Julia
Camila cumple su promesa cabalmente. A las 11 am está en la puerta de mi casa con desayuno en mano y con todo listo para enganchar a mis hijos desde el minuto uno. Ellos se van felices de saber que van a un parque acuático. Los despido con besos y abrazos y recordándoles a cada minuto que le hagan caso a su tía.
-No te preocupes, yo me encargo de estos pitufos. Nos vemos mañana en la noche.
Se suben al carro y se van. Regreso al interior de mi casa y veo la hora. Me doy cuenta que la señora Mili está a punto de llegar a hacer el aseo. Decido esperarla en la sala, echada en uno de los sillones y no me doy cuenta que me quedo perdidamente dormida, dos horas después me despierto sobresaltada con ruido que proviene de la cocina. Es la señora Mili que entró sin hacer ruido o si lo hizo yo no me enteré y ya limpio toda la parte de arriba a de la casa.
-¡Ay señora, discúlpeme! Se me cayó esta cuchara y ya la desperté
-No te preocupes Mili. Ya llevaba mucho tiempo dormida, ya era hora de despertar.
-Ya está lista la parte de arriba de la casa, solo me falta aquí abajo y listo
-Tomate todo el tiempo que necesites, Mili. No hay prisa. Yo voy a trabajar un ratito. Ahorita nos vemos
Me subo a mi pequeña oficina y trato de abrir la laptop, pero honestamente no tengo ganas de trabajar el día de hoy. Mi cerebro está apagado y no quiere procesar datos ni números ni lidiar con clientes. Termino por cerrar la laptop y rendirme a las exigencias de esta flojera de infierno, o sea, me dispongo a bajar a la cocina a prepararme un café y subir a ver una película de esas que me encantan cuando de huevonear se trata: maratón de comedia romántica. Y mi recamara es perfecta para disfrutar ese momento. Ya con todo dispuesto, pantalla lista, Netflix, aire acondicionado a 22 °C, un montón de Almohadas a mi alrededor y una taza de café con leche humeante en mi mesita de noche; todo súper acomodado y listo...o eso creí. De repente, tocan a mi puerta, y si de por sí todo era perfecto, Mili pone la cereza perfecta del pastel de mi felicidad asomándose con tremendo trozo de pastel que sobro de la noche anterior. El pastel abarca todo el plato y la sonrisa toda mi cara.
-Mili eres una hermosa persona. Te acabas de ganar el cielo.
-Yo pensé: A ese café le falta algo; y como no le vi muchas ganas de trabajar, pensé: voy a sonsacarla.
-Ven, te comparto un pedacito, súbete un café y vamos a ver la película.
-No señora, como cree. Este es su momento, disfrútelo.
Solo me dejo el paste en mis manos y se fue. Esta mujer me conoce y sabe que si algo disfruto son estos momento en donde puedo desconectarme de todo y solamente centrarme en ver películas o series o incluso leer libros que me hacen divagar en mundos y realidades que no existen pero que ayudan a relajar mi acelerada cabecita. Esta mujer es sabia.
Entre películas, pedicura y manicura pasa toda mi tarde, hasta que llega la hora en que mi estómago pide comida; nuevamente es cuando bajo por un plato de pasta a la cocina y terminando me subo a mi recamara a bañar y después a maquillarme, todo lo hago con calma, al fin y al cabo no llevo prisa de nada, me tomo mi tiempo hasta para decidir que me voy a poner. Quiero algo sexy, pero que me permita bailar toda la noche. Después de probarme varios cambios de ropa, me decido por un vestido negro con pequeños brillitos de tirantes, el cual deja libre la espalda y el escote es coqueto. Se pega a mi figura y termina con dos pequeñas aberturas en las piernas, detalle que lo hace ver seductor, además de que me permite presumir las piernas que tanto me ha costado moldear en el gimnasio. Opto por dejarme el cabello semirecogido, y el maquillaje que uso es poco, solo resaltó con un ahumado de tonos de sombras, delineador y doble capa de rímel mis ojos color caramelo. Realmente es una parte de mi cuerpo que me gusta mucho. Remato con un labial neutro indeleble que delinea mi boca pero da la apariencia de equilibrio en el maquillaje. Al final, la imagen que me devuelve el espejo me encanta, ya que las sandalias de tacón y tiras me suben unos centímetros que hacen toda la diferencia. Realmente me gusta cómo me veo. Justo estoy terminando los últimos toques cuando el timbre de mi casa suena, seguro es Nohemí.

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JULIA
RomanceJulia, una mujer de 38 años enfrascada en un rutina diaria muy aburrida y estresante, cosa común para una mujer divorciada y madre soltera. Afortunadamente, tiene un grupo de amigos que la obligan a salir de ese circulo vicioso y aburrido poniéndola...