8: Solo pequeños bebés de ojos dorados

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Los ojos morados del chico rubio se abrieron de par en par al ver al moreno desmayarse.

Angustiado, sabía que necesitaba ayuda, pero no podía dejarlo solo aquí.

—Oh, porque Leila no está aquí

Suspira, la lluvia era cada vez más fuerte, y necesitaba llevar al hombre a algún lugar seguro.

—Maldita sea—murmura.

Mira a todos lados, y recuerdo el den den mushi en su bolsillo.

—Leila, por favor atiende...

No se escucha nada en la otra línea, el sonido icónico del aparato era bajo, a través de la fuerte lluvia, pero de repente.

Gotcha ¿Qué pasa, Albus? ¿Por qué me llama ahora? —una voz femenina se oyó del aparato.

—¡Leila!—gritó el rubio—¡Necesito ayuda!

—¿Te has vuelto a perder? Ni siquiera parece que hayas nacido aquí—se queja.

—¡No es eso! Le ha pasado algo a una persona y no puedo llevarle—replica.

La línea se quedó en silencio un rato, ella no sabía muy bien cómo responder.

—De acuerdo, ¿En qué parte estás?

—Estoy cerca de la playa... o no estoy seguro—dice.

—Es de mucha ayuda, Al—ironizó.

—No es culpa mía—gimoteó—te haré una señal, tengo algo aquí que podría ayudar.

—Bien, voy para allá.

El den den mushi se apagó y no se oyó más que la fuerte lluvia.

En un intento de ayudar más al hombre inconsciente, sacó un paño largo y trató de calentarle, no pudo hacer mucho.

Cogió otra cosa y la lanzó al aire, emitiendo una luz roja brillante y señalando una ubicación.

Law, que estaba inconsciente, empezó a despertarse, el chico no sabía qué hacer, sólo esperaba que su amiga llegara pronto para ayudarle.

Unos minutos después...

Alguien encapuchado con ropa de lluvia llegó donde estaban los dos, con cara de sorpresa dice:

—Joder—y ella se queda muda, estupefacta.

—¡Leila, no es momento para esto!—dice el chico, despertándola.

—Oh, entiendo, entiendo —le contestó. —Ven, vamos a la cabaña.

La cabaña no estaba muy lejos de allí, pero el chico no podía llegar solo, con la ayuda de la morena movió al hombre hacia la cabaña que allí había.

Fue entonces, con el calor de la chimenea, cuando Law despertó.

Estaba aturdido y confuso, ¿dónde estaba? ¿Qué había pasado? Siguió haciéndose preguntas hasta que sintió un fuerte dolor en el abdomen.

—Oh oh oh, mejor quédate quieto—dice Leila.

—¿Qu-quien eres?—Preguntó el moreno.

La chica miró hacia el rubio, que se estaba secando.

—Este chico te vió desmayarte y te ayudamos a llegar hasta aquí... Señor embarazado—respondió.

Law miró con sospecha, sin embargo, aquella expresión, cerrada y recelosa, fue sustituida por una de dolor, una más intensa que la otra.

—Dios mío, ¿qué pasa? ¿Está bien, señor? —se preocupó la chica.

El rubio se acercó, también desesperado, como ella.

Solo Girasoles - Lulaw [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora