noche. O mañana nupcial, que habían tenido. Le sonaron, las tripas, del hambre, que tenía. Se levantó, de la cama y se puso una bata blanca, que le quedaba, muy grande. Se dirigió a la cocina, donde encontró té, en el armario. Entonces...encendió, la tetera. Puso dos trozos de pan, en la tostadora, y cuando estuvieron listos, les hunto mantequilla. Una tostada, para cada bebé. Sonriendo abiertamente, agarró, su te. Sus tostadas,..y salió, fuera. Se sentó, en el patio, para ver, como el sol de la tarde, se reflejaba, en la piscina...y en el océano. Se percató, de que estaba sintiendo algo, que jamás, experimentaria. Felicidad! Y una inmensa inexplicable, alegría. Respiró, profundamente. La playa blanca, estaba muy tranquila. Y el océano, parecía extremadamente azul...bajo el intenso sol, brasileño. Pero entonces, oyó el teléfono vibró, dentro de la casa. Vibración que la ponía enferma. Y oyó, la voz de él.
-- Katia??
Su sentimiento de felicidad, se esfumó, como el humo. Agarró, con fuerza, su taza, en la que se estaba tomando, su te. Catia... de nuevo!! Se preguntó, porqué aquella mujer, no podía dejarlo en paz, a él. Ni en su luna, de miel. La humillación, y los celos, se apoderaron, de ella. Miró, las tostadas, pero perdió, el apetito. Se acercó lentamente, a las puertas de cristal, que daban al interior de la casa, para poder oír, lo que decían él.
-- Ciao-- dijo él, a continuación, y se bajó de la cama. Ella, se apartó, a la punta, y trató, de no sentiste herida. Se esforzó, en qué aquello, no le importara. En realidad, nunca ha esperado que él, la amara. Aquel era, un matrimonio de conveniencia...por el bien, de sus bebés. Pero los celos, no le abandonaban. Le dolía tanto, que era imposible, fingir otra cosa. Se preguntó, si sería capaz, de preguntarle, que dejara a sus otras mujeres. Y le fuera, fiel.
--Ah...ahí, estás. Buenos días, mi preciosa esposa. -- añadió, dándole un beso, en la sien. Ella pudo sentir, que estaba tenso, y que estaba tratando, de esconder, sus emociones--hay muchas horas, esta mañana-- comentó él., mirando el océano. Ella, dejó su taza, sobre la mesa. Y les puso las manos, en la espalda, a él. El cual, se giró, para mirarla.
-- Quién es, Katia? -- le preguntó.-- porqué, te telefonea?
-- No quiero, hablar de eso ahora. -- contestó él.
-- Una vez dijisteis, que tú esposa, tenía el derecho de preguntar.
-- Sí-- concedió él-- algún día, te lo contaré. Pero ahora, no.
Ella sintió, como las lágrimas, le brotaban de los ojos.
-- No puedes esperar, de que te, comparta.
-- Querida...
-- No me llames, así. -- espetó ella-- no te atrevas, a insultar, mí inteligencia, fingiendo, que te preocupas, por mí.
-- Me compartiras, Elly. No tienes, otra opción. De la misma manera, en la que yo tampoco tendré, otra opción, más de la que compartirte.
-- Yo, jamás...
-- Con nuestros, hijos. -- interrumpió él.
-- No es, lo mismo.
-- Les daré, tanto a los niños, como, a ti...un buen hogar. Tendrás, a tú disposición, una inmensa fortuna. Y protección, que conlleva, mí apellido. No me pidas, más. Todavía, no.
-- Pero yo soy, tú esposa.
-- Hay algunas cosas, que un hombre, no discute, con su esposa.
Ella, negó con la cabeza. No podía creer, aquello. Se preguntó, porqué él, simplemente no admitía, que no tenía una amante. Y así, peleaban, sus dudas.
-- Quién es, ella?-- exigió saber--es guapa?
-- Esta conversación, se ha terminado--contestó él, con frialdad-- acepta, que tengo, mis secretos.
-- Está bien? -- dijo ella-- guarda, tus secretos.
-- Vístete-- ordenó entonces, él-- tenemos que regresar, a Río, de inmediato.
-- Ahora?? Pero, si acabamos, de llegar!! Nuestra luna, de miel.
-- Nuestra, luna de miel, se ha terminado-- respondió él-- tengo negocios, en Río.
-- Seguro!!
Ella pensó imaginarse, que clase de negocios, eran aquéllos. Se preguntó, que clase de poder, ejercía la tal Katia, sobre él.
-- No quiero, marcharme.
--Nos marchamos, en 5 minutos. Estate, preparada-- ordenó, de nuevo, entrando en la vivienda, sin mirar, atrás. Pocos minutos después, ella estaba vestida, con una amplia camisa blanca. Y unos pantalones, color caqui. Sintiéndose, extremadamente triste, salió de la casa, de la playa, y siguió a su esposo, hacia el helicóptero. Que les esperaba, en lo alto, de un acantilado. Pero repentetiname, le temblaron, las rodillas y se detuvo. Se llevó, una mano, a la boca. Cómo de si alguna manera, llevará escondida, su sufrimiento. El se dió, la vuelta, y se apresuró, a acercarse, a ella.
-- Qué, te ocurre?-- le preguntó-- estás, enferma?
-- Creo...creo que sólo, tengo hambre. Y...sed. Preparé, unas tostadas. Pero no, me las comí.
Él, les dió unas órdenes, a uno de los guardaespaldas. Cuando ella, estuvo sentada, en el asiento de cuero del helicóptero, unas de las empleadas, apareció allí, con un bocadillo de jamón y queso. Una manzana. Y una botella, de agua.
-- Tenga, buen viaje, señora-- dijo.
-- Si sigues teniendo sed, también hay, zumo, y leche-- le informó él, señalandole, un pequeño frigorífico, que había en el helicóptero. -- en esa caja, hay galletas, y patatas. Una vez, lleguemos a casa... a Luisa, le encantará, prepararte, para lo que te apetezca de comer.
-- Gracias-- ofreció ella, observando, como despegada el helicóptero. Durante el breve trayecto, a Río, él estuvo trabajando, con su ordenador portátil. Y contestando llamadas, en su teléfono móvil. Ella se preguntó, cómo él, podía ser amable, en un momento. Y al siguiente, ser tan frío. Se percató, de que sólo, le interesaban, los bebés. Quería que ella estuviera cómoda, por el bien, de los niños. Pero no le,importaba, nada, sus sentimientos. Todas las promesas, que su cuerpo, le había hecho, en la cama. Cada susurro, de amor, que conllevaba, a sus caricias...había sido, mentira. Se terminó, de beber el agua, y de comer, la manzana. Entonces, se echó, para atrás, en el asiento, y se preguntó, de nuevo, por aquella mujer. "Katia!! Qué clase de poder, que podía ejercer, sobre él? Durante el año, que había estado trabajando, para él, había comprendido que era conocido, como el playboy...al qué nadie, había podido cazar. El hombre, que jamás se comprometeria, con ninguna mujer. Katia debía ser,muy bella. Pero...para haberlo capturado de aquella manera, debió de ser, algo más. Debió de ser sofisticada. Elegante. Poderosa. Seguramente, tenía una licenciatura, en empresariales. Hablaría, 5 idiomas. Sería propietaria, de su propia empresa, y viajaría, en su propio avión privado. Y desde luego...sería lo bastante tentadora, en la cama. No como, ella. Que sólo había tenido, dos experiencias sexual, en toda su vida. Ambas, con el mismo hombre. No podía compartir, con una mujer, tan perfecta. Para él...ella era solo, la madre de sus hijos. Y la persona, que ocasionalmente, le calentaba, la cama. Para él...ella solo representaba, una posesión más. Y cómo ya había completado, su toma de poder, sobre ella, se habia aburrido, y se estaba buscado, un nuevo reto. Mientras, que ella...
Al descender el helicóptero, al llegar a Río, ella respiró, profundamente. Estaba enamorada, de él. Se había vuelto, a enamorar, de él. Y le dolía profundamente, como él, volvía a insultatla. Y humillarla, de aquella manera, en el segundo día, de su matrimonio. Todavía estaba temblando, al haberse dado cuenta de todo aquello, cuando aterrizaron, en lo alto del edificio, de las oficinas Serrador. Bajaron a la calle, en el ascensor, y vieron que Guiyermat, estaba esperándolo, en el coche.
-- LeBron-- le ordenó él, al chófer. LeBron? Mientras se dirigían al centro de la ciudad, ella sintió, como le daba un vuelco, el corazón. Él había visitado, aquel lujoso barrio de Río, con anterioridad...durante su viaje de negocios, en febrero. Había cancelado, una reunión, y le había pedido, al chófer, que le llevara, a Rúayolira. Distraída, con todo el papeleo, que tenía que realizar, ella no había prestado mayor atención. Pero en aquel momento...Incluso, él se habia estado viendo, con su otra mujer. Katia! Y se estaba preocupando tanto, por sus sentimientos, que no se molestaba siquiera, por esconderlo. Se le llenaron los ojos, de lágrimas. Cuando llegaron a LeBron se percató, de que todas las casas y tiendas, de la zona, eran nuevas y bonitas. Pero justo, y detrás, de las edificaciones nuevas, las favelas, se agolpaban, en una colina. Y ensombrecia levemente, la belleza de aquel barrio.
-- Estamos aquí, señor--le dijo el chófer a él, una vez detuvo, el coche. En ése momento...él la miró, por primera vez, desde que había salido, de Bahía.
-- Guiyetmet, te llevará a casa.
Ella lo miró, y sintió como el fuego, le quemaba por dentro.
-- No te marches, de ésa manera, por favor-- le suplicó-- no te vayas, con ella.
Él la miró, sin ninguna expresión, reflejada en la cara.
-- Vete a casa, Elly.
A continuación, se bajó del coche, y cerró la puerta tras él. Un chófer, arrancó de nuevo, el vehículo y se unió al tráfico de Río. Ella, se dió la vuelta, y miró por la ventana trasera. Vió como él, subía por unas escaleras, y se detuvo en una brillante puerta roja, de una casa. Una chica preciosa, de pelo castaño, que le sonrió, abiertamente. Lo tomó de la mano, y le hizo entrar, en la vivienda. Una fría cólera, diferente, a todo lo que había sentido, en su vida, se apoderó, de ella. La furia, se coló en sus venas. Y se le congeló, el corazón. Se preguntó, como se había atrevido él, a hacer aquello.
-- Deten, el coche-- le ordenó, al chófer-- detenlo.
--No señora, Elly-- contestó, Guiyetmet.-- el señor, me ordenó, que le llevara a casa.
A ella, le estaba latiendo el corazón, con tanta fuerza, que pensó, que le iba ha explotar, el pecho sin decirle a él, lo que pensaba, de él...y de su, mujezuela. Quizás no fuera ella, la mujer más glamorosa, ni educada, del mundo. Pero no se merecía, que la trarara, como si fuera una bolsa de patatas vacía.
-- Está bien-- espetó ella-- no detengas, el coche.
Mientras el vehículo, todavía movía, abrió, la puerta...gritando. Horrorizado, el chófer, metió el freno en medio del tráfico. Ella se bajó del coche, y se dirigió, a la acera. Jadeando con la cara roja, debido al enfado, que sentía. Se apresuró, a llamar a la misma puerta, que había llamado él. Llama una, dos veces. Entonces, la puerta, se abrió. La misma mujer bella, respondió. Era tan bella. Encantadora. Misteriosa e irresistible. Cómo había temido, ella. Habló cómo él típico acento de la flor y nata británica. Fruncio el ceño, al mirarla.
-- Qué quiere?
-- Tú debes ser, Katia. Dile a Diogo Serrador, que su esposa, está aquí.

Pasión, En Río De Jaineiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora