Hechizo

11 0 0
                                    

— No puedes interferir en cosas del corazón — dijo con el mismo tono que usaba cuando daba clases, mientras yo me movía de un lado para el otro en la habitación buscando lo que necesitaba.

— Soy una bruja, puedo hacer lo que me plazca — le reproche, estaba cansada de que trataran de decirme que hacer

— Solo si la diosa madre lo permite.

— No necesito una diosa para esto — tome la flor de fuego que había recolectado hace un año en la montaña de Latki, la diosa de lo posible y la guarde en mi bolsa — tengo todo lo que necesito.

— Una cosa es interferir con la bendición de la diosa madre, una muy diferente es hacer tu propia voluntad, eso ya no es brujería, eso va más allá y hacia un lado que ningún se debe cruzar. — su voz era seria, estaba de pie junto a la puerta evitando que pasara.

Me enfrente a ella y quedamos cara a cara, puede que sea mi maestra, pero ella no evitaría esto. — Pues la diosa madre me abandono hace mucho y del mismo modo hace años que cruce a ese otro lado que describes como lo peor, no me subestimes. — y cruce la puerta, trato de decirme algo, pero no le di tiempo, desaparecí en un portal de espacio que había creado con una opción en caso de emergencias. Me encontré frente a la playa, el sol se estaba poniendo, era el momento y lugar perfecto para hacer el hechizo.

Siempre me dijeron que con cosas del corazón nadie debe involucrarse, pues este ligado a la voluntad y si la voluntad de dicho ser es fuerte, ni la magia más poderosa podrá romperla, yo tenía un concepto diferente, cualquier ser humano es corrompible, solo se le debe mostrar lo indicado y su voluntad flaquearía, eso es lo que iba a suceder cuando completara el hechizo. No era un hechizo pasional, ni mucho menos carnal, era de amor, los elementos que usaría eran de un amor tan puro que ni la diosa madre junto a todas sus hijas podrían interferir.

Completé los símbolos en la arena húmeda, la flor de fuego en el centro y seis velas repartidas en una simetría perfecta, una gota de mi sangre fue lo último que puse sobre la flor y comencé a recitar las palabras.

Recuperaría lo que era mío, me pertenecía hace años y no dejaría que nadie más lo tuviera entre sus brazos, ese día, a la orilla de la playa comencé lo que se convertiría en mi más grande hechizo y mi más grande orgullo como bruja, doblegaría el amor, desafiaría a la diosa madre y sus hijas. Si la voluntad era fuerte, yo lo sería más, aunque tuviera que vender mi alma a los espíritus del otro lado. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todos tiene algo que contar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora