Julia

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Después de recorrer 4 propiedades en el día, bajo el calor abrazador del caribe Mexicano, lo único que quiero en este momento es llegar a mi casa a descansar, pero en cambio, me dirijo a la oficina a redactar el reporte de las visitas para comenzar con la documentación para el cierre de la venta de la propiedad que le gustó a mi cliente. Por un lado, estoy feliz de que el cierre de la venta de la propiedad haya sido rápido, pero por otro, estoy realmente agotada. Feliz pero agotada.

Llego a la oficina y al bajar de mi camioneta me encuentro con mi amiga Noemi, una morenaza con sonrisa enorme y ojos negros brillantes, de esos que te transmiten alegría al instante. Nos saludamos como de costumbre, con un beso en la mejilla y un abrazo. Ella es mi mejor amiga, confidente y compañera de tragos coquetos y fiesta, niñera cuando se necesita y consejera también. Todo en uno.

- Amiga, te vez jodidisima - Siempre sincera y sin filtros

-Lo estoy. Vengo de dejar a mi cliente en su hotel, estuve con Fausto de arriba para abajo todo el día. Ya no puedo más

-¿Al menos se convenció por alguna propiedad el guapo ese? O solo fue el paseo en balde

-Mañana viene a cerrar trato, por eso estoy aquí, tengo que tener todo listo mañana temprano

-Entonces vamos por una coquita a la tienda, porque yo también voy para largo

Entre chisme, risas y coquita se nos va el resto de la tarde, para cuando me doy cuenta ya son las 7 de la noche. Ambas tenemos que irnos para recoger a nuestros respectivos hijos. Ella va por la pequeña Sofi a casa de su niñera y yo voy por mis dos terremotos, Román de 5 años y Luca de 7 años. Ellos son mis amores, mis motores y también los responsables de que me pinte el pelo cada 3 semanas, con tanta cana que tengo, bien le puedo hacer competencia a la melena blanca de la señora Claus.

Me despido de mi amiga y subo a la camioneta, ajusto el cinturón de seguridad y selecciono una canción de mis favoritas en mi lista de reproducción habitual de Spotify. En el altavoz suena 505 de Arctic Monkeys y como ya estoy en modo relax, subo el volumen a tope, es de las cosas que más disfruto: escuchar mi música a toda caña.

El trayecto es de 20 minutos hasta la casa de Dante, el papá de mis hijos. Con el llevo una relación amistosa. Tiene 6 años que nos divorciamos, los dos años siguientes a nuestra separación fue el mismo infierno, pero ya pasado el tiempo las cosas se fueron suavizando hasta llegar a la relación cordial que tenemos ahora mismo. Es mejor así, la verdad es que nunca me quise imaginar como serian mis próximos 30 años si es que no pudiéramos vernos ni en pintura. Que horror ¡No! Me niego completamente a extender esa situación hostil del inicio 20 o 30 años más. En cambio, con la relación de amistad que tenemos actualmente, la comunicación y acuerdos fluyen en pro de la educación de nuestros hijos y eso es invaluable. Aunque, si soy sincera, muy en el fondo se que el tiene la esperanza de que algún día pudiera darse nuevamente algo entre nosotros, pero en mi caso lo tengo muy claro; ese ciclo lo cerré hace 6 años y ya no hay vuelta atrás. No me veo con el en otro tipo de relación que no sea como amigos y papás de Román y Luca.

Me estacionó y antes de que termine de subir las escaleras hacia el departamento de Dante, mis hijos salen corriendo a recibirme.

-¡Mamá! ¡ya llegaste!

-Hoy tardaste mucho

-Ya vámonos, estamos cansados

Es un gritadero en las escaleras, los dos me bombardean con su preguntas y reclamos del porqué tarde tanto hoy en llegar por ellos, y es que es muy raro que yo no llegue a casa antes de las 5, regularmente voy por ellos a su practica de fútbol después de la escuela, pero hoy fue imposible. De ahí la razón de la lista de reclamos.

-Está bien, está bien. Ya llegué. Hoy fue un día muy complicado en el trabajo, pero ya estoy aquí- Les doy besitos en sus cabecitas, aprovechando que los tengo abrazados a mi.

-Es que te extrañamos mucho, mami - Leo siempre ha sido más cariñoso y meloso conmigo. Es difícil que pase mucho tiempo lejos de mi. A sus 5 los le cayó como bomba la edad de la mamitis.

-¿Estas segura que estabas en el trabajo, mamá? ¿No será que te fuiste con tus amigos de fiesta y por eso llegaste tarde? - Ya salió a flote el lado posesivo y celoso de Luca. El es mi toxiquito, que me cela y al que no le gusta verme con amigos. Esta claro que, lo que nunca le permití a mis novios en cuestión de celos, me lo tengo que aguantar con mi hijo mayor.

-No hijo, estuve trabajando y la verdad es que yo también estoy muy cansada, así que agarren su mochila, despídanse de Papá y vámonos.

Dante se encuentra en el marco de la puerta, apreciando como lidio con la escena de celos de mis hijos. Terminó se subir las escaleras y lo saludo con un beso en la mejilla.

-Te vez cansada

-Lo estoy, ya solo quiero llegar a mi casa a dormir

-Sabes que te puedes quedar aquí siempre que quieras - Y ahí esta la insinuación que lanza cada que puede.

-Te agradezco pero no creo que sea buena idea, a Lucía no creo que le haga mucha gracia saber que tu ex se queda a dormir en tu casa. - Lucía es su novia actual y formal.

-No hay problema por eso, ella entiende

-Querido, ninguna mujer "entiende" esa situación, así que mejor no tientes a la suerte con ella y cuídala que me cae bastante bien - Y es verdad, Lucía es una chica agradable que, por lo que veo, ha embonado bien con la rutina de Dante y mis hijos, veo que está al pendiente de ellos y eso para mi me basta.

Los niños llegan con sus mochilas de la escuela y su carita de cansancio. Nos despedimos y nos vamos hacia nuestra casa que queda a unas cuadras de la de Dante.

Nuestra casa se encuentra en un fraccionamiento privado que cuenta con caseta de vigilancia y alberca privada. Me encanta la seguridad que tiene y lo bonito y limpio que es. Realmente amo el lugar donde vivimos. Nuestra casa es de dos plantas, tiene 3 recamaras. 1 de visitas, la de mis hijos la cual comparten porque nos les gusta dormir separados y la mía, que regularmente es invadida por ellos.

Basta con que abra la puerta de la casa y ellos corren a la ducha, no sin antes dejar una estela de cosas tiradas a su paso. Su mochila queda a medio camino, la ropa queda esparcida por todas partes en su cuarto, menos en donde debe de estar, que es, el cesto de ropa sucia. Cada uno corre a un baño, a ducharse rápidamente en lo que yo preparo algo de cenar rápido.

Ya con más calma término de ponerle la pijama a cada uno, los acuesto a dormir en sus camitas y yo me dirijo al cuarto de baño de mi recamara; preparo la regadera con agua muy caliente, mi cuerpo realmente necesita relajarse con agua que casi quema. Así somos las mujeres, entre más caliente el agua más nos relajamos. Son de esos misterios de mujeres que los hombres aún no descifran y es de las mejores formas de cerrar el día. Por hoy es suficiente de ajetreo, negociaciones y demás, lo único que quiero en este momento es untarme crema en todo el cuerpo, ponerme la pijama y dormir, ya mañana continuaré con la rutina de cada día.

JULIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora