𝒙𝒊𝒗. miradas

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Una vez en las montañas, nos empezamos a dirigir hacia el centro, donde Bayona iba a explicarnos que íbamos a hacer y como nos íbamos a organizar.

Mientras caminaba, compartia un cómodo silecio con Alfonsina, la cual desde que nos bajamos del teleférico, no paraba de mirarme con una sonrisa pícara.

Al principio no me daba cuenta, ya que estaba sumida en mis pensamientos, con una sonrisa ladina en la cara, pateando la nieve con mis botas.

Básicamente estaba en mi mundo.

La verdad es que no entendía que le pasaba. La de ojos celestes seguramente pensaba que minutos después yo no me daria cuenta, pero cada paso que yo daba ella lo imitaba, probablemente buscando molestarme, o simplemente queriendo mi atención.

- ¡Bueno basta! Deja de mirarme así, ¿Qué pasa? - me giré hacia ella, exclamandole con desesperación e impaciencia.

Su sonrisa se amplio con orgullo, feliz de haber cometido su propósito.

- ¿No tenes algo que decirme? - me preguntó volviendo a mirarme con cara atrevida. Cuando yo negué, confundida; agregó: - ¿Segura, Segura? - volvió a interrogarme, con una ceja levantada.

- Si, boluda, ¿Qué tendría q decirte? Ya te conté toda mi semana, hasta cuando pise el pis de Olivia estando en patas.

Ante mi respuesta, rodó los ojos y me empujó con su brazo, para terminar acercandose a mi oído.

- ¿Qué onda vos y Matias? - su sonrisa no había desaparecido, ahora me miraba bajando y subiendo las cejas.

Sentí mi cara calentarse un poco. ¿A que se refería con "Matias y yo"? La verdad es que me encontraba muy confundida ante las acciones y palabras de mi amiga.

Al ver mi cara despistada, bufó con impaciencia, golpeándose la frente con la palma de la mano.

- ¡Vos y Matias! - gritó en voz baja acercandose a mi. - ¿Te pensas que no me doy cuenta como se miran? - preguntó con burla, sacándome una mini sonrisa.

- ¿De que hablas, Ali? - comenté, frunciendo las cejas. - No pasa nada, solo somos amigos.

Chistó con la lengua y me miró, hablando con ironía. - Si, claro. Los amigos se miran como si se quisieran comer la boc-

Antes de que termine la frase, le tapé la boca, abriendo los ojos ligeramente ante sus palabras.

- ¡Nena! ¿No te das cuenta que se escucha todo acá? Baja la voz. - la reté, murmurandole con enojo.

Ella, en respuesta, se río. Viendo como no había negado su atrevida acusación.

Antes de que pudiéramos decir algo más, llegamos a la multitud de gente, lo que hizo que nos callemos abruptamente.

𝗗𝗘𝗦𝗧𝗜𝗡𝗢𝗦 𝗖𝗥𝗨𝗭𝗔𝗗𝗢𝗦 | matias recalt  𓍯  (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora