Diarío
Salgo casi corriendo del gimnasio rumbo al desarrollo de Manglar, donde tengo una cita con todo mi equipo, incluyendo a Erik, para comenzar con todo el trabajo del proyecto que tenemos que terminar en tiempo récord. Llevo 30 minutos de retraso, el inconveniente del cambio de maletas con Julia me retrasó bastante pero valió la pena cada puto minuto. Desde que abrí la supuesta bolsa que era mía y saltó a la vista el vibrado color rojo que la amiga le regalo, a juego con el coordinado de lencería, tiene mi cabeza hecha un lío y el miembro duro con la serie de imágenes que mi mente se esmera en recrear con ella, cada una más porno que la anterior.
Pensé que la serie de salto de cuerda me ayudaría a bajar lo caliente que me puso y lo estaba consiguiendo pero todo valió madre cuando entró a la sala de entrenamiento donde la estaba esperando. Parecía una gatita a la expectativa acercándose con pasos lentos y detallando a su presa la cual era yo. Esa manera de recorrerme con la mirada y mojarse los labios con la lengua al detallar la erección que se me marcaba de forma muy evidente en el pantalón de deporte, y que no me preocupé en disimular, sino todo lo contrario; me terminó de poner a mil. Seguí con la serie, no porque quisiera, sino porque era la manera de mantenerme en control para no saltar hacia ella y acorralarla contra la pared para meterle la lengua hasta la campanilla en tanto manoseo y aprieto ese culo delicioso que se carga.
Maldita sea, realmente me quedé con ganas de besarla, y en realidad, aún no se que fue lo que me paso ya que nunca pierdo este tipo de oportunidades con las mujeres. De hecho, cuando me acerqué a darle el beso en la mejilla, mi intención real era besarla, pero lo evité porque sabía que me iba a ser muy difícil no llevar ese contacto al siguiente escalón. En ese momento mis niveles de calentura estaban por los cielos y el beso que le pude haber dado iba a ser todo menos casto y no quiero que salga corriendo. Esta mujer me gusta, pero me da la impresión que, como la gatita que se me imagina que es, a cualquier movimiento brusco, saldrá corriendo y eso es precisamente lo que no quiero. Con ella quiero tener paciencia, quiero ganarme toda su confianza para que me deje estar cerca, obviamente quiero tirármela, pero después de lo que vi hoy, mis expectativas han crecido, ahora no solo quiero acostarme con ella sino que quiero apreciar en primera fila el espectáculo maravilloso que debe ser verla vestida con el coordinado de brasier y mini tanga de hilo dental rosa a juego con las ligas de encaje rodeando sus muslos y, juro por dios, que me encargare de completar ese atuendo adornando sus pies con unos tacones de aguja de infarto para que me lleve a la locura cuando la vea darse placer con ese mentado vibrador.
Julia me gusta, y terminará en mi cama como todas las mujeres que logran llenarme los ojos, solo espero que no sea de las que se enamoran fácil, porque ahí tendremos problemas. Yo no quiero una relación formal, no me interesa, a lo más que llego con una mujer es acostarme tres veces y ya, no más. Nunca cruzo un límite que me he autoimpuesto desde hace 5 años, es una regla personal que me funcionó para salir de la situación emocional en la que caí después de lo que pasó con Elizabeth.
Saber que en pocos días estaré frente a frente con ella, me jode, es una de las personas más despreciables a la que no quisiera volver a ver nunca, pero la vida tiene un sentido del humor, en ocasiones, muy ácido y te pone pruebas culeras para determinar que tanto has aprendido la lección, te manda cosas poco probables y en situaciones claves para ver si aprendiste con la cagada anterior o es necesario repetir la lección. Un ejemplo claro es esto que pasa ahora mismo: ¿Qué probabilidad había de que me tocara trabajar con su empresa, misma que se encuentra hasta el otro extremo del país, habiendo tantos desarrollos en el rumbo? En realidad son muy pocas, pero no se trata de esto, todo tiene que ver con que tan preparado estoy para verle la cara después de 5 años, a ella y a la escoria de su hermano. Así son los métodos de la vida y ni pedo. Lo que toca ahora es pararme firme y demostrar que, aunque me hundieron en la mierda y estuvieron a muy poco de acabarme, ahora estoy de pie, fuerte y con la determinación de que nadie volverá a llevarme a tocar fondo, tal como lo hizo ella y toda su familia. Ahora es mi momento y tendrá que lidiar con eso. Ahora a la que le toca tragar mierda es a ella y de eso me voy a encargar.

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JULIA
RomanceJulia, una mujer de 38 años enfrascada en un rutina diaria muy aburrida y estresante, cosa común para una mujer divorciada y madre soltera. Afortunadamente, tiene un grupo de amigos que la obligan a salir de ese circulo vicioso y aburrido poniéndola...