Capítulo 17

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— Llevas puesta mi ropa — acusé.
— No es tú ropa, es mía.
— ¿Estás tratando de copiar mi estilo, James?
— Oye, no me jodas, tú no inventaste el usar camisas.
— Pues sí — dije con obviedad — ¿Por qué llevas el botón abierto? — golpeé la abertura en su camisa con un dedo.
— ¿Se ve bien, no?
— Pues ya sabes lo que dicen, botón abierto, culo abierto — contuve la risa con siniestra profesionalidad.

Cubrió su rostro con la mano, pero pude ver que sonreía por debajo de ella, eso fue suficiente para empezar la jornada de excelente manera.

Habían pasado un par de días desde San Valentín, supe que Gordon se tomó un descanso, y yo salí de la ciudad por temita CIA y esas cosas. A punto de mi llegada salí a patrullar con Isidoro como era costumbre mientras me ponía al día con las cosas importantes que habían pasado en comisaría durante mi ausencia.

— Gordon se metió en problemas — sentenció.

Después de los problemas amorosos de Murray, las chivatas de instapic, y el clon de Isidoro; por fin dijo algo que hizo a mis nervios encenderse como un rayo. Corto, estruendoso, y llamativo.

— ¿Cómo?
— Amenazó a un oficial. Se lo llevó a Sandy fuera de servicio y prácticamente le dijo que si fuera por él, estaría muerto. El oficial grabó un audio y lo acusó con Freddy.
— ¿Qué oficial?
— Desanti.
— Ese es un sapo, Gordon me lo contó.
— A Freddy no le pareció que actuara así. Ha estado raro últimamente, Gordon, ¿no crees?
— ¿Sí? No me lo parece.
— Bueno, es tu novio, supongo que lo conoces mejor.

Por supuesto, como su pareja debería ser yo quien mejor lo conociera de entre todos estos, sin embargo, ¿Por qué no sabía nada de él?

A mitad de un código 1, Conway llamó a toda la malla a una reunión. A través de la radio su voz golpeaba todavía más que otros días, se le escuchaba considerablemente enfadado, con todos.

Mi ausencia me privaba de entender por completo el regaño, aunque inclusive a mi me indignó escuchar que los maderos de bajo rango no solo me desobediencian a mi, sino también a Freddy, e incluso a Conway. Una comisaría repleta de pringados privilegiados con aires de superioridad que los llevaba a querer pretender ser Conway.

Entre tanto, Gordon también se llevó una pedrada. Aunque no estaba presente, cualquiera enterado sobre el temita Desanti sabría que aquella indirecta que soltó Conway era para él. Contrario a eso, yo recibí reconocimiento, pese a que en un principio me jodio que nadie supiera mi rango, Conway se ocupó de dejarlo claro. Sin olvidar recalcarles mi autoridad sobre ellos, y después darme la oportunidad de dar mi oratoria.

Terminada la reunión me encontré con Gordon de frente por los pasillos de comisaría, vestía una hoodie gris enorme, iba sin el uniforme y a lo lejos pude ver mucho cansancio en su rostro, aunque aquello cambió apenas verme.

— ¿Y tú camisa? — me acerqué a él cruzado de brazos, observándolo con una media sonrisa.
— Ah... estaba un poco cansado y me fui a casa, vine por la reunión pero parece que tardé demasiado.
— Bueno, no te perdiste de mucho. Los mismos sermones de siempre. ¿Estás enfermo? — toqué su frente con el dorso de la mano.
— Estoy bien. — bajó mi mano con cuidado.
— Ya — expresé con escasa credulidad — ¿Crees que tardes mucho?
— No creo, veré que me dice Conway.
— ¿Por lo de Desanti?
— Que rápido corren los chismes, ¿no?
— Hubiera preferido enterarme por ti. Te espero fuera.
— ¿Por qué?
— Para acompañarte a casa, que me des mi ropa, y hablamos de esto.
— No tardo — dijo desganado y me dio las llaves de su coche.

Fiel a su palabra, pasaron a penas 15 minutos en los que estuve sentado en en el asiento del piloto esperando por él. Mantuve la puerta abierta y una pierna fuera del auto durante ese tiempo, al verlo acercarse bajé y le abrí la puerta del copiloto; al principio insistió en que quería conducir, aunque no tardó mucho en darse por vencido y dejarme el volante a mi.

— ¿Qué te dijeron?
— Me regañó, dijo que tenía que dar el ejemplo y eso...
— ¿Por qué lo amenazaste?
— Porque me tiene hasta la polla, él no debería estar aquí, sino en federal.
— Es un sapo, pero si lo reintegraron es por algo, ¿no?
— Sí, no digo lo contrario, es solo que no estoy de acuerdo. Se lo dejé claro para que pare de molestarme.

Llegamos a su apartamento y subimos a paso tranquilo, mientras le daba la razón a su molestia y le expresaba que comprendía su comportamiento. Fue a por mi ropa y yo lo esperé en la estancia.

La cocina estaba hecha un desastre, había una pila de platos sucios en el lava vajillas, envoltorios de comida rápida sobre la encimera, incluso ropa sobre los sofás.

Gordon regresó de inmediato con mis prendas dobladas a la perfección y me las entregó.

— ¿Qué te pasa? — hice un espacio sobre la encimera y dejé la ropa ahí.
— Nada, eso de Desanti me tenía estresado.
— ¿Por qué no me contaste antes? Llevas días así y yo ni enterado.
— Bueno, no somos del tipo de pareja que se cuenta las cosas tristes. — Apartó la mirada.
— ¿Qué? ¿Por qué dices eso?
— Porque yo soy más que consiente de que tú tampoco me cuentas lo que te pasa.
— A mi no me pasa nada, por eso no te lo cuento.
— Mientes. Te he dicho un millón de veces que jamás te daré la espalda, y que quiero entenderte. ¿Qué hace falta que te diga para que confíes en mi?
— Confío en ti.
— Sigues mintiendo.
— Para empezar, no estamos aquí para hablar de mi.
— Nunca lo estamos. — su tono se endurecia con cada respuesta.
— Se que no eres un pan de Dios, James, yo mucho menos lo soy. No sé que problemas tengas con ese tipo, ni por qué lo amenazaste con exactitud, solo me gustaría que me contaras si estás mal.
— Mienteme de nuevo, y dime que tú también me contarás lo que te pasa.

Era cierto que James no conocía mi verdadero ser, sabia lo que me era permitido mostrarle, y siempre trataba de entender cada parte de mi. Estoy seguro de que si pudiera mostrarle mi alma sin tapujos, él podría descifrarme por completo.

— ¡Yo te conté lo de la iglesia! — dije a la defensiva.
— Claro, explotaste una iglesia, ¡¿Qué puta iglesia?! No hay rastro de nada, ni noticias, ni informes, NADA. No se nada.
— Bueno. — encogí los hombros.
— ¿Bueno? Me cago en la puta, dime lo que estás pensando, joder.
— ¿Podrías dejar de pretender que me conoces más que yo mismo?

¿Por qué? ¿Cómo fui capaz de decirle eso a él? A él... quien más que nadie se esforzaba por conocerme.

— ¡¿Y tú podrías ser honesto por una vez en tu puta vida?! — Sus palabras atravesaron mi pecho con la fugacidad de una bala, una bala envuelta en veneno, porque ese sufrir permanecía; se extendía sobre mis órganos y más que doler, ardía.

— Yo vine aquí para ver que estés bien, porque me preocupo por ti. Parece que estás mejor de lo que pensaba. — tomé mis cosas de la encimera.
— Llévate el auto — me extendió las llaves. Las tomé, y salí del edificio.

Me senté sobre la piel artificial que con el tiempo se había impregnado con el olor del aromatizante que Gordon siempre compraba. Sostuve el volante, me perdí en el tiempo, en los civiles caminando por las banquetas y las farolas iluminando escasamente las calles. Respiré profundo y... confirmé que no soy tan fuerte como pensaba.

Recargué la frente sobre el volante, deseando seguir siendo experto en no sentir nada, y pedí, a lo que sea que me escuchara, que amarlo tanto no se convirtiera en un fastidio.

















Sacalo de los escombros - Gortabo. Gustabo×GordonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora