Capítulo nueve.

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Akito POV.

Los siguientes seis días los pasamos como buenos amigos de siempre. Estaba convencido de que yo a él también lo gustaba y eso hacía a mi corazón saltar de la emoción. Hablábamos de cualquier cosa estúpida, comentábamos películas, jugábamos al fútbol con botellas de agua vacías... Simplemente mágico. No volvimos a tener una conversación como la del cuarto día hasta el décimo. 

-Toya.- Susurré en la madrugada.

-¿Sí? Pude ver el reflejo de las estrellas en su mirada.

-¿Tú alguna vez miras los atardeceres?- Pregunté. 

-Constantemente, dejé de hacerlo cada día cuando vinimos aquí.- Respondió.

-Yo también.- Le di la mano.

-Akito, me gustas mucho.- Se acercó más a mi.

-¿De verdad?- Sonreí mientras mis mejillas se volvían del color de su camisa ensangrentada. 

-El atardecer es un abrazo entre nosotros.- Prosiguió. 

-Yo soy el día.- Apoyé mi cabeza en su hombro.

-Y yo la noche.- Rodeó mi cuerpo con su brazo.

-Y en estos labios se forma el atardecer.- Lo besé.

Lo había hecho, estaba muy nervioso. Sentía que el corazón me iba a mil y las ganas de chillar eran tan fuertes que solamente me dejé llevar. Era tan maravilloso como observar los atardeceres sobre el tejado de mi casa, pero multiplicado por comer gofres en compañía de mis amigos, nunca había experimentado algo igual.

-Yo... Esto no se puede, somos dos hombres...- Se alejó un poco.

-¿Y que importa eso? Nos amamos. Kohane y An son dos mujeres y son pareja, además aquí nadie se enterará.- Le agarré ambas manos, haciéndole caer sobre mí. Ambos reímos abrazándonos. 

-Prométeme una cosa.- Dijo Toya.

-¿Sí?- Sonreí. 

-Cuando salgamos de esta... Promete que no me abandonarás nunca.- Se aferró más a mi cuerpo.

-Lo prometo.- Le besé la frente.

Pasamos desde ese momento besándonos, dándonos la mano y haciendo cosas de novios en general, también me contó sobre si mismo y creo que ya puedo dar una presentación sobre él. 

Toya Aoyagi es un chico de la zona norte de la ciudad con una inteligencia y una capacidad para la música increíbles. Su vida se fue arruinando poco a poco desde el fallecimiento de su madre, ya que, como era hijo único, su padre cargaba sobre él todas sus responsabilidades más las de su madre. Su rutina era levantarse muy temprano para practicar piano, ir a la escuela, comer y seguir practicando y estudiando hasta la noche, lo que le provocó sus ojeras y actitud seria (en realidad siento que hay algo que no me está contando).

Su cabello es azul, la mitad derecha es más oscura que la izquierda, y lo lleva corto, casi siempre bien peinado. Sus ojos rasgados grises reflejan mi rostro cuando lo miro y me deprime el no ser tan guapo como él (definitivamente no lo merezco). El lunar que tiene bajo el ojo izquierdo es sencillamente encantador. Todos sus rasgos son delicados pero imponentes a la vez y lo único que cambiaría de su rostro son sus ojeras, porque el no tenerlas significaría que lleva una vida más sana. Quiero verlo sonreír.

Su personalidad tiende a ser distante e incluso ruda a veces con gente que no conoce pero es por autodefensa, una vez que se acostumbra a tu compañía es amable y si te quiere hace lo que sea por no perderte. Cuando habla conmigo se le ve realmente alegre y a veces hasta tiende a ser cariñoso, a pesar de que no creo que sea así con todo el mundo, ¿Así se comportará Ena con Mizuki? Solo sé que deberíamos estar asustados en una situación así pero ambos estábamos felices solamente por tenernos el uno al otro. Es verdad que olíamos mal y no nos veíamos decentes pero no nos queríamos por eso.

Así pasó el tiempo más rápido y hasta hicimos planes para el futuro. Como Ichika tampoco estaba de acuerdo con el matrimonio, convencerían cada uno a sus padres para anular la boda y, en caso de que igualmente Toya sea forzado, él se escaparía y nos iríamos con mi hermana y su novio, no creo que les importe cuidar de nosotros. Al crecer un poco más nos iríamos a vivir los dos solos y adoptaríamos una niña recién nacida, a la cual llamaríamos Nozomi y criaríamos como si fuera una hija biológica. Él trabajaría en una biblioteca y yo en una universidad, como profesor de astronomía. 

El vigésimo cuarto día que estuvimos en la iglesia apareció un trozo de papel que no estaba ahí al irnos a dormir. Era una carta, decía lo siguiente:

"Akito:

Eres un maldito idiota. Como se te ocurre ayudar a alguien de la zona norte, todos estamos muy preocupados por ti, sobre todo Ena. Cuando desapareciste estuvimos buscándote por días e incluso llamamos a la policía, al final escuchamos tu nombre en la radio y dimos por hecho que habías escapado con el niñato. "K" nos dijo que sabía tu paradero pero no nos lo quiso decir, la muy perra así que le pedí, más bien amenacé para, que te diera esto. Solo quiero que sepas que tememos ya no solo por nuestra propia vida, también por la tuya, que estuve llorando por tí y que si te mueres te mato.

Un achuchón,

An."

Me puso triste leer esa nota, el tiempo con Toya me había hecho olvidar que también tenía una vida fuera de él, tan solo quise que mis amigos supieran que estaba bien pero sabía que hacerles llegar eso sería imposible. Deseé muy fuerte que les fuera bien y tal vez, solo tal vez, derramé alguna lágrima por ellos. Gofres por la mañana... Ese recuerdo se me hacía tan lejano...

Lo que me sorprendió fue que no dijo nada acerca de que mis padres estuviesen mínimamente preocupados por mí. A decir verdad, me entristecía no importarles pero quizás eso sea lo mejor, no quiero que más gente sufra por mi culpa. 

Para hacer desaparecer las evidencias quemé la carta con una cerilla que encontré en mi bolsillo. También encontré un pañuelo usado, un chicle caducado, una tapa de refresco y la cinta que me dio mi novio, deseé poder escucharla.

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Este capítulo es súper corny pero estaba muy orgullosa de esta escena así que no la quise borrar jaja 💔.

Atardeceres ; akitoyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora