7. No estás solo

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Llegaron a su destino y mientras se levantaban y estiraban, dejaron el equipaje en manos de los botones del hotel.

Si atreverse a mirar a su hermano, Tom se calzó y se abrochó la sudadera. Eran las 7 y media de la mañana y hacía frío. Sentía a Bill moverse tras él, oía el sonido de la cremallera de su cazadora cerrarse y como se inclinaba para coger una bufanda con la que se abrigaría la garganta.

Recordaba que le dijo a su madre que no le quitaría los ojos de encima, que siempre le cuidaría, pero Bill había aprendido a la fuerza que ya no necesitaba que estuviera pendiente de él las 24 horas del día, había aprendido que como él le "ignoraba" lo mejor era cuidarse por sí mismo sin esperar ya nada de nadie.

— ¿Estáis listos?—preguntó David asomando a cabeza por el hueco de las escaleras.

Todos asintieron en silencio, unos aún no despiertos del todo, otros perdidos en sus pensamientos y sin fuerzas para hablar.

Cogieron sus bolsas de manos y se reunieron con el productor en el piso inferior del autobús. Esperaron a que recogiera su portátil y se abrigase también, y solo entonces salieron todos juntos del autobús.

Frente a la puerta del hotel por muy extraño que pareciera no les esperaban nadie, era una hora temprana y nadie estaba al tanto de esa visita inesperada. Caminaron deprisa sin dejar de tiritar por el camino y entraron en la cálida recepción del hotel, donde les dieron las llaves y subieron cada uno a su habitación a tratar de descansar antes de bajar a comer.







Una vez a solas, el cantante se despojó de la bufanda y la cazadora, mirando con firmeza la cama de matrimonio que le había tocado. La veía con otros ojos, muy grande para él solo.

Gimió por lo bajo y entró en el baño. Tenían tiempo libre hasta que un coche les fuera buscar para la entrevista. Podía dormir hasta la hora de la comida y luego reunirse con sus compañeros. Pero al ver la cama no le apetecía meterse en ella, recordar que la última vez que se sintió tan solo cometió un gran error.

Decidió darse una ducha caliente. Sentía aún frío y su pelo estaba hecho un desastre. Se río de su propia ironía. Por muy mal que lo estuviera pasando, su aspecto era aún importante.

Abrió el grifo y dejó correr el agua mientras se desnudaba. Entró en la ducha y dejó que el agua caliente le empapara con los ojos cerrados. Se lavó el pelo y cuando terminó se quedó unos minutos aún bajo el agua hasta que sintió que le escocía al piel.

Solo entonces la cortó y se secó con un par de toallas. Ajustándose una a la cadera salió del baño y rebuscó en una de sus maletas hasta que dio con sus mudas. Se puso una limpia y luego rebuscó en otra sacando de ella un pantalón de chándal y una camiseta.

Se vistió con rapidez y se puso la chaqueta del chándal. Decidió entretenerse deshaciendo las maletas pero al cabo de media hora estaba de nuevo como antes, sintiéndose muy solo y sin parar de mirar la gran cama.

Miró la hora. Más de las 8. Decidió bajar a desayunar a pesar de tener el pelo aún mojado. Se lo peinó y se colocó un gorro de lana para no coger frío y que le dañara la garganta. Cogió la llave electrónica de su habitación y bajó al comedor.

Llevaba solo 5 minutos sentados cuando alguien se sentó a su lado. Alzó la mirada del tazón de cereales con el que jugaba, encontrándose con los avispados ojos del productor.

Solo y sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora