Capitulo 24

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-Hola hija. – Dijo. Ya me la podía imaginar con sus típicos tacones de plataforma, pantalones blancos, blusa rosa y su cabello rubio peinado cuidadosamente hasta la altura de su barbilla mientras hablaba por celular. De seguro se encontraba en su habitación retocándose las uñas o algo por el estilo.

-No me digas "hija". Tú nunca me has llamado así. – Dije sintiendo la indiferencia en mi.- Basta de ser tan hipócrita.

-Lo siento Sam. –Dijo tímida.

-¿Qué quieres?

No podían culparme por ser así, sabía que era mi madre y que ella fue la que me dio la vida. Pero, joder, es inevitable ser así con alguien que te saco de tu vida solo por un hombre y los malcriados de sus hijos. No puedo ser amable con alguien que solo se acuerda de la existencia de mi hermano y mía cuando estamos de cumpleaños, o cuando es navidad o año nuevo.

Había una diferencia entre ser respetuosa y sínica.

Y mi madre era la peor de las sínicas.

-No me hables así Sam. – Dijo con un tono algo estricto. – Yo no merezco que me hables así.

-Agradece que aun no te corto y te mando a la mierda Veronica. – Dije elevando el tono de mi voz, solo un poco. No quería hacer un escándalo en el pasillo de un hospital. – Dime qué quieres.

-Quería saludar a tu hermano por su cumpleaños.

-Podrías llamar a mi papá y que él te pase con mi hermano. – Dije obvia.

-Quería saber de ti también Sam.

-Oh Dios ha ocurrido un milagro del Señor, mi madre quiere saber de mi cuando aún no es mi cumpleaños, ni cuando es navidad ni año nuevo. Denle un regalito, una estrellita dorada o una paletita. – Dije sarcásticamente.

-Sam, no hagas esto por favor. ¿No podemos tener una conversación normal? ¿Una conversación donde te portes como una perra conmigo?

Wow, es primera vez que me dice perra.

-Nuevas noticias mamita, soy perra con todos los que han sido una mierda conmigo. – Dije mirando mis uñas. – Dile a David que le mando fuerzas para que te pueda seguir soportando a ti y los idiotas de sus hijos.

David era el hombre con el que mi madre se caso, era chileno al igual que ella.

-Samantha...

Volvió a llamar pero corte la llamada.

Definitivamente mi madre no era mi persona favorita en este mundo.

No quería volver a escucharla, no quería volver a verla, no quería volver a saber de ella. La vida era mucho más fácil sin ella interponiéndose. No la quería muerta, eso no se lo deseaba a nadie, pero tampoco la quería cerca de mi o de mi hermano.

Cerca de mi había un pequeño basurero que no dude en patear haciendo que montones de envolturas de galletas u otras cosas salieran disparadas por el aire dejando un desastre en el suelo pero no me importaba. Estaba enojada, estaba frustrada, estaba furiosa.

De pronto sentí unos brazos envolviéndome, inmediatamente sentí el perfume de Noah invadiendo mis fosas nasales.

-Tranquila princesa, el basurero no tiene la culpa. – Dijo intentando calmarme. Me dio vuelta para poder evaluar mi rostro, podía apostar que estaba tan roja como un tomate y que mis orejas echaban humo. - ¿Qué sucede?

-Mi madre me llamo.

-Eso es bueno. – Dijo inocentemente. Noah no sabía lo mucho que me afectaba que mi madre me hablara.

Es difícil decidir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora