Prólogo

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11 años atrás

Mire a través del cristal de la ventana, como una camioneta se detuvo frente a la cada, de ahí bajaron varios hombres muy armados para mí gusto.

Los nervios se dispararon en mi cuerpo, y una extraña sensación recorrió mi cuerpo, el cual; cuando cruzo mirada con aquel hombre quedó rígido.

Él era mayor, mucho más que yo, incluso que mis padres. Una sonrisa se dibujo en sus labios, y yo solo pude desviar la mirada. Nerviosa, asustada y teniendo lo peor.

Pensé que estaban equivocados, pero no fue así, al mirar de nuevo divisé a mis padres, ambos estaban frente a ese hombre, sonriendo y tendiéndose las manos.

Hablaron un poco y entraron.

¿Quién es ese hombre?

Me pregunte mentalmente, mis pies cobraron vida y antes de pensarlo estuve sentada en la cama, un suspiro brotó de mis labios y mi cuerpo en vez de relajarse se tenso a un, más.

Sentía que algo iba a ocurrir, desde la noche anterior lo sentía.

La noche era fría, y silenciosa, la disfrute a pesar de que el intenso frío caló mis huesos y por poco termino resfriada, aunque entré a la casa en busca de calor, el frío no paso hasta esta mañana.

Mis padres a veces se portaban bien, otras veces no tanto, mis hermanos eran mayores y por suerte ellos no viven aquí. ¿Acaso yo no les importaba? Esa la preguntaba que rondaba en mi cabeza, desde que ambos se fueron.

Desde siempre supe como mis padres los trataban, pero yo... aún era menor de edad, y apenas y sabía defenderme de los que me acosaban, comentarles a ellos era perdida de tiempo, todo lo que me pasa lo aguanto en silencio.

La puerta de mi habitación fue tocada, me sobresaltó tanto que terminó de forma abrupta en el suelo.

—Hadassah, abre la puerta. —me exige madre desde el otro lado.

Me levantó de forma rápida, y hago lo que me ha pedido, le abro, ella hoy está sonriendo; más que de costumbre. Eso me alarma, y mucho.

—¿Pasa algo? —Le pregunto mientras seco el sudor que recorren mis palmas.

—Sí, tenemos visita. —comenta, un brillo inexplicable se ve en sus ojos, me mira de arriba abajo y sonríe con suficiencia. —Él te quiere conocer, y odia que lo hagan esperar, y sobre todo que le desobedezcan. —más que un decir, fue una cruda advertencia.

Asiento como puedo y salgo, cierro las puerta de mi habitación y bajo con ella, ella lo hace rápido yo lo hago lento, como queriendome dar tiempo, suspiros brotan de mí mientras trató de calmar mi desenfrenado corazón.

Al llegar a la sala, él hombre voltea verme, me sonríe y pasó saliva, mi madre por su parte camina hasta dónde mi padre y se sienta a su lado.

Su piel blanca, lo hace lucir aterrador, tiene tatuajes y no lo eso, una cicatriz en su cuello llama mi atención, esta ataviado en un traje negro de tres piezas, su cabello peinado y unos zapatos de vestir altamente pulcros y adecuados para la vestimenta.

Sus ojos cafés me miran, y dejo de verlo por unos segundos.

—Hola, hermosa. —su voz me pone los pelos de punta, puedo jurar que el pavor se logra ver en mis ojos.

—Ho-Hola. —logró articular.

—¿Es ella, verdad? —ahora mira a mis padres, ellos asienten sonrientes.

¿Qué hicieron? ¿Y por qué el interés en mí?

En ese momento no entendía nada.

Y hasta ahora me sigo preguntado, por que lo hicieron.

—¿Qué... ocurre? —tartamudeo un poco al preguntar.

—Te irás con él. —simplifica mi madre.

¡¿Qué?!

—¡No, no puedes hacer eso! —exclamó asustada. —Me portaré mejor, pero no... yo no lo conozco y aunque lo hiciera no me iría con él. —tomo el valor de verlo.

—No hay vuelta atrás, un trato en sus trato, y créeme no me harás falta. —las duras palabras de mi madre, hacen mella en mí.

¿Tan poco les importó?

—¡No pienso irme con él! —gritó, me giro con clara intención de volver a mi habitación, pero una fuerte mano me toma del brazo y me estampa en la pared, provocando un fuerte golpe en mi cabeza.

—No estas para desobedecer ordenes, muñeca. —su mano derecha acaricia mi rostro de forma lenta, esta enojado, pero aún así logro ver cierta diversión en sus ojos. Él hombre me mira de arriba abajo, y sonríe al detenerse en mi pecho. —Son lindos. —comenta.

—No... —el nudo en mi garganta me impide hablar.

—Nos divertiremos contigo, eres hermosa, el dinero valió la pena. —miro a mis padres de nuevo, ellos no dicen nada, solo encogen los hombros.

—Yo... no me quiero ir con usted.

—No es de querer, es de hacer. Entre menos obedezcan peor será tu muerte, sí muñeca, al final del día o bueno de los días vas a morir. —una sonrisa sínica adorna sus labios y palidezco. —A mis víctimas las mato, pero antes disfruto de ellas.

Ducho eso, me toma del cabello y me lleva fuera de la casa aquella que por mucho tiempo creí, era mi hogar, ahora y creo que nunca enrealidad lo fue, un sollozo se me escapa y él hombre me toma con más fuerza.

—¡Suelteme!

Un golpe seco y sin rodeos, viaja a mi mejilla izquierda, el dolor escose mi piel las lágrimas no tardan en hacer presencia. Me permito llorar, ahora lo hago, ya se dijo, mi vida aquí acaba, no pude conocer el mundo y salvarme... no creo que pueda.

Eso pensé, pero el dolor me hizo más fuerte.

—¡Cállate maldita mocosa, vuelves hacer algo o a gritarme y será peor para ti! —me señala con voz amenazante.

Y juro que deseé haberme muerto antes, de llegar aquel lugar y pasar por la mierda que pase, el dolor en mi cuerpo era horrible, indescriptible, agonizante y espeluznante.

Las risas y burlas se hicieron presentes, no fue sólo él el que me hizo daño ese día, no solo se unió el hombre que por tanto tiempo llame padre, sino que también fueron más, me desmaye de tanto sufrir y por ello perdí la cuenta.

Se aprovecharon de mí, me mí ingenuidad, de mi buen corazón, de la persona que era, y me dañaron por dentro y por fuera.

Creí morir, pero no lo hice, las heridas físicas sanaron, pero las internas esas siguen latentes hasta nueva orden, quizás nunca cierren.

Y cada uno, pagará por ello, su error fue olvidarse mí.

Olvidar quien era, como me llamaba y olvidar todo lo que hicieron esa noche conmigo.

Por venganza se llegan hacer grandes y majestuosas, azañas.

Aunque huyan, siempre los perseguiré.

Sí, se esconden, los encontraré.

Y sí el juego termina, las reglas continúan.

Las reglas nunca cambian, aunque él juego terminé.

Una sonrisa retorcida, una mirada genuina y la maldad se disfrazará de simpatía.

Laberintos De Sangre ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora