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Invoqué a la chica guapa de mis sueños sin saberlo

Estaba acostumbrado a tener experiencias raras de vez en cuando

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Estaba acostumbrado a tener experiencias raras de vez en cuando. Todo empezó en preescolar cuando una profesora por accidente me puso a hacer la siesta en una cuna en la que se había colado una culebra. O cuando en tercer año, un hombre de un solo ojo me persiguió por un patio. Toda mi vida hasta ahora me había ocurrido algo que ponía los pelos de punta, algo peligroso. No fue así con el sueño de la princesa. 

Puede que no fuera la damisela amable y dulce de los cuentos de hadas, pero no había hecho nada que amenazara mi vida, o eso creo. Puede que ser inducido a su sueño no fuera lo más normal, peor aún saber que se tratará de Hades, el dios de los muertos. «El dios del inframundo, sí. ¿Algún problema?» Perdón, el dios del inframundo.

El caso es que aparecí en el momento menos oportuno. A ella eso no le gusto, a mí tampoco. ¿A quién le gustaría dejar de soñar con la sonrisa cálida de su madre para encontrarse con un melocotón verde en la cara? A mí, no. Fue por eso que no entendía ni cómo ni por qué acabé metido entre árboles rosas.

Asumí que fue mi imaginación hasta que la vi a ella. «Es preciosa.» Una chica alta, de pelo rubio –casi blanco– y largo hasta la cintura como el de las princesas y ojos grises como la niebla de la mañana; vistiendo una túnica marrón, de seda y dos collares, con un dije de corazón cada uno —uno dorado y el otro plateado–. No mentiré, me quedé embobado viéndola hasta sentir rojas mis mejillas.

Supongo que lo desconocido se vuelve agradable cuando supone una chica guapa, aunque después te diga que eres su "golpe colateral". Eso no me gusto. Fui un accidente.  Como sea, no duró mucho el mal humor. Quince minutos después me sacó del sueño... o lo que fuera. Dentro de lo que cabe no me hizo daño o involucró en algo peligroso. Algo muy amable de su parte.

Después de eso, creí que sería algo más en mi vida y lo dejaría ir. Al contrario, al día siguiente, o sea hoy, no dejé de pensar en ella. «¿Siquiera es alguien real?» Dudé mucho de su existencia. Es la primera vez que soñaba con alguien que iba más allá de criaturas extrañas y mi madre. «Quiero volver a verla.» Honestamente, no creí que se repetiría. El mismo accidente nunca se repite, en todo caso, empeora. Mi historial lo puede confirmar.

Y esa lógica me dejó un vacío extraño en el pecho hasta la noche, donde después de soportar a Nancy Bobofit todo el día, no estaba de humor para aparecer, otra vez, entre los árboles rosas. Como pude salía de ahí, llevándome de por medio pinchazos de las ramas y flores por todo el cuerpo. Una vez libre, pateé los restos que había por mis pies. No tuve mucho tiempo solo hasta que llegó la princesa.

— ¡Tú! —gritó. Se estaba acercando a mí y tenía cara de pocos amigos, aunque seguía igual de guapa— He dejado a Mia, preocupada y sola, por tu culpa. ¿Por qué me has traído aquí?

— ¡Podría hacerte la misma pregunta! —no entendía ni una palabra de lo que decía. ¿Por qué me gritaba? ¿Por qué parecía enfadada conmigo? ¿Quién es Mia? ¿Y cómo que yo la he traído aquí?— ¿Has vuelto a fracasar con el ritual?

SUEÑOS SECRETOS || PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora