Fragmento Uno | Coriolanus

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Chapter 01;
"Ya no puedo elegir, borrar las heridas.
Y regresar hacía ti"

(Me Perdí - Thian)

Coriolanus caminaba a paso apresurado tratando de rastrear hasta el último rincón del parque con la mirada. Había bastado medio segundo para que el niño corriera lejos de su alcance y se le perdiera de vista.

Definitivamente esto no era lo suyo. Cada día lo confirmaba un poco más.

De pronto la pequeña cabellera rubia de su hijo destacó a lo lejos y un rápido alivio le invadió el pecho. Aunque él era una persona metódica desde siempre, a veces, su imaginación se escapaba de su control e inventaba escenarios que lo llenaban de ansiedad. 
No era solo una paranoia pensar que tenía enemigos, mientras más ascendía en el poder, más gente iba tras su espalda, pero, traerlo a colación en este pequeño incidente quizá si era una exageración.

Se acercó por fin al sitio dónde el niño compartía banco con un hombre de cabello rizado. Parecía que compartían una charla animada porque escucho risas escaparse de los labios de su hijo.

—Octavius —lo llamó y consiguió la atención de los dos ocupantes del asiento.
—Papá —se levantó de un salto y corrió en su dirección—. No te encontraba.
—Ni yo, jovencito.

La otra persona allí presente también se puso de pie y Coriolanus sintió que el corazón de le detenía en el pecho.

—Sejanus —soltó sin poder apartar la mirada de él.
—Coriolanus —saludó el también, sumamente casual, como si no estuviera pensando en nada.

Traía ropa deportiva y el sudor le brillaba en la frente.

— ¿Cómo sabe tu nombre? —el niño habló directamente con el moreno y este le dedicó una sonrisa.
—Somos...viejos conocidos —contestó con una pizca de nerviosismo colándose en su voz—. Bueno, voy a seguir con mi recorrido, que bueno que tu padre ya está aquí. 

Busco los auriculares que colgaban sobre sus hombros y se dispuso a marcharse sin más.

—Sejanus —repitió apresurado temeroso a que el otro muchacho desapareciera demasiado rápido.

Otra vez, esos enormes ojos marrones lo miraron con total atención.

—Gracias —se aclaró la garganta—, por cuidarlo.
—Oh sí, no es nada. Hasta luego, Coryo.

Se quedó con la mirada congelada en su recorrido hasta que ya había pasado un buen rato desde que había desaparecido. Solamente salió de su ensimismamiento cuándo su hijo le tomo la mano y lo devolvió a la realidad.

—Perdóname papá, no quería alejarme tanto.
—Bien, no le vamos a decir nada de esto a tu madre ¿Si? Va a ser nuestro secreto.
—Bueno —se encogió de hombros como si fuera algo fácil y volvió a fijarse en el camino sin soltar su agarre—. ¿Era amigo tuyo ese señor?

Casi sintió deseos de reírse de aquella denominación. 
Sejanus como un "señor". Conociéndolo como lo conocía, era muy gracioso.

Aunque quizá ya no lo hacía.
Habían pasado muchos años, tendría sentido que Sejanus ya no fuera el chico que él amó alguna vez.

—Si querido, éramos amigos.
—Me agradó —comentó entusiasta—. Tenía la música colgando en sus hombros.

Aquello si consiguió arrancarle una carcajada imposible de contener.
Podría no haberlo comprendido, pero, lo hacía. Sejanus llevaba los cascos pasados, eso era lo que decía el chico.

No fue capaz de apartar el recuerdo de una de sus charlas recurrentes. Sejanus siempre había sido algo anticuado, solía repetírselo a lo que el otro contestaba que "Si algo todavía servía, no tenía sentido cambiarlo"
Se preguntaba si pensaba que eso es lo que había hecho Coriolanus con él.

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