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Gordon llegó exactamente en cinco minutos a casa, subió todo el equipaje a su camioneta, una vieja y muy buen cuidada Toyota roja. Yo suboen la parte de atrás, abrocho mi cinturón de seguridad mientras Gordon termina por subir todo a la cajuela. Aún no entiendo nada, y mi confusión se intensifica cuando Gordon sube al volante, enciende la camioneta y veo a mi madre como una loca al teléfono. Está discutiendo con la otra persona en la línea, nunca la había visto así, había perdido el control de todo y se me hacía increíble cómo alguien de su complexión, delgada y un poco bajita, podía tener ese arranque tan inusual.

—¿Al menos tú me puedes decir qué carajo pasa? —Hago que Gordon levante la vista de su celular.

—Eso le corresponde a tu mamá.

—Claro, te pones de su lado.

—No estoy del lado de nadie, sólo que si te digo ella me mata.

—Bien, entonces te haré preguntas de sí o no.

—Arranca.

—¿Hice algo malo?

—No directamente.

—¿Asunto de mi papá?

—Sí.

—¿Mi mamá va a perder la cabeza?

—Totalmente.

—¿Cabe la posibilidad de que regresemos a Alemania?

—No lo creo.

—¿Qué pasará con Tom?

—Esa no es una pregunta de sí o no.

—¿Volveré a ver a Tom?

No dice nada, su voz no sale aunque veo su boca abierta, lista para disparar algo que no quiere o que no puede, de cualquier forma y en contra de cualquier pronóstico, sé que esta decisión que mi madre ha tomado, estará perjudicando directamente en mi vida.

Luego de unos minutos más discutiendo con aquella persona al teléfono, la veo arrojar el celular y este choca contra la acera, destruyéndose por completo. Ella no hace más que secarse, con el dorso de la mano, las lágrimas rebeldes que resbalan por sus mejillas.

—¿Ya me vas a decir qué diablos pasa? —pregunto en total calma. Ella me mira por el retrovisor y sus lágrimas se intensifican.

—Perdóname, mi cielo. En cuanto lleguemos te lo diré todo.

—¿Puedes decirme al menos si sigo teniendo novio?

—Hablaremos de eso después.

—¡¿Eso es un no?! —chillo de repente.

Mi mamá ignora por completo mi reacción, entonces recurro a un plan antiguo pero funcional. Saco mi iPod y me coloco los auriculares para distraerlos. Así podré escuchar lo que ellos hablan en nivel de ultratumba, mismo tono que mamá y Gordon han formado. Con la mirada enfocada en la calle de mi lado, pongo total atención en su conversación.

—Deberás decirle ya.

—No lo haré, hablé con Jörg, también se irá.

—Pero Simone, escucha, él debe saberlo, no creo que estés haciendo lo correcto, ni siquiera sabes si ya tuvieron...

—Te voy a pedir un favor, ya no me digas nada y llévame a casa de mi madre, es todo.

Silencio nuevamente.

Ella habló con Jörg ¿Cuántos Jörg conoces Bill? Sólo uno pero... No, no, ellos no se conocen. ¿Dijo que habló con él y que también se irían? Dios no, no puede ser el mismo Jörg. ¿Y si es el mismo Jörg? Debo estar enloqueciendo, Tom habló con su papá cuando íbamos en el taxi y por lo que escuché a Tom decir, su padre no tenía idea de que ya veníamos de regreso. Ahora, Gordon le dijo a mamá que tendría que decirlo algún día, ¿Decir qué a quién? ¿A mí? ¿Qué cosa? Esto me está generando jaqueca.

La Sangre LlamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora