Que hermosa vista — susurro Ann al contemplar desde el último piso del edifico el inmenso bosque y las montañas que se extendían a cientos de kilómetros, sentía que sus alas habían sanado de la última misión que tuvo que completar, solo le falta un último chequeo, una firma en una hoja de papel que autorice su alta médica y podría volver a volar, estaba desesperada, ya no aguantaba más, sentía la necesidad de allí mismo tirarse y estirar las alas, habían pasado 4 meses desde que había emprendido el vuelo y sabía que después del alta debía ir despacio.
— Asique aquí estas de nuevo. — Emma había subido a la terraza también, era una de las sanadoras ayudante, supervisaba su recuperación y que Ann no hiciera alguna locura, seguramente había ido a buscarla — Tienes que bajar, ya es tu ultimo chequeo. — comencé a caminar hacia la escalera, tenía que usarlas ya que no podía ir volando, al pasar junto a Emma me sostuvo del hombro, me hizo mirarla a la cara y tomo mis manos, su expresión no me puso nada feliz — Ann...sé que amas volar, que es lo más importante para ti, pero —
—Tranquila, va a estar bien todo, es tu paranoia hablando, no me pasara lo mismo que a mi padre — no la deje terminar de hablar, le sonreí y comencé a ir a la sala donde me chequearían, sentía mis pasos pesados y que el corazón se me estrujaba, la expresión de Emma era muy clara: "No volverás a volar".
Emma me siguió en todo momento sin decir más, sentía su mirada en mi espalda y cuando llegue a la habitación me quede frente a la puerta — No es necesario que entres, puedo hacerlo sola — dije y entre antes de que objetara algo.
El sanador principal me esperaba, me reviso las alas e hizo todo el chequeo necesario, no me dijo nada en todo ese tiempo y yo moría de la angustia, Emma me había dejado pensando en la posibilidad de que mis alas no vuelvan a funcionar.
— Bien, termine — la voz del sanador me hizo volver de mis pensamientos, me miro serio y se sentó frente a mí, se llamaba Cal, era mayor y sus alas hacían denotar más edad de las que tenía ya que se habían vuelto blancas, no tenían su color rojo de juventud como había visto en sus fotos, era un antiguo amigo de mi padre.
— ¿Le hago la pregunta formal o me va a tener con la duda un tiempo más? — estaba asustada, mierda Emma, ¿Por qué me dijiste eso en la terraza? Quería salir y darle un golpe.
— Sospecho que Emma hablo contigo — me dijo sentado frente a mí.
— No le di la oportunidad en realidad.
— Bien, sé que no eres tonta Ann, tu padre no te crio así, y que si Emma te dio señales tu ya sacaste una conclusión propia. — No podía estar diciendo eso, y no de esa manera tan seria, debía ser una broma.
— No volveré a volar — dije en un susurro con mi corazón a punto de romperse, eso era lo vital en mi vida, era la mejor voladora de la agencia y no podía perder eso — No puede ser cierto, debe ser un error.
— No lo es querida, en el trabajo que hiciste te lanzaron Roció de AKATA, la flor de la malicia, esta hace que...
— El cuerpo se vuelva en tu contra por deseo de alguien externo, asique si ese alguien pide al roció que te quite la habilidad de volar, te lo quita — termine por él, esa fue una de las primeras plantas de las que me enseño papá. Según él eran el acto más cobarde por cometer, en ese momento estaba totalmente de acuerdo.
— Exacto...lo siento tanto querida, pero podrías...— ya no escuchaba nada, me levante y el sanador quedo hablando solo. Pensé en la misión, a quien había visto, con quien había convivido y nunca pensé que dormir 20 minutos serian mi perdición, me confié demasiado en alguien que creí me protegería, pero fui una tonta.
Me dirigí a la terraza nuevamente, ya nadie me seguía, ni Emma que había esperado fuera de la sala, quería gritar y maldecir a Cian, me lo encontré en la misión, antiguo estudiante de mi padre, maldito, él me había hecho esto, estaba segura. Al llegar a la terraza solo contemple nuevamente el paisaje, ya no volvería a surcar los cielos, pues lo que me habían hecho solo podía ser disuelto por la misma persona, en este caso Cian, pero ya no lo volvería a ver en la vida, yo lo había dejado ir, para que sea libre y sin opresión por parte de la carga de llevar su sangre, pero el desgraciado me había pagado con la tortura más grande, me había quitado el alma al no dejarme volar.
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Todos tiene algo que contar.
General FictionEste texto es una colección de mini historias, para todos aquellos que desean distraerse brevemente con relatos cortos, algo que los intrigue y los impulse a imaginar un mundo diferente donde todo y a la vez nada es posible. "Por muy roto que estes...