Instrumento Real

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—Es un lugar tranquilo ¿no lo crees? — sentí su mirada sobre mí, pero yo estaba concentrada en la vista, estábamos a la orilla de un acantilado, desde donde se podía apreciar todo el reino, habíamos dejado los caballos atados a un árbol, el castillo se veía de lejos y a sus pies todo el pueblo, mi pueblo, era esplendido — Sora ¿me estas escuchando?

Me insistió de nuevo y no me quedo más que responderle — Si, Ian, te estoy escuchando — volví a mirarlo y tenía esa sonrisa tan tonta que siempre ponía cuando le daba la razón en algo —¿Cómo has encontrado este lugar? No es como que siempre tengamos permitido salir.

— Uno tiene sus trucos querida princesa — volvió la mirada hacia la vista y yo hice lo mismo, nos quedamos apreciando todo hasta el atardecer, hablando de trivialidades, política, acuerdos, tratados entre reinos y la magia que él estaba estudiando para ser el siguiente hechicero real.

Me sentía tan normal, no había llevado guardias ese día, solo éramos Ian y yo, dos adolescentes pasando una tarde de ocio. 

Abrí los ojos y me encontré en el mismo lugar, pero esta vez, sin la compañía de Ian, y sin saber que pasaría, la preciosa vista que había tenido ese día hace 5 años se vio invadida por incendios, explosiones en el pueblo, gritos que venían de diversas partes y un castillo con muros derribados a lo lejos.

A mi lado, Ian solo era un recuerdo, lo había visto por última vez cuando el caos comenzó, al otro lado de la sala del trono tratando de llegar a mi para protegerme y llevarme a un lugar seguro, no lo consiguió, un guerrero enemigo lo derribo y yo fui arrastrada fuera de la sala por Mitos, el príncipe del reino que nos invadió. Esa misma persona era la que estaba a mi lado de pie ahora, donde un día sentí tanta paz, ahora de rodillas y con sangre que no sabía si era mía sobre mi vestido, sentía miedo, incertidumbre, dolor, tenía ganas de tirarlo por el precipicio así tuviera que caer con él.

— Es una hermosa vista — su voz, llena de arrogancia se alzó sobre el caos que existía en mi reino — ¿No lo cree? Princesa Sora — me miro desde lo alto, se sentiría el rey del mundo conmigo de rodillas. — ¿No me responderás?

— No tengo nada que discutir con un traidor — me sorprendió el tono de mi voz, creo que a él también porque su cara cambio por un breve instante, hasta que recupero su semblante serio.

— No me dirás traidor después de mañana princesa — se agacho hasta mí y tomo mi mentón con sus manos para que lo mirara a los ojos más de cerca.

— Siempre serás un traidor para mí, teníamos un acuerdo con tu reino, tú lo quebrantaste.

— Según el acuerdo, no cuenta como una traición si llego al reino de mi esposa. — de repente mi temor se esfumo, sentí odio, este bastardo tenía planeado que mi reino fuera suyo a través de matrimonio, eso no iba a suceder.

— Primero muerta, que ser tu esposa Mitos — me dio una sonrisa torcida y volvió a ponerse recto para seguir contemplando la tragedia que estaba frente a nosotros.

— Desde mañana me llamaras rey y tú serás mía — su voz era posesión pura, como si estuviera obteniendo un objeto que hace mucho había deseado- mi reina. En caso de que no obedezcas, tengo a tu padre en una celda junto a tu hermano menor, estarán ansiosos por participar en una lucha a muerte entre ellos, y tu linda madre, hay que aceptar que es bella y que de ella heredaste tu belleza, pero creo que la mayoría de mis guardias estarían complacidos con su compañía.

Este animal quería obligarme utilizando a mi familia, conocía mis puntos débiles, si lo que me decía era verdad, ya no tendría oportunidad, debía aceptar, mi familia no sufriría por mi culpa, aunque no había mencionado a mi abuelo ni a mi tía, quizás ellos si lograron escapar de sus garras, quizás Ian se los había llevado y estaban a salvo.

Tendría que seguir su circo, tendría que ser su esposa, si lo que decía era cierto, mañana seriamos reyes, debía hacerlo para cuidar a los que amo, y recuperar mi pueblo más adelante, sea con ayuda o sola, así me toque asesinar a este falso rey en la luna de miel. De solo pensar en sus manos sobre mí, me daba escalofríos.

— Entonces princesa — me miro — ¿lo harás por las buenas o por las malas? Aunque tu solo llevarías la culpa en tu conciencia, nada físico...aun.

— Lo hare — dije mirando al piso, viendo mis manos apoyadas en la tierra — pero deberás soltar a mi familia — lo miré, con mi semblante más serio.

— Guardias, llévensela a mi hermana para que la prepare para mañana — sus guardias me tomaron de los brazos y me arrastraron a un carruaje que me esperaba, me subieron y Mitos se acercó. — Tu familia se quedará donde yo diga, en una celda, en un cuarto o en un pozo, donde se me dé la gana, así serás obediente princesita — y cerró la puerta tras esas palabras.

Me asome por la ventana del carruaje mientras nos alejábamos, ese hombre iba a ser mi esposo al día siguiente, y a lo único que mi mente le daba vueltas era a mi familia, a mi abuelo y mi tía, que seguro vendrían por nosotros, ¿Cuándo? Eso era imposible de saber, pero seguro seria tarde, cuando yo ya hubiera unido mi vida a la del demonio que nos traiciono. Y en Ian, esperaba que estuviera bien, a salvo, y que con el poder que ahora tenía protegiera a aquellos que apreciábamos, sean mi familia o las personas de mi pueblo. Recordé las últimas palabras que me dijo ese día antes de irnos del acantilado hace 5 años. 

— Te seré fiel, en todo momento, hasta el final, tenga o pierda el poder del hechicero real — Ian me miraba con intensidad, yo estaba lista en mi caballo para partir hacia el castillo nuevamente cuando él se había acercado — pase lo que pase, estaré para ti y para todo lo que sea importante para ti... porque te amo, mi princesa, y eso nunca cambiara — me dio un beso en la mano y el trepo a su caballo. Comenzó a andar y yo lo seguí, ese día no le dije nada, su confesión llego a mi corazón y a mi alma, la había llevado conmigo desde ese día esperando el momento correcto para decirle lo que sentía por él, pero recordarla hoy, dentro de ese carruaje, fue como un golpe de realidad, donde como me habían dicho desde niña; nadie obtiene su final feliz. 


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