inminente (diario de una despedida)

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siempre que estoy triste siento que tu despedida es inminente. no es algo que solo sienta cuando estoy triste, pero cuando estoy medianamente feliz tengo más facilidad para ignorarlo.

Entonces hago las cosas del día, abro los ojos, me levanto, me lavo la cara, limpio mis dientes y encaro el resto de las horas. 

no me siento abrazada por vos. hacés el acto motor de rodearme con tus brazos pero no  me refiero a eso. no me siento abrazada por vos. no me siento escuchada, no me siento comprendida, no me siento valorada, no me siento buscada, no me siento deseada (tal vez solo sexualmente)

Eso lo escribí un día antes de que vuelvas de Mendoza. Yo también me sentía mal con vos. 
Esa semana que estuve sola en tu departamento sentí que me estaba despidiendo de las cosas. Por eso me cociné tan poco y decidí fragmentar la comida, no tenía fuerzas para usar el mismo lugar que siempre usabamos para reirnos, comer y coger. No miré la tele ni me senté en tu sillón, no podía hacerlo sin vos. Me bañaba, salía y me miraba en el espejo y me veía incompleta, no solo por tu ausencia, sino porque no entendía dónde habían quedado todas las cosas que era en el camino que transité con vos. En realidad yo estaba muy en el fondo mío tapada por mis miedos.
Cada noche que me acostaba sentía que dormía con la angustía. Era más triste cuando venía Eva. Se acercaba, a veces quería que le haga mimos en el cuello y levantaba la cabeza. Yo se los hacía, jamás podría negarle un cariño a quien quiero tanto, solo que sentía que era la última vez.

El viernes volviste, yo estaba tirada en la cama haciéndome la dormida porque no tenía fuerzas para abrazarte yo primero. Necesitaba que te acuestes y te acurruques a mi lado. Y lo hiciste y todo dejó de doler. Te sacaste la ropa, me abrazaste y me dijiste que te gustaba tenerme ahí. Y yo me sentí en paz. 

Hoy es 6 de abril. Pasaron tan solo 5 días desde que decidiste irte. 
Te llamé varias veces, escuchar tu voz era para mí como esa vez que llegaste de Mendoza y me abrazaste, parecías unir todas las piezas. Pero es más dificil esta vez. Tengo que entender que no querés unir nada. 
Me siento deprimida, tengo la creencia presente de que jamás me sentí tan triste. Me he sentido más desesperada y ansiosa, pero jamás así de triste.
A la mañana y a la noche me empieza a latir demasiado el corazón, es como si fuera lo único que hay en mi cuerpo. Cierro los ojos y está ahí, viví 20 años con este mismo corazón y jamás lo sentí latir tanto. Es como si me estuviera preguntando ¿Qué me hiciste?
Ayer fui a la facultad con todo el dolor del mundo. Sonó la alarma y pensé un millón de veces en si ir o no, fui igual. Tuve dos clases: neuro y psicoanalisis. A la salida fui a almorzar con la chica que te había contado que me cayó muy bien.  Después volví a mi casa y otra vez me deprimí.
Estoy atrasadisima con la facultad. Tengo en menos de un mes el parcial de neuro y no sé ni qué es la corteza prefrontal. 
No tengo fuerzas. Estoy acostada todo el día intentando dormir: fumo un montón, necesito de alguna manera que mi corazón se calme y me deje de preguntar qué me hiciste porque no tengo respuesta. No estoy comiendo casi nada, no tengo hambre, el mero hecho de masticar me es ajeno. No me estoy lavando los dientes. Solo necesito quedarme en la cama y taparme, tratar de encontrar una especie de seguridad que en este momento no existe.

Me miro al espejo y ya no soy yo. Tengo la boca seca, los ojos hundidos y la piel quebrada. Pasaron solo 5 días. 
Estás en todos lados menos conmigo. Me tomo el subte y empiezo a buscar tu cara entre la gente. Me pregunto si habrá algo que te haga escribirme y decirme que me extrañas. Pero jamás pasa. Jamás te veo, jamás me escribis.

Estoy teniendo un montón de recuerdos de nosotros juntos. Cuando te estaba haciendo sanguches en la ruta y me decías que era la mejor novia. Cuando me agarrabas la pierna al manejar. La vez que hicimos treking y nos pusimos a festejar porque no me había tenido que hacer un paff en todo el camino. De nuestro picnic y de los animales, de tu risa.
Me acuerdo de la vez que nos fuimos a bañar después de que nos dijimos te amo por primera vez y yo te decía que sentía que eran palabras ajenas. Hoy siento lo mismo, vos te las llevaste.
Sin embargo, de todos los recuerdos que tengo, el más constante es estar en tu piscina nadando y que me sostengas la cabeza para que flote. Fue el momento en el que más paz sentí en todo el año. Me estabas sosteniendo para que no me hunda: paradojicamente así fue en toda nuestra relación. 
Jamás quise hacerlo, solo que no sé nadar sola. 

Mi miedo a perderte era tan grande que de alguna u otra manera necesitaba pasar más tiempo con vos, sentir que estabas ahí, riendote conmigo, durmiendo conmigo, haciendo cosas conmigo. Cuesta aceptarlo, pero ese era el motivo del por qué no quería que estemos con tus amigos. Quería que estemos solos y que estemos abrazados, me daba el mismo nivel de resguardo que me da ahora taparme la cabeza con el acolchado las 24hs del día.

Recuerdo la primera vez que nos vimos y de lo desconocido que eras para mí. No quiero recordar la última vez que nos vimos y que vuelvas a ser lo mismo: un desconocido.

Miro tus historias, entro a ver si subis alguna historia. Es como que necesitara saber de vos para sentirte más, sin embargo cada vez que lo hago te siento más lejos. Cada vez que te hablo, cada vez que te escribo, cada vez que te busco.

Y es que vos me querés lejos. 

Me rompe la cabeza cómo si hace una semana estabamos riendonos entre medio de un beso.

Me reprochaste que cuando empezamos a salir te dije que no quería que te vayas al voluntariado. Y también que era una egoista por no querer que te vayas a Comodoro ¿Te acordas de la vez que vimos La La Land y te enojaste porque Emma no le decía a Ryan que quería que se quede? Yo te lo dije. Yo siempre quise que te quedes.


Hoy me imagino que te estoy leyendo esto el 15 de junio. Es mi manera de calmar el dolor, de saber que las cosas que no te puedo decir hoy, al menos van a poder ser dichas mañana. Quizás solo tengo que pulir lo que más me falta: la paciencia. 

Me pregunto si me extrañas de la misma manera en la que te extraño yo. Me pregunto si tu deseo más profundo es que volvamos a dormir abrazados en la misma cama o si solo estoy perdiendo el tiempo.

7 de abril

Pasó un día más desde ayer. No planeo escribir acá todos los días. Solo cuando siento que me hace falta. Hoy también me hace falta.

Pude comer y levantarme de la cama. Aunque comí llorando y estoy sentada en la silla llorando.
Como mencioné, estoy un tanto atrasada con la facultad, así que estoy leyendo a Freud. Hace 30 minutos estoy con el mismo párrafo y no lo entiendo, tu recuerdo se me atraviesa y ya es un tanto molesto.

Hoy estoy enojada y hoy te odio un poco ¿Por qué no me dejaste en vacaciones? Me dejaste la primer semana en que arranqué la facultad y me desmoronaste todo.

Enojada y todo, deseo que vos estés mejor. A mí me cuesta un poco más.


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