𝒙𝒙𝒊𝒊𝒊. luz en la persiana americana

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Violeta se despertó sobresaltada, con el corazón latiendo a toda prisa y la respiración entrecortada. Todavía era temprano, el sol apenas empezaba a iluminar su habitación decorada con peluches de distintas formas y revistas de one direction.

Se quedó unos minutos en la cama, tratando de calmarse y de desaparecer aquella angustia que su sueño le había dejado.

Hacía casi tres años la habían interceptado en la calle, y desde ahí, no paraba de tener pesadillas sobre la situación.

Siempre se despertaba agitada, llorando y pataleando, rogando que la suelten.

Muchas veces su familia la escuchaba e iban corriendo a su habitación, preocupados al escuchar los sollozos de la pequeña rubia.

Siempre ponía excusas distintas, diciendo que eran puras pesadillas tontas sin importancia.

Y cuando no se calmaba y las lágrimas no dejaban de caer, Guido dormía con ella, protegiéndola.

Suspiró agotada y miró el techo, sintiendo sus ojos empañarse rápidamente.

Pestaño repetidas veces, soltando las lágrimas saladas que caían con rapidez perdiéndose en su cabello.

—Deja de llorar -susurró molesta al sentir su mentón temblar. —Basta. -siguió, refregando sus ojos con fuerza, esperando que dejaran de nublarle la vista hacia la luz gris que salía por las rejillas de la persiana.

Volvió a suspirar, secando sus palmas con la sábana rosa que calentaba su cuerpo.

Giró su cabeza y con pereza vió la hora.

Lunes, 14 de mayo de 2012. 6:27 AM

Rodó los ojos y se levantó de la cama, acomodando su remera gris que caía delicadamente sobre su cuerpo.

Caminó hasta el baño y se miró al espejo, observando su rostro pálido y sus ojos cansados.

Sentía vergüenza de sí misma, sentía vergüenza de lo que veía. Pestañeo, tratando de no derramar otra lágrima más.

—¿Por qué lloras? -susurró, mirándose con molestia. —Llorar no va a arreglar la vida de mierda que tenes. -siguió, apretando con fuerza sus manos.

Tenía ganas de gritar, quería pedir ayuda. Necesitaba que alguien la saque de aquel pozo en el que había estado atrapada por años.

Pero nadie podía si ella no hablaba. Pero claro, ¿por qué no hablaba? ¿por qué no decía la verdad?

Simplemente por vergüenza. Su corazón se rompía al imaginar la reacción de su mamá al enterarse que la habían tocado.

Probablemente se echaría la culpa por haberla dejado salir sola aquella tarde.

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⏰ Última actualización: Jul 13 ⏰

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𝗗𝗘𝗦𝗧𝗜𝗡𝗢𝗦 𝗖𝗥𝗨𝗭𝗔𝗗𝗢𝗦 | matias recalt  𓍯  (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora