Distancia

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Era una mañana de miércoles en la tienda de Esencias de la Reina. Carmen ultimaba los detalles para la apertura como cada día, a la espera de la visita de rigor de Doña Marta. Su expresión mostraba preocupación porque Fina no había llegado aún y temía que la superiora volviera a reprender contra ella como ya hizo en semanas anteriores.

- ¿Dónde estará esta chica?- balbuceó la dependienta.

Cinco minutos después, Doña Marta no faltó a su cita y apareció por la puerta con una sonrisa en la cara.

- Buenos días, Carmen.

- Buenos días, Doña Marta.

Tras una ojeada por la tienda y posteriormente el almacén, la sonrisa del rostro de Doña Marta desapareció para sustituirla por un gesto serio.

- ¿Y Fina?- miró su reloj- ¿no debería estar aquí ya?

Antes de que Carmen pudiera articular palabra, Fina apareció visiblemente agitada por la carrera para llegar lo antes posible a su puesto de trabajo, con la esperanza de que Doña Marta no hubiera aparecido aún, pero no tuvo suerte.

- Ya estoy aquí, Doña Marta- dijo jadeando- disculpe el pequeño retraso.

- Aquí no hay pequeños retrasos, llegas diez minutos tarde.

- Lo siento, Doña Marta. Es que a primera hora me tuve que ausentar por...- intentó justificar Fina.

- No me interesan tus excusas. En Esencias de la Reina nos comprometemos con nuestras funciones y llegar puntual al puesto de trabajo, es una de ellas.

- Lo sé, Doña Marta y...- fue interrumpida de nuevo.

- No he acabado. En vista de que llevas varios toques de atención y el tiempo suficiente en la tienda, del inventario de este mes te vas a encargar tú, y lo quiero en mi despacho para mañana por lo que esta noche, al cerrar la tienda, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿entendido?- sentenció sin perder de vista a Fina.

En otras circunstancias, Fina habría visto injusto una vez más el trato tan duro recibido por parte de Doña Marta y no habría dudado en hacérselo saber pero ahora, ya no era capaz.

- Entendido, Doña Marta. No se preocupe, mañana a primera lo tendrá en su mesa.

- Eso espero. Y ahora a trabajar, si necesitáis algo estoy en mi despacho. Buenos días- cogió su bolso y se marchó.

- Descuide, Doña Marta- contestó Carmen, que no entendía lo que acababa de ocurrir- ¿Estás bien?- se preocupó por su amiga.

- Sí, no te preocupes. Bueno cuéntame qué tal tu fin de semana.

Fina no le quiso dar más importancia y se centró en su amiga y su trabajo, pues en ese momento eran sus únicas distracciones. Al llegar la noche, Fina volvió al almacén y visiblemente algo cansada, se dispuso a realizar su tarea, cuando por sorpresa apareció Doña Marta.

- Buenas noches, Fina. Sigue con tu trabajo, simplemente estoy aquí para supervisar.- dijo Doña Marta de carrerilla.

La situación era tensa porque llevaban días sin hablar y la última vez, la conversación no acabó con buenas palabras. Cada una estaba en una punta del almacén, Fina concentrada en su trabajo, Doña Marta sin embargo, estaba intranquila y quería saber si pasó algo en todo este tiempo con Esther, pero no sabía cómo iniciar la conversación.

- ¿Qué tal estos días?- se aventuró Doña Marta.

- ¿Perdón?- respondió sorprendida Fina, no se esperaba que fuera a tener trato amable de nuevo.

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