10. Jungkook

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No le tengo miedo a la sangre pero observar, sentir y oler el líquido que emana de mi propio cuerpo es surrealista, como si mi cerebro no pudiera procesar lo que está ocurriendo, me he quedado paralizado intentando digerir que tengo una bala incrustada en el homrbo, ni siquiera puedo bajar la mirada y observar la herida porque es una escena tan tétrica que de solo verla podría desmayarme, así que lo evito.

Me ayudan a subir a una camioneta junto a otro herido de bala cuyo nombre desconozco; por la banda amarilla en su uniforme, debajo del hombro izquierdo, sé que debe ser su primer año, posiblemente la primera misión en la que participa, por eso siento pena por él, porque lo han herido en el abdomen. Estoy demasiado sumergido en mi propio dolor como para poder decirle algo, quiero hacerlo pero las palabras no se formulan.

El camino no es tan largo pero se siente como si fueran horas, recuerdo la voz de Jimin estudiando, diciendo que recibir una bala en el hombro no me mataría por la ausencia de órganos vitales, pero la pérdida de sangre es grave. El dolor punzante me atraviesa ahora que el shock ha terminado, me siento débil.

Agradezco a todos los astros al observar  las paredes de la milicia, estoy empapado de rojo. Mis compañeros me ayudan a bajar cuidadosamente, están cargando mi cuerpo hacia una camilla y aunque estoy consciente, no estoy presente, fuera de mí mismo, todos están hablando mientras solo soy un espectador.

Despierto cuando veo a Park Jimin, su rostro me devuelve a la realidad, estoy tan mal como lo había imaginado. Dice mi nombre y veo como las lágrimas en sus ojos se forman, también en los míos y no sé si por dolor o el agonizante miedo, es la primera misión donde resulto así de herido, solo había experimentado cortes o golpes.

Con la poca fuerza que me queda digo su nombre para llamar su atención mientras me conduce empujando la camilla, busco en el bolsillo de mi pantalón un medallón en forma circular, es de plata y tiene la única foto que tengo con mi hermano.

— Dáselo a Minjun, por favor. — se lo entrego en las manos a pesar de que ahora la joya está manchada de sangre.

Niega con la cabeza, puedo observar el miedo en su mirada.

— Sé lo darás tú mismo. — Me responde, lo he hecho llorar aunque intenta ser valiente ahora, su voz suena rota.

— Jimin, por favor. —  no quiero decirlo pero ambos sabemos que podría no volver a verlo. Parece haber leído mi mente porque ya no discute y toma el objeto entre sus manos guardándolo en el pantalón de su uniforme ensuciándose de rojo.

— Quédate conmigo, no te duermas. — repite y estoy a punto de caer, quiero decirle muchas cosas pero mi cuerpo se rinde y dejo caer los párpados.

He estado en este orfanato toda mi vida, no sé quiénes son mis padres o de dónde vengo, estoy por cumplir trece años y estas paredes son todo lo que conozco hay truenos golpeando el establecimiento

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He estado en este orfanato toda mi vida, no sé quiénes son mis padres o de dónde vengo, estoy por cumplir trece años y estas paredes son todo lo que conozco hay truenos golpeando el establecimiento.

Escucho llanto proveniente de la litera de abajo, comparto habitación con otros niños de mi edad pero le dieron esa cama a un infante mucho menor que nosotros por falta de espacio, coincidentemente estaba libre porque un amigo había sido adoptado el día anterior, muy suertudo.

El pequeño solo debía pasar una noche con nosotros y lo reubicarían al día siguiente.

— ¿Tampoco puedes dormir? — pregunté, escucho su voz apenas, es aguda. Decido bajar de la cama superior para sentarme a su lado. — Está bien, no tengas miedo, los truenos no van a hacerte daño. — Intento distraerlo. — ¿Cómo te llamas?

— Minjun.

— Está bien, ¿cuántos años tienes?

Me muestra su palma, cuatro dedos bajando el pulgar.

— ¿Y te dan miedo los truenos?

— Los ruidos fuertes, la oscuridad.

— ¿La oscuridad?

— Sí, monstruos. — sollozó.

— Hey. — acaricio su cabello. — ¿Me ves? Yo soy grande y te puedo cuidar, duerme y yo me quedaré despierto por si vienen esos monstruos.

Asintió, me dio la espalda y se cubrió hasta la cabeza con la manta.

Cierro los ojos y escucho un suave "gracias".

...

Minjun ha sido reubicado al área de preescolares, aún así me lo cruzo en el patio donde jugamos todos.

A penas me observa, se le forma una sonrisa y corre a mis brazos, lo despeino.

— Kookie. — me apoda, no sabe pronunciar mi nombre completo así que lo dejo.

— ¿Qué es lo que tienes ahí? — señalo la herida en su rodilla.

— Me caí.

— Vamos a curarte.

Lo guío de su pequeña mano regordeta hacia la enfermería, no lo suelto cuando se pone a llorar por el dolor del alcohol.

— Eres muy valiente, Junnie. — lo felicito al volver al patio.

— ¿Serías mi hermano?

Me paralizo por su pregunta.

— ¿Eh...?

— Haces el trabajo de un hermano, ¿podrías ser mi hermano?

Me hinco en una rodilla para estar a su altura, asiento.

— A partir de hoy, somos hermanos.

Asiente antes de salir disparado para jugar con los de su edad.

...

Hemos llegado a Tokok, todo lo que comimos por un tiempo era insuficiente pero al fin la milicia puede ayudarnos. Minjun se queda en un nuevo orfanato mientras intento que me otorguen el permiso de adoptarlo.

— Señor Jeon, ¿puedo tomarles una fotografía? — pregunta uno de los tutores de Minjun, el señor Cha.

Minjun me sonríe de oreja a oreja, pidiéndome que acceda.

— Oh, yo... Aún no tengo como pagársela.

— Está bien, lo harás algún día, ¡vamos!

Nos colocamos en la puerta del lugar, le rodeo los hombros con un brazo y aunque no me gusta sonreír, lo hago.

Escucho el disparador.

— ¡Perfecto! — me entrega el papel.— Esperen unos minutos a que se revele.

— Muchas gracias. — Cuando el adulto se retira, me dirijo al castaño. — ¿Te la quieres quedar?

— Sí, pero... — la guarda en el bolsillo de mi camisa.— Quédatela tú para cuando hayan noches de truenos y tengas miedo por la oscuridad y los monstruos.

𝘯𝘪𝘦𝘷𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘳𝘭𝘢𝘵𝘢 ( kookmin ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora