Capítulo 25

392 42 1
                                    

Conway nos citó, a los cuatro. Aunque Castro no estuvo disponible para asistir, así que solo éramos Freddy, Gonzalo, y yo frente a él.

Comenzó leer un comunicado que la CIA le hizo llegar horas antes. Recitó el contenido del papel en voz alta y con rapidez, como si quisiera acabar con todo lo más pronto posible.

— Os lo resumo, estáis todos fuera de la CIA, ¿Queréis saber por qué? — Dijo al terminar de leer.
— ¿Qué ha pasado? — Preguntó Gonzalo.
— Ahora la CIA está desmantelada, no queda ni un solo puto agente en la isla. — Respondió Conway.

Hubo un silencio penumbral que resultaba nauseabundo. Fueron a penas un par de segundos antes de que Conway volviera a hablar.

— El que divulgue algo relacionado a la CIA, es pena capital.
— ¿Somos libres? — Pregunté, más confundido que esperanzado. Todo esto olía a mierda.
— Disfrutad vuestra puta libertad — Expresó antes de darse la vuelta y subir a su auto, yéndose y dejándonos solos frente a la bomba que acababa de soltar.

Yo no era el único que encontraba esto extraño, y no era para menos. Viene un día de repente a cantarnos un documento que sólo recibió él, sin ninguna reunión ni noticia sobre el nivel ocho. Después de su nada nuevo episodio de esquizofrenia de ayer, en el cual no estuve presente (afortunadamente), estaba claro que Conway está perdiendo el norte y dejaron de ser sospechas el hecho de que también está haciendo cosas por detrás.

Quizás fue la muerte de Valbuena lo que lo volvió a enloquecer. Un agente más asesinado por el calavera, alguien más que murió por Conway, cualquiera perdería la cabeza. Y ahora había vuelto a las antiguas andadas de su "entrenamiento militar", adoptando el papel de un dictador.

Aún no estaba seguro de mi libertad, quizás esto era también una prueba, algún tipo de entrenamiento... tortura silenciosa. Querer mantenernos en incertidumbre. Pese a mis sospechas, me permití responder al llamado de Rogelio, ir con él y aceptar la sorpresa que tenía para mi.

Aunque su apariencia había cambiado mucho, ese suéter naranja con olor a cabra era inconfundible. Nadie más que Segismundo portaba eso como él mismo.

Horacio y yo conocimos a Segis hace cuatro años, fuimos basureros, tiramos camiones por barrancos, incluso robamos un banco juntos. Fue ahí donde nos presentó a su primo, Rogelio. Es curioso que ahora sea Rogelio quien nos vuelve a reunir a Segis y a mi.

Antes de ser policía fui un hijo de puta, curiosamente, fue junto a Segismundo que conocí a Conway; cuando nos acompañó a Horacio y mi a denunciar esa amenaza que recibimos por Twitter. Ahora, volviendome a encontrar con un viejo amigo me pregunto... ¿Qué hubiera sido de mi vida si no hubiera puesto esa denuncia?

Rogelio y Segismundo sugirieron que los acompañara a robar una tienda, una pequeña, como en los viejos tiempos; volver a sentir la adrenalina inigualable de estar del otro lado de la persecución. No voy a negar que me lo pensé, realmente me planteé el dejar mi vida en las habilidades de conducción de Rogelio y divertirme un poco. Entre más lo pensaba, más me daba cuenta de lo mala idea que era, y de lo mucho que me arrepentiría de no hacerlo. Pero más me arrepentiría si algo malo pasaba por mi culpa.

Me despedí de los gallegos y me fui a patrullar con James, él podría disipar mis pensamientos y volverme a la realidad. Su solo aroma me hacía recordar que ya no estábamos en 2020, mi vida era diferente ahora.

Estaba junto a él cuando recibí esa llamada: "Queda relevado se sus funciones, García". Dijo aquella voz en cuanto atendí el teléfono.

Orillé el patrulla y me alejé lo suficiente para que Gordon no escuchara mientras me observaba desde dentro del auto.

Sacalo de los escombros - Gortabo. Gustabo×GordonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora