𝐔𝐏𝐒𝐈𝐃𝐄 𝐃𝐎𝐖𝐍 | ᵃˡᵃⁱⁿ ˡᵃᵘᵇʳᵃᶜ ⁽ ᵐⁱˣᵗᵉ ¹⁹⁶³ ⁾ ✓

cuatro.

CAPITULO CUATRO

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AQUELLA NOCHE era víspera de Navidad y, por tanto, la velada en el restaurante que tanto esperaban los padres de Edith. Buena parte del pueblo estaba ahí. La gente comía alegremente mientras la banda tocaba en el pequeño escenario cerca del mostrador. Estaba casi toda la clase de Edith. Algunos venían con sus familias, otros venían solos. La pelirroja y sus hermanos correteaban con los platos mientras su madre trabajaba en la caja registradora y su padre estaba en la cocina.

Edith acababa de llevar un plato a una mesa cuando vio a Alain entrar en el restaurante y una sonrisa apareció automáticamente en su rostro. Aunque no se lo había dicho a nadie, desde que había empezado la velada no dejaba de preguntarse si vendría. Durante los dos últimos meses, Alain y ella se habían acercado mucho y tenía que admitir que le gustaba mucho más de lo que debería.

Se acercó rápidamente a él antes de que uno de sus hermanos tuviera la oportunidad de hacerlo y le dedicó una gran sonrisa.—¡Hola!—

—Hola. Feliz Navidad—,respondió él, sonriéndole.

—¡Feliz Navidad! ¿Estás solo?—,preguntó ella y él asintió.—Hay otros compañeros de clase. Algunos han venido con su familia, pero los demás se sentaron en una mesa. ¿Quieres que te siente con ellos o prefieres quedarte solo?—.

—Con ellos estará bien—.

Asintió y le hizo un gesto para que la siguiera. Le guió hasta una mesa situada entre la puerta principal y el escenario donde estaban sentados varios chicos de la clase. También estaban Michelle y Simone sentadas en el borde. Los padres de Michelle habían permitido a Jean-Pierre y a ella salir por la noche.

Tomó el pedido de Alain y de los que aún no lo habían hecho y volvió corriendo a la cocina.—Para la mesa 7—,dijo a su padre y a uno de los cocineros mientras dejaba el papel con los pedidos sobre la encimera.

—Mesa 14—,respondió su padre, señalando varios platos.

Ella se colocó dos en los antebrazos y tomó otros dos en las manos antes de salir de la cocina. Caminó por el restaurante, evitando a los niños que correteaban y a la gente que bailaba, y colocó los platos delante de los clientes. Al darse la vuelta, tres amigos de Thierry se le acercaron.

—¿Dónde está tu hermano?—.

Ella señaló hacia la barra, donde su hermano estaba ocupado preparando bebidas y ellos asintieron mientras ella se marchaba de nuevo. Mientras la gente seguía llegando, una persona que nadie esperaba ver entró por la puerta con un par de personas. Llevaba una camiseta blanca y unos vaqueros azules. Con la maleta en la mano, gritó.—¡Feliz Navidad!—

Los ojos de Edith se abrieron de emoción.—¡Mamá, papá, es David!—,gritó mientras corría hacia él.

Él soltó inmediatamente la maleta para abrazarla mientras ella saltaba a sus brazos, seguida enseguida por Thierry y Lucas, y luego por sus padres.—Hola, mamá. Hola, papá—,sonrió cuando su madre fue a besarle la mejilla mientras Lucas y Edith seguían pegados a él.

Thierry le dio un rápido abrazo, pero sus otros dos hermanos se quedaron junto al mayor. A Thierry no le gustaban mucho las muestras de afecto ni el contacto físico.

—Tenemos una semana de permiso por Navidad—.explicó David, antes de señalar con la cabeza al chico que tenía al lado.—Este es mi amigo Nathan. ¿Puede quedarse con nosotros? Su familia vive muy lejos—.

—¡Claro, claro! Estamos tan contentos de tenerte de vuelta—.Victoire sonrió mientras estrechaba la cara de su hijo entre sus manos.

—¡David ha vuelto para pasar la semana!—gritó su padre y algunas personas que conocían al chico se levantaron para saludarlo.

—Edith, cariño, llévales las maletas arriba—.Victoire le dijo a su hija.

—Claro—,respondió ella antes de tomar las maletas de su hermano y Nathan.

El chico le dio las gracias y la pelirroja cruzó la habitación para subir a su apartamento. Fue a dejar las dos maletas en la habitación de David y se ocupó de hacer la cama de su hermano y preparar el sofá para su invitado antes de bajar de nuevo al restaurante. David y Nathan conversaban en el bar con los amigos de Thierry, mientras que los padres Lefebvre habían vuelto a la cocina.

El resto de la velada transcurrió tranquilamente. La gente comía, otros bailaban al ritmo de la música y poco a poco el restaurante se fue vaciando, dejando sitio para que Edith y sus hermanos limpiaran.

Mientras barría el vestuario situado entre la cocina y los aseos, Alain se unió a ella. Edith miró rápidamente para asegurarse de que sus padres no le habían visto. Sabía que sacarían conclusiones precipitadas; no la querían cerca de chicos.

—Hola, ¿te molesto?—,le preguntó y ella apoyó la escoba contra la pared.

—No, en absoluto. ¿Qué pasa?—,le sonrió.—¿Qué haces aquí todavía?—

—Quería darte algo—,respondió él, abriendo su bolso.—Es un regalo de Navidad—.

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de Edith.—¿Me compraste un regalo de Navidad?—

De repente se sintió culpable. No pensó que él le compraría algo. No tenía nada para él.

—No es gran cosa, en realidad, es sólo algo que vi y pensé que te gustaría—.le dijo Alain con dulzura antes de entregarle el regalo.

Ella lo tomó con una leve sonrisa y arrancó el papel de regalo. Era un libro de Louisa May Alcott.

—Espero que no lo hayas leído ya. Pasé por delante de él la última vez y después de tu presentación la última vez, pensé que te gustaba así que...—

—¡Me gusta! Es perfecto—,le dedicó una amplia sonrisa.—Muchísimas gracias—.

Dio un paso hacia delante y lo estrechó entre sus brazos. Aunque él pareció sorprendido por un momento, no tardó en rodearla con sus brazos. Ella dejó escapar un suspiro mientras cerraba los ojos. Le encantaba la sensación de estar entre sus brazos. Le gustaba mucho. Era amable y cariñoso. Era perfecto.