Fragmento Uno | Sejanus

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Chapter 01;
"Juraste amarme y te rendiste
Y hoy duele sentir
Que ya no tengo alas sin ti"

(Me perdí - Thian)

Sejanus tenía la cabeza totalmente metida en la agenda de su próximo día mientras recorría el parque a un trote ligero. Le gustaba tomarse un par de horas al aire libre para recuperarse del agobio que le causaba la vida empresarial.

No era precisamente lo que había querido para su vida, pero, era lo que le había tocado. Y había aprendido a rendirse a ello hace mucho.

De repente, un pequeño niño se cruzó en su camino persiguiendo una pelota color azul y le obligó a detenerse de golpe.

—Ey —se quitó los audífonos y se acercó al chiquillo que abrazaba el juguete fuertemente sobre su pecho—. Perdóname, no te vi.

No obtuvo respuesta, simplemente, notó las lágrimas asomarse a los pequeños ojos azules del recién aparecido. No tuvo  que pensarlo demasiado, fue algo inmediato, y quizá ridículo, pero creyó que no era la primera vez que veía aquellos ojos.

— ¿Estás bien?
—S-si.
— ¿Y tus padres? ¿Por qué estás aquí solo?
—No sé, no encuentro a mi padre —respondió con algunas lágrimas mojándole las mejillas.
—Tranquilo, tranquilo —buscó dentro de su bolsillo un pañuelo para alcanzárselo y secarle el llanto—, seguro que te esta buscando y pronto estará aquí por ti.
—Lo perdí de vista.
—Ven conmigo, tranquilo —le puso una mano en la espalda y lo guio hasta un banquillo cercano dónde el niño tomó asiento sin dudarlo—. ¿Alguna vez tus padres te dijeron que hacer en caso de que te pierdas?
—Sí —se puso rígido y recito palabras que ya había escuchado alguna vez—. Si alguna vez no encuentro a mis padres tengo que quedarme en el mismo lugar y no irme con ningún extraño. 
—Muy bien, eres un chico inteligente —alzó su mano para que el pequeño le chocara los cinco y este sonrió—. ¿Quieres que me quede a esperar contigo?
—Sí, no me gusta estar solo.
—Bueno, permiso entonces —se sentó a su lado y se puso las manos sobre las rodillas para aliviar su propia ansiedad.

Estaba pensando en algo y quería apartar aquellas imágenes de su mente.

— ¿Qué tienes ahí? —el niño apunto sus audífonos y casi los tocó con la punta de sus dedos.
—Es música —sonrió—. ¿Te gusta la música?
—Sí. A veces en mi clase de la escuela me gusta cantar canciones nuevas.
— ¿Sí?

—Octavius —una voz tras ellos llamó y la atención del niño se desvió inmediatamente a su dueño.
—Papá —se levantó de un salto y corrió en su dirección—. No te encontraba.
—Ni yo, jovencito.

Sejanus se puso de pie con toda la fuerza que fue capaz de encontrar en su cuerpo. Sentía las manos temblándole un poco.
Lo había averiguado de inmediato, aquellos rizos dorados, aquellos ojos azules...era la viva imagen de Coriolanus de niño. Claro que sabía que era su padre.

—Sejanus —soltó él sin poder apartar la mirada de él.
—Coriolanus —saludó el también orgulloso de haber podido ocultar sus novios.

Era la primera vez que se hablaban en años. 

— ¿Cómo sabe tu nombre? —el niño habló directamente con él, parece que se había ganado algo de su confianza porque no le rehuía.
—Somos...viejos conocidos —fue lo único que se le ocurrió—. Bueno, voy a seguir con mi recorrido, que bueno que tu padre ya está aquí.

Busco los auriculares que colgaban sobre sus hombros y se dispuso a marcharse sin más.

—Sejanus —Coriolanus volvió a llamarlo justo antes de que se pusiera en marcha.

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