Atardeceres ; akitoya

Capítulo seis.

Akito POV.

Debemos partir ahora.- Le dije.

-¿Cómo? ¿A dónde iremos?- Se le veía muy nervioso. 

-¿Crees que es posible salir bien parado de esta sin una nueva identidad?- Reí, aunque era para disimular el miedo que se apoderaba de mí.

-Oh.- Desvió la mirada. 

-No te preocupes, "K" nos ayudará.- Le di la mano y lo guíe hacia nuestro primer destino.

-¿Quién?- Sus manos eran frías, ásperas y tristes.

-¿Te suena aquel famoso asesinato de una familia de tres?- Susurré.

-Ajá, los Yoisaki.- Nos metimos por un callejón aún más estrecho.

-Bueno, la hija fue quién cometió el crimen.- Pasamos por entre más cubos de basura.

Kanade Yoisaki asesinó a su padre y madre a los catorce años de edad debido a un ataque producido por su trastorno esquizoafectivo, sintiéndose después arrepentida por ello. Al ser buscada por la policía se creó una nueva identidad y falsificó su propia muerte, pasando a dedicarse a ayudar a chavales como nosotros con problemas legales.

Sus ojos son celestes y tan solo muestran la emoción del remordimiento. Sus ojeras profundas y sus pómulos marcados, junto con lo pálida que es su tez, solo ayudan a que parezca más un cuerpo sin vida. Está prácticamente en los huesos y aún ahora sigue teniendo esos problemas psicóticos, los cuales solo puede "calmar" mediante substancias prohibidas.

Su actitud suele ser fría y distante. Cuando tiene clientes es amable y dulce con ellos pero, hasta donde sé, es tan solo su trauma que le hace sentir la necesidad de ayudar a quién se sienta ¿Perdido? No sé. Continuando con el tema, solía ser sociable hasta que ese evento la volvió loca, encerrándose consigo misma sin comer, gritando, solo hablando con humanos para aconsejarles que no sigan su camino. En su defensa, nada de eso es su culpa. No fue su culpa nacer con esa enfermedad, no fue su culpa la muerte de sus padres, no fue su culpa nacer en una época en la que la mejor forma de ayudar a alguien herido es matándolo. 

¿Como sabía todo eso? Bueno, mi hermana y su mejor amiga una vez también se metieron en un problema bastante complicado, aunque no tanto como el mío, ¿o debería decir el de Toya? Como decía, casi pillan a Ena y Airi vendiéndole cierto polvo que no es azúcar a unos críos de no más de doce años por más  dinero del que podrían aparentar tener, y tuvieron que acudir a la ojiazul. ¿He mencionado que la castaña hubiera estado en la cárcel? No. Exacto.

Toya no quiso hablar mucho en el camino, nos limitamos a correr empapados en sudor y sangre bajo las estrellas hasta una casa casi en ruinas, la cual parecía deshabitada unas décadas antes pero era el "hogar" de Kanade. Llamé a una puerta de madera con los nudillos, lo cual me hizo estremecer por lo fría que era. Permanecimos allí hasta que una suave voz sonó.

-Akito Shinonome. Toya Aoyagi.- Parecía la canción de un ángel, pero solo eran nombres dichos por aquella joven.

-Sí, somos nosotros, necesitamos ayuda.- Me apresuré a responder.

-¿Cuanto dinero lleváis encima?- "Joder, pensé que esto era gratis..." Pensé.

-¡Tengo 16406 yenes! Te lo daré todo pero ayúdanos.- El bicolor estaba desesperado, lo entendí.

-Ey, relaja, con cien me basta.- Abrió la puerta, dejando ver su sucio y desordenado cabello y su ropa sudorosa y apestosa. 

-Oh, vale.- Sonrió.

-¿Que habéis hecho, exactamente?- Recogió la miseria que le dio mi compañero. 

-Mató a dos personas.- Contesté con una sonrisa estúpida.

-Toma- Le dio una pistola de balines y una bolsa de comida chatarra. -Tomad el tren de las siete, hasta la villa que queda a hora y media. Allí hay una iglesia abandonada, refugiaros ahí mientras consigo refuerzos, tardaré un mes pero no os encontrarán. Esta bolsa es para el viaje, nada más llegar coseguid reservas para las cuatro semanas. No os preocupéis, no le contaré a nadie.- Puso una cara angelical y cerró la puerta en nuestras narices.

-¿Que hora es?- Agarré su mano izquierda haciéndole sonrojar sin darme cuenta y miré el reloj.

-Las ocho y media.- Apartó su brazo de mí.

-Debería pasar por casa y explicárselo a Ena... No, se enfadará.- Estaba preocupado, ¿De verdad iba a acompañar a ese casi desconocido?

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Este capítulo casi no lo edité porque la verdad es que me gusta bastante.