↬Choso como tu querido vendedor de hierba que te cuida y folla bastante bien. Y tú haces lo mismo con él, manteniéndolo a tu lado.
↬Palabras: 509
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Choso era tu angelito, y Dios, que bien estaba ese hombre, ni siquiera tenia que vestirse para que supieras que iba a estar jodidamente bien a pesar de todo, con su sudadera y su jersey cada vez que aparecías.
A veces ni siquiera necesitabas hierba, solo querias verlo y una parte de ti estaba convencida de que él lo sabía, pero no te importaba, cuanto antes supiera que lo deseabas, antes lo ibas a conseguir.
Ahora ese era tu proceso de pensamiento hace cinco meses antes de que realmente empezaras a follartelo, cada vez que apareces en su apartamento es surrealista que no te irás en los próximos 3 minutos.
Obviamente hiciste un buen trabajo porque Choso no jugaba contigo, como si nada, si escuchaba tu nombre dando vueltas por el campus enarcaba la ceja y se preguntaba que carajo estaba pasando, lo tenías en la palma de tu mano.
Te necesitaba mucho, había algo en ti que le hacía erguirse y relamerse los labios.
"¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?" Es un texto que aparecía en la pantalla de tu teléfono cada vez que no tenía noticias de su bella princesa, se aseguraba de que estuvieras alimentada, a salvo y follada cuando era necesario.
No le cojas en las noches en las que no está sobrio, porque es mejor que sepas que vas a estar en su regazo moliéndole y besándole, la sensación de tu piel sobre la suya le producía mariposas y le mareaba.
Sus manos rozaban lentamente tu muslo mientras besaba tus suaves labios y los recorría hasta tu mandíbula y luego tu cuello, tomándose su tiempo para olerte y luego poner su marca. Su lengua recorría tu carne y la chupaba ligeramente mientras sus pestañas se agitaban intentando permanecer abiertas.
Eras su paz, cada vez que te acercabas era como si estuviera dando un paseo por la playa con lo mucho que le calmabas y le hacías desearte más cada día.
"Ven siéntate en mi cara nena" Sus ojos rojos inyectados en sangre y colgando hacia abajo, con su sudadera levantada dando una vista de su abdomen, y sus piernas abiertas, con una sonrisa burlona en su cara.
Tú eras su persona favorita, y él era tu chico favorito. La mejor decisión era pasar todos los días por aquí y verlo.
Una de las cosas favoritas de Choso además de admirarte y escuchar todo lo que tenias que decir, era follarte, tu coño era algo que nunca habia sentido y definitivamente no lo soltaría jamás.
Cada vez que estaba dentro de ti, su cuerpo se derrumbaba y hacía que se corriera, te sentías tan bien envuelta alrededor de él, y la forma en que lo montabas o le arqueabas la espalda era una locura.
"Haz eso que me gusta". Sus ojos brillaban y su boca se abría mientras te ponías en posición. Estaba loco por ti.
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