Antojos, lagrimas y un principe

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Pov Felipe

Estaba mayor para esto, que va, demasiado mayor, solo a mi se me ocurría la idea de arrinconar a mi mujer en cada rincón y hacerla mía salvajemente, solo a mi.

Y ahora estaba en medio de la nada, perdido de la mano de dios peleándome con Siri y google maps, en medio de la madrugada porque Letizia quería helado de pistacho pero de una heladería particular que estaba a saber donde, pare el coche y golpee mi cabeza contra el volante. Mi movil sonó y la pantalla se ilumino con la foto de mi amor enseñando su pequeña barriguita de 20 semanas

F: Dime mi vida
L: ¿Por qué tardas tanto?, tu bebe quiere helado
F : Amor creo que ese sitio cerro

Por no decirle directamente que no existía por lo menos no donde se suponía que debía de estar

L: Felipe como no, si en Google pone abierto permanentemente
F: No te preocupes cariño que ya lo vi

Una mentira piadosa que me valdría para salir del atolladero y a ella dejarla convencida. A los pocos minutos de dar vueltas y vueltas, uno de mis hombres de confianza me llamo y me dijo que ya habían localizado la bendita heladería.

No pude evitar disculparme mil veces con los dueños que eran una parejita joven que recién heredaba el negocio de los abuelos de él, la chica parecía fascinada mirándome y saco una cajita roja con un lazo.

X: Los tejió mi abuela, quería hacerlos llegar a Zarzuela porque le caéis muy bien

Abrí la caja y vi unos preciosos patucos verdes hechos a mano, me emocione y amplíe mi sonrisa agradeciendo enormemente y claro que les deje una buena propina y claro que haría publicidad "encubierta" para que tuvieran éxito con su negocio.

Cuando llegue a Palacio, mi Reina caminaba de una lado a otro con su mano derecha en la barriga acariciandola con suavidad y hablándole al bebé hasta que me vio llegar y sus ojos se iluminaron por completo

L: Lo conseguiste
F: Claro amorcito, cualquier cosa por ti y por garbancito
L: ayyy no le llames así

Me eche a reír y ella noto la cajita en mi mano- ¿y eso?-, se la di sonriéndole con amor- la abuela de la chica que lleva la tienda, que quería hacérnoslo llegar-, vi sus ojos anegados en lagrimas y la abrace como cada vez que le daban esos altibajos emocionales- me encantan.

Nos sentamos en el sofá mientras la veía disfrutar a las tres de la mañana de su helado de pistacho, que yo, amablemente declinaba comer. Sentí su mirada y mi cuerpo tembló, algo iba a salir de su boca y no me iba a gustar

L: ¿Sabes lo qué me hace falta?
F: No cariño, dime
L: Unos encurtidos, por ejemplo, unos pepinillos en vinagre
F: ¿Con el helado?
L: Siiiiii

Sonríele Felipe sonríele y que no note tu cara de asco, me repetí esa frase mentalmente y asentí, besándola con suavidad

F: Voy por ellos a la cocina
L: No tardes

No tardo, conteste saliendo del salón y casi intentando no vomitar en el camino a la cocina y después de vuelta con los pepinillos en un plato. No podía quitar mi mirada entre ternura y asco de ella al verla feliz haciendo esa mezcla asquerosa, cuando intento ofrecerme, negué rápidamente y le enseñe el trozo de chocolate que había cogido para mi y literalmente era arrebatado de mi mano por ella. Me reí feliz realmente de verla feliz a ella con esa mezcla explosiva.

F: Te amo con locura mi reina

Note sus ojos anegados en lagrimas y como dejaba todo a un lado en la mesa al lado del sofá y se sentaba encima de mi

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