Capítulo 3

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Capítulo 3

                No me podía concentrar en la película. Tenía a Florencia a mi lado, acostada en la misma cama que yo. La notebook que tenía sobre mi barriga estaba pasando Joker. Desde hacía al menos media hora que ninguno de los dos emitía una palabra. No sabía si eso era mejor o peor. El silencio hacía que la tensión sexual aumentara. Ahora a ella le había agarrado un poquito de frío y se había metido debajo de las sábanas y el cubrecama. Tampoco sabía si eso era mejor o peor. En principio la tenía medio desnuda, solo vestida con su conjunto de ropa interior blanco. Me costaba muchísimo no mirarla de reojo, pero tuve la suficiente templanza como para no desviar la mirada ni una sola vez hacia ella, por miedo a que se diera cuenta. Pero ahora la sentía más cerca, cubierta sí, pero más cerca. En un momento moví la pierna, solo para estirarla un poco, y rocé involuntariamente la suya.

                Coloqué la notebook en el medio de los dos, sobre el colchón. Esto hacía que tuviéramos menos espacio y no estuviéramos tan cómodos, pero al menos marcaba una distancia entre nuestros cuerpos. Tenía miedo de tocarla de nuevo. Aunque más miedo me daba que ella hiciera algún movimiento con el que se diera cuenta de que estaba totalmente al palo.

                Así es. Como buen pendejo pajero que era, no podía controlar la calentura que me generaba que la mina con el orto más espectacular que conocía en persona estuviera media en bolas a mi lado. La tenía más dura que una roca y eso pasaba desde hacía ya bastante tiempo. Pero ahora no podía pajearme como lo había hecho la noche anterior. Ahora Florencia estaba a pocos centímetros de mí.

                Sentía su respiración. También percibía el perfume que usaba. No era la primera vez que lo sentía, pero sí la primera vez que prestaba atención en eso. ¿Qué pasaba si fingía que me movía de nuevo y esta vez rozaba su muslo? Las ganas que tenía de hacerlo eran terribles, pero me dio miedo quedar como un pelotudo.

                Cuando la película iba masomenos por la mitad me di cuenta de que la respiración de Florencia había cambiado de ritmo y ahora se hacía más profunda. La miré. Había pasado lo que sospechaba. Se había quedado dormida. Esta vez solo podía ver su cara. Sus labios estaban, como parecía ser su costumbre cuando dormía, separados. Tenía una boquita muy seductora, y ahora estaba haciendo trompita. Su nariz era un poco grande, pero iba bien con su rostro algo alargado. Tenía una linda geta la pendeja. Y eso que ese no era su fuerte. Su fuerte era su físico, y de su físico lo mejor era el intimidante orto que tenía. Uno de esos ortos que no se pueden dejar de mirar pero que a la vez producen respeto, porque uno sabe que un culo como ese no es para cualquiera.

                Pensé en despertarla y decirle que se fuera a su colchón. Si la tenía ahí por mucho tiempo iba a terminar haciendo alguna estupidez. Es más, ya lo estaba haciendo, porque si bien no me estaba pajeando, mi mano envolvía y presionaba mi verga a través del calzoncillo. Un gesto que ni siquiera fue premeditado sino que me surgió espontáneamente mientras la estaba viendo.

                Traté de seguir mirando la película, pero la verdad que ni siquiera le había prestado mucha atención desde que la había puesto. En ese momento detesté a Florencia tanto, o incluso más, de lo que la detestaba desde que la conocí. ¿Se suponía que ahora íbamos a ser amigos? La conversación anterior había sido el equivalente a fumar la pipa de la paz. Nunca me había sentido cerca de ella, y ni siquiera imaginé estarlo. Pero no me iba a engañar. Al final de cuentas ella seguía siendo la misma de siempre. No iba a dejar de ser lo que era solo porque tuvimos una simple charla.

                —No me dijiste nada sobre la foto.

                Me exalté al escucharla. Por lo visto se había despertado. ¿O había fingido que dormía para comprobar si era un degenerado o no? No me extrañaría que así fuera. De repente estaba a la defensiva. Solté la verga que aún tenía envuelta en mi mano. Tuve mucho cuidado de que el movimiento fuera imperceptible para ella.

La odiosa de Florencia. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora