Capítulo 22: Sera, la serafin

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Surcaba las alturas, gritando el nombre de Charlie con todas sus fuerzas, buscándola entre el caos causado en el infierno. Conocía a su hija, sabía que era fuerte y podía defenderse sola, pero él no quería que estuviera sola. Era su hija y la amaba, quería estar con ella y cuidarla, no importaba que.

Los gritos de auxilio y agonía lo mareaban, no podía concentrarse en medio de la matanza cruel de los ángeles.

A algunos metros de él se llevaba acabo una escena horrorosa, un niño pequeño llorando con el cuerpo desangrándose de su madre. El pequeño temblaba y se aferraba a su madre, como si no tuviera otra cosa en el mundo.

Frente a él, un ángel con una lanza. Quien la alzó.

Y la sangre no tardó en brotar.

¿Un niño? ¿De verdad? ¿A sí de cruel y despiadado era el cielo? No podía creerlo. Aunque debió hacerlo después del gran diluvio.

De repente, una luz lo encandiló. Retrocedió con un par de aleteos mientras se tallaba los ojos para recuperar la visión. Así fue como pudo notar una celestial figura, la serafín principal y la causante de todo esto. Sera.

Carajo, no tenía tiempo para esto.

—Luzbel, ¿ves lo que haz provocado?

Lucifer rodó los ojos.

—Ese ya no es mi nombre—inicio—. ¡Y no hice nada!

Con una destreza felina, Lucifer esquivó con gracia una deslumbrante ráfaga de luz lanzada por Sera, desatando una danza de destellos en el aire. Sus ojos ardían con determinación mientras se abría paso entre el tumulto, su mente enfocada en encontrar a Charlie.

Sera no tardó en perseguirlo, su corazón latiendo al ritmo frenético de la batalla. Con un movimiento rápido, agarró su tobillo, intentando detener su avance implacable. Con una fuerza aplastante, lo derribó al suelo, arrancándole un grito de agonía a Lucifer que resonó en medio del caos.

Sin darle tregua, Sera se lanzó hacia él con la velocidad de un rayo, pero antes de que pudiera alcanzarlo, una gigantesca esfera de fuego surgió de las manos de Lucifer, envolviendo el campo de batalla en un infernal resplandor.

El estruendo de la batalla resonaba en los confines del universo mientras Sera y Lucifer se enfrentaban con ferocidad. Entre destellos de luz y llamas ardientes, cada movimiento era una danza mortal, un duelo de voluntades y poderes ancestrales.

Sera esquivaba con gracia los ataques de fuego de Lucifer, sus ojos centelleando con determinación. Con un giro ágil, lanzó una lluvia de flechas de luz que cortaban el aire con precisión, obligando a Lucifer a retroceder momentáneamente.

Pero Lucifer no se rendía fácilmente. Con un rugido gutural, desató una tormenta de oscuridad que envolvía a Sera, amenazando con consumirla. Sin embargo, ella se mantuvo firme, invocando la luz interior que la impulsaba.

Sera se abalanzó contra Lucifer, intentando darle un puñetazo que el hombre evito con un empujón. De la punta de su dedo expulso un rayo de energía dorada, que hizo que Sera saliera expulsada por los aires. Repentinamente, la oscuridad lo rodeó. El hombre parpadeó un par de veces, lleno de confusión, miró a su alrededor. Luego hacía arriba. Ahí fue cuando lo vio. Su apariencia se veía grotesca, con sus astas largas y sus dientes puntiagudos, sus dedos afilados y sus hombros agrandados. Del suelo salían largos tentáculos de oscuridad que Alastor estaba usando como medio de transporte para verse más intimidante.

Vaya que funcionaba.

Lucifer abrió la boca de par en par, observando con asombro cómo Alastor se abría paso en dirección a Sera.

Notaba el ceño fruncido de Alastor, lleno de coraje y determinación. Aquel demonio llevaba en sus manos su viejo bastón, el cual alzó en dirección a Sera, uno de los tentaculos fue velozmente hacia ella. Tuvo que saltar rápidamente para salvarse del ataque.

De pie en el suelo, Lucifer miraba a Alastor con sentimientos encontrados. ¿Acaso lo estaba defendiendo? ¿O era el placer morboso que Alastor sentía por la violencia lo que lo invitaba a hacer aquello?

—La Princesa debería estar en los alrededores del barrio caníbal—le dijó Alastor a Lucifer, sin verlo directamente a la cara—. Espero no volver a verlo después de esto... cosa que no creo sea difícil de lograr teniendo en cuenta su estatura—se burló.

Ugh, ojalá mueras—bufó el Rey.

—Lo mismo digo, Lucius.

Lucifer se alejó volando del lugar. Dejándolos atrás.

Desorientada por lo recién ocurrido, Sera posa su mirada sobre el demonio. Los ojos de Sera se abrieron como platos, sus pupilas dilatadas reflejando el terror que se apoderaba de su ser. Su boca se entreabrió en un gesto de sorpresa, pero ningún sonido escapó de ella, atrapada en el abrazo helado del miedo. Su cuerpo temblaba ligeramente, incapaz de procesar completamente la magnitud de lo que estaba presenciando.

—Alistair—murmuró ella sin poder creerlo.

—Alastor, querida—la corrigió con fingida gentileza—. Decidí que, para evitar que se lamentarán por mi caída, les daría la razón.

—¿De qué hablas?—preguntó hostil.

Oh, ¿no lo recuerdas? El día en que caí, cuando dijeron que condenaría a la humanidad tal y como Lucifer lo hizo—explicó casual, mientras jugueteaba con su bastón y se acercaba a ella—. Así que eso hice, para que valiera la pena el castigo.

—No me digas que tú...

—¿Si mate a esos ángeles? ¿Quién pensaste que fue? ¿Lucifer?—rió a carcajadas—Lucifer, Lucifer, Lucifer. Siempre es Lucifer—negó con la cabeza, lleno de desprecio.

—Y-yo... ha-había olvidado que... estabas aquí—murmuró para sí misma.

Escuchar eso fue como un golpe en el estómago. Sintió una fuerte opresión en el pecho que casi lo hace caer del dolor. Apretó con fuerza sus nudillos, mientras entrecerraba sus ojos y miraba con desprecio a la serafín.

👑

Dentro del hogar de Carmine, Charlie y Carmilla tomaban armas de acero celestial por montones, ambas preparándose para la feroz batalla.

Adiós al infierno como la conocían.

Se coloco un cinturón el cual lleno de aras cargadas, tomó una lanza y un escudo. Esta sería la manera en la que se aseguraría de ganar la guerra. Estaba llena de confianza en sí misma, preparada para todo.

Carmilla estaba a unos metros de ella, llenando una bolsa de granadas, armas y demás cosas. Asegurándose de llevar todo lo necesario.

Mientras Dazzle las esperaba a ambas recostado en en el suelo.

Ambas mujeres se vieron, dedicándose una sonrisa de aliento antes de salir.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora