Capítulo 6
Acordamos que para aprovechar el tiempo que nos quedaba debido a nuestra apresurada huida de la playa, iríamos a un par de lugares famosos de Mar del Plata. Aunque finalmente solo visitamos la torre tanque, y un centro cultural del que ni siquiera recuerdo el nombre. Pedro le mandó un mensaje a Florencia, avisándole que había conseguido cuatro boletos para el Aquarium Mar del Plata, por lo que ya teníamos la tarde organizada para el día siguiente.
—Los viejos pensarán que tenemos doce años —comentó Florencia.
—De todas formas, ni siquiera cuando era chico me pareció divertido ver a unos delfines haciendo piruetas —repuse yo.
—Bueno, igual no está mal que pasemos tiempo los cuatro.
—Así que te interesa que actuemos como una familia de verdad. No sabía que tenías sentimientos —me burlé.
—Es que a tu mamá la quiero mucho. En cambio, a otros… —comentó, mirándome de reojo, con una sonrisa maliciosa.
—Bueno, ahora ya sé que no tengo que volver a hacerte favores —retruqué.
Se hizo un repentino silencio. Era la primera vez que hacía alusión al tema desde lo sucedido. No pensaba romper mi palabra de no mencionar el asunto, pero ahora se me escapaba esa frase que nos retrotraía a ese beso. A ese beso y a mi mano deslizándose lentamente hacia el abultado trasero de mi hermanastra. De esto ya habían pasado más de dos horas, y durante el paseo había cumplido al píe de la letra con la promesa. Aunque para ser sincero, se notaba el ambiente tenso. Florencia estaba ensimismada y solo respondía con monosílabos a los comentarios que yo hacía de vez en cuando. En varias ocasiones contestó algún mensaje que yo supuse era de su profesor.
—Que conste que no mencioné lo que pasó en la playa —dije, para tantear el terreno, ya que temía que me considerara alguien sin palabra.
—No. Pero hiciste alusión a él —respondió ella, tajante—. Y ahora también lo hacés. Cada vez que digas que no vas a hablar del tema, en realidad lo estás haciendo.
—Bueno, bueno, no vuelvo a hacerlo —le aseguré—. Ni a hablar del tema. Ni a hablar de que no hablo del tema. Ni a hablar de hablar de que no hablo del tema —agregué, a ver si al menos le sacaba una sonrisa, cosa que no conseguí. Más bien al contrario, ahora sentía que había quedado como un estúpido.
Realmente no tenía por qué comportarme de esa manera tan complaciente. Bien podría haberla mandado a la mierda por ser tan exigente. Después de todo, era ella la que me había puesto en esa situación tan incómoda. Me había usado como un mero peón de ajedrez para darle celos a su amante, y encima me había hecho jurarle un eterno silencio. Supongo que si toleré tal cosa fue porque en mi subconsciente especulaba con sacarle provecho a la situación. Si Florencia confirmaba que yo era alguien discreto y de confianza, quien sabía, quizás podría volver a besarla y a manosear su perfecto orto.
—Igual te entiendo —dijo ella, para mi sorpresa—. Lo que te pedí fue demasiado. Y de hecho hasta me siento arrepentida de haberlo pedido. Pero en ese momento me ganaron mis sentimientos.
Habíamos tomado un colectivo para regresar al hotel, y ahora, mientras el sol se ocultaba y cubría la ciudad de un hermoso anaranjado, caminábamos las cuadras que nos faltaban para llegar.
—¿Querés saber por qué te lo pedí? —preguntó.
—Qué pesada —dije yo, exasperado—. La que dijo que no quería que hablásemos del tema fuiste vos, y yo acepté. Así que no, no hace falta que me cuentes nada.
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La odiosa de Florencia. +18
DiversosEl papá de Florencia se casa con la mamá de Mariano, y ambos se ven obligados a una convivencia que a ninguno de los dos parece gustarle.