Volver a Comenzar~Inconclusa~

¿Dónde está mi bebé?

Los seis primeros meses de Fernando habían pasado volando miraba a su bebé completamente enamorada cada vez era más parecido a su Felipe, salvo por su mirada verdosa, si Leonor y Sofia parecían la combinación perfecta de ellos dos, su pequeño Infante lo era mucho más.

En aquel momento su marido jugaba con un muy activo bebé que comenzaba a gatear y a llevarse a la boca todo lo que pillara y dejarlo babeado y si era la nariz de su padre mejor que mejor, no sabía cuál de los dos era más niño, bueno si que lo sabía, su marido.

Suspiro audiblemente, terminando de preparar la pequeña maleta para escasamente dos días que estaría fuera para la presentación de su segundo libro, más bien, era como una pequeña introducción de lo que sería pues todavía le faltaba por pulir cosas, no quería irse, no quería y no quería. Fernando reía a gorgojo limpió por las "pedorretas" que Felipe le hacía en su pequeña barriguita y ella se quedaba prendada por aquella imagen delante de sus narices, sacando su móvil y grabandolos, por lo menos, podría ponerse en bucle aquellos videos y fotos en lo que estaba lejos de ellos.

Felipe dejo a un muy cansado bebé dentro de su parque-cuna y se acerco por la espalda abrazando a su reina y besando su hombro

F: ¿Por qué tanto suspiro?

L: No quiero irme, tengo una sensación extraña en el pecho

F: Esa sensación se llama mamitis, solo serán dos días mami, tus chicos te esperaremos impacientes

Letizia se mordió el labio y se estrujo las manos nerviosa, su marido no la quería creer pero no era solo mamitis, había algo más que le decía que algo no iba a ir bien, ese vacío en su estomago, la sensación de vértigo que tenía, miles de sensaciones y era verdad que después de nacer Fernando prácticamente los dos se habían volcado en el bebé y eran más las veces que Leonor y Sofía acudían a actos institucionales que ellos, incluso Cristina también lo hacia . No quería parecer paranoica como decía su marido, aunque él, no lo dijera de aquella forma tan explicita.

Se centro en los besos y mordiscos que su hombre comenzaba a repartir en su cuello y lo tumbo en la cama, sentándose sobre él, le quito la camisa y comenzó a dejar mordiscos por todo el torso de Felipe hasta su abdomen- amor...-la voz de su marido salía entrecortada pero quería aprovechar hasta el último minuto antes de irse, le desabrocho el pantalón y después le bajo los boxers casi ambas cosas al mismo tiempo, alzo la ceja al ver que él estaba ya más que despierto y paso la lengua por la extensión de su virilidad, las manos de Felipe habían ido a parar, a la cabeza de su mujer, sujetándola del pelo y alzo levemente las caderas, ella entendió en aquella muda suplica lo que él deseaba e introdujo el miembro ya duro y marcado de su marido en su boca, acariciando sus muslos y dando cortas embestidas con su boca, sabiendo que aquello, lo haría enloquecer de manera abismal.

Tanto fue que, cuando quiso darse cuenta, ya la tenía completamente desnuda bajo su cuerpo, Felipe recorría cada trozo de la piel de su mujer con su boca, lamiendo, mordiendo, chupando, sobretodo, sus pechos, esos pechos que lo volvían completamente loco. Mojo dos de sus dedos y los llevo a la intimidad de ella, descubriendo que ya estaba más que húmeda, muy muy húmeda

L:Dentro...

Metió los dedos de forma intensa dentro de ella y los curvo, buscando su fuente de placer, golpeando insistentemente en el punto G de Letizia. Ella tiro del pelo de él hacia atrás y le mordió la nuez- no quiero tus dedos Felipe-, él sabía perfectamente desde el principio que no quería sus dedos pero estaba dispuesto a torturarla un poco más. Coló un tercer dedo, notando como ella lloriqueaba del placer y le suplicaba que entrase por completo en ella, no la torturo más y sacando sus dedos, la coloco en cuatro, lubrico su miembro con los propios fluidos de ella, pasándolo por entre sus labios vaginales, deslizó la mano por su espalda tomándola de la nuca y la penetro de una sola vez, deslizando la lengua por la columna de ella hasta besar su nuca, quedándose quieto dentro de ella, sin dejar que se moviera, inmovilizándola, notaba que ella buscaba desesperadamente que él comenzará aquel vaivén de caderas que los volvía locos pero Felipe se había centrado en el placer que suponía estar clavado profundamente dentro de ella