Hong Joong se encontraba encaramado en uno de los árboles cercanos al palacio real de los vampiros, revisando meticulosamente las notas que había acumulado a lo largo de los años. En la quietud de la oscuridad, su mente repasaba cada detalle, cada información que había recopilado sobre el palacio y sus habitantes.
Había desplegado un conjunto de notas que llevaba en un bolsillo exterior de su carcaj, algunas manchadas por el tiempo y el uso constante. Había recogido historias, rumores y detalles de personas que habían tenido encuentros con los vampiros. Algunas de esas personas habían trabajado para ellos, otras habían tenido relaciones, todas proporcionando valiosa información sobre la estructura interna del palacio y las costumbres de los vampiros.
Aunque Hong Joong no había puesto un pie dentro del palacio, su conocimiento era extenso. Había trazado un esquema rudimentario del interior basado en los relatos que había recopilado, un dibujo que, aunque imperfecto, le proporcionaba una idea general de la disposición de las salas, habitaciones y pasillos.
Pero los últimos meses habían sido especialmente reveladores. Gracias a los hombres de San que pudo conocer (no por casualidad) en los pueblos cercanos, quienes se habían deslizado con indiscreción durante las conversaciones por el alcohol, Hong Joong había obtenido información crucial. Detalles sobre las debilidades de los vampiros, puntos débiles en la seguridad del palacio, y sobre todo, información sobre el príncipe Seong Hwa y sus hábitos.
Hong Joong absorbía cada palabra con avidez, cada pequeña información era una pieza más en el rompecabezas de su venganza.
Anudó bien los cordones de sus botas llenas de barro seco y se preparó para bajar del árbol. Ya había visto lo suficiente del palacio real subido ahí, comprobando también que no salía luz de dentro. Parece que están todos dormidos y, de momento, los hombres de Choi San no han dado señales de vida, así que puedo hacerlo todo como lo planeé.
Estando a poco más de un metro del suelo, cuando sólo se cogía de una de las últimas ramas con la mano derecha, escuchó una enorme explosión. Del susto, estuvo a nada de soltarse y caer de espaldas. Sin acabar de bajar y con ayuda de ambas manos, se giró como pudo y se dio cuenta que había hablado antes de tiempo.
—Mierda —musitó. Saltó al suelo y corrió hacia una de las puertas traseras.
Se escondió cuando se dio cuenta que un par de guardias se dirigían a su dirección y esperó hasta que los perdió de vista para continuar. Hong Joong pensó por un momento que si los vampiros estaban más atentos a lo que se dirigía hacia ellos por el frente, no se preocuparían en lo que podía entrar desde un lateral.
Pero precisamente ese se había convertido en un problema: algo se acercaba desde el frente y sabía que tenían el mismo propósito que él.
Con un movimiento rápido y preciso, manipuló la cerradura de una de las puertas traseras, por donde solía entrar y salir el servicio, y se deslizó dentro del palacio. Sabía que el tiempo se agotaba, que cada segundo que pasaba podía significar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Él no era como los hombres de San y compañía. La familia real le daba igual, él sólo quería vengarse de Seong Hwa. Hong Joong era consciente de que por mucha fuerza, inteligencia y capacidad de lucha que hubiera conseguido con los años, era más fácil acabar con un vampiro que con más. Su cabeza se centraba en su conocimiento sobre cómo era ese lugar por dentro. Hizo un cálculo rápido y, teniendo en cuenta que los humanos se escuchaban lejos, aún tenía tiempo para dirigirse rápido a la habitación del príncipe.
Pero Hong Joong no había tenido en cuenta algo: no era lo mismo actuar según sus planes con la oscuridad de la noche y su sigilo acompañándolo, que con un claro aviso de que algo iba a acabar mal.

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El sentimiento de estar vivo.
FanfictionHong Joong no entendía que un cuerpo cuyo corazón no bombeaba sangre, sin glándulas que pudieran emanar una mínima gota de sudor por lo frío que estaba, pudiera verse tan sofocado ante él. ¿Era alguna especie de poder que tenían los humanos sobre lo...