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Hari había calmado la resaca.

—Qué manera de empezar el año nuevo —refunfuñó. Tomó un pequeño sorbo de su café e intentó que su migraña desapareciera. Seojun entró, arrastrando los pies y con el mismo tipo de gesto adolorido en su cara.

—¿Aguantando ahí? —preguntó él. Se paró detrás de su esposa y masajeó sus hombros con fuerza.

—Veremos —dijo ella.

—¿Dónde están las chicas?

—Yun y Chaer están inconscientes en la sala de estar —contestó Hari —, creo que se consiguieron algo de ron.

Seojun simplemente rió.

—Son buenas chicas.

Hari se tensó un poco, pero no dijo nada.

— ¿Estás bien? Has estado muy intranquila últimamente, querida.

—Yo solo... ¿No estás preocupado en lo más mínimo por las chicas? ¿Piensas... —respiró profundamente —que son muy unidas?

—¿Chaer y Yun? —Seojun acercó una silla — ¿Hari?

—No —contestó. Su corazón latía con fuerza, queriendo decirle acerca de sus sospechas, ¿por qué no podía? Él quería tanto a las chicas como si fueran suyas. Seguramente entendería... o seguramente no lo haría.

Ella no lo podría soportar, si Seojun se sintiera asqueado por ellas o si las mirase diferente.

—Bueno —dijo Hari —, sí. Chaer y Yuna. ¿Piensas que ellas son...?

Seojun se sirvió algo de café, frunciendo el ceño.

—¿Importaría si lo fueran, Hari?

—¡No! Oh, no, no —respondió ella —. Por supuesto que no importaría. Únicamente me preocupo por ellas.

—Ryujin cuidará de Yuna —afirmó Seojun, sonriendo.

—Sé que lo hará —Hari plisó los labios. El comentario poseía significados diferentes para cada uno de ellos —. Ella también me preocupa.

—Ryujin está bien, puede cuidarse a sí misma —dijo el hombre —, y nunca dejaría que nada le pasara a Yun.

—Seojun... —Hari dejó su taza y se quedó mirando a su esposo —Si te dijera...

—¿Qué pasa?

Un fuerte ruido que provenía de arriba se oyó y Hari suspiró. Seojun incorporó, a través de la mesa, y apretó su mano.

—Lo siento —dijo ella con suavidad —. Tengo muchas cosas en la mente.

—Voy a llevarte a pasear el fin de semana, ¿está bien? —terminó su taza de café y Hari sonrió —Unas pequeñas vacaciones.

—¿Quién cuidará a las chicas? —quiso saber con fatiga.

—Son lo suficientemente grandes como para quedarse solas —respondió Seojun —. Les pediremos a los vecinos que presten atención por si necesitan algo.

La migraña de Hari se agravó.

—No lo creo.

—Vamos, será divertido para ellas y para nosotros —añadió —. Además, sabes que pronto estarán por su cuenta.

—Solo... —dijo Hari, trabándose y suspiró —Maldición, ¿por qué tomamos tanto anoche? Ya no tenemos treinta años.

—Hari... —Seojun le acarició la mano y luego la apretó —Saldremos de vacaciones, no discutas conmigo.

don't tell mom ; 2shinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora