Capítulo 2: Daxtón Blanchet

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Hadassah

Volteó a verlo cuando escucho la puerta ser abierta, desde antes ya había escuchado sus pasos, no son silenciosos, son pasadas fuertes y rápidas, no importa que tipo de calzado lleve siempre es lo mismo.

—¿Qué tal tu mañana Fernsby? —pregunta tomando asiento detrás de su escritorio, en su silla giratoria.

—Normal. —simplifico.

Me cruzo de brazos, y lo miró de forma fija, no dice nada y yo tampoco lo hago, al ver mi mirada insistentes y retadora opta por dejar de verme y busca algo en su escritorio.

—Necesito que busques a un hombre llamada, Fabricio McChrystal, ahí está la dirección del lugar donde vive, sí no habla lo matas. —me ordena, me acercó y tomó la carpeta que yace en sus manos, asiento y reviso un poco las hojas por encima.

—¿De quién es la información? —averiguó.

—Dornan Clark. —responde, deja caer su cabeza hacia atrás y fija la mirada en el techo.

—¿No se supone, que Sawyer tenía que hacer ese trabajo? —le pregunto, por que recuerdo perfectamente cuando me dijo que no estaba capacitada para hacerlo.

—Él maldito mintió, y se escapó. Quiero la ubicación de Clark, y te lo estoy ordenando. —gruñe mirándome.

Le sonrió de lado, y me acerco a su escritorio, apoyo mis palmas en el, y lo observo de cerca, sus ojos azules me observan con detenimiento y algo de miedo.

—No lo haré, no era mi trabajo, y sabes que yo no falló en nada. Y mucho menos olvido rostros, dile a él que arregle la mierda que causó. —sentenció.

Aclara su garganta, y se endereza.

—Sawyer no está, y tú lo harás muy bien. —responde serio.

—¿Dónde está, él imbécil? —siseó molesta. —¿Por qué no le ordenas a él, que venga hacerlo? Yo no pienso ir. —le espeto con voz certera.

—No estás para negarte. —me recuerda.

—¿Y desdé cuándo, me volví tu sumisa? —le pregunto, no le doy tiempo de responder, simplemente salgo del lugar con la carpeta en mano.

Una vez dentro de mí auto, y en marcha recibo un mensaje, reduzco la velocidad y tomo mi teléfono para revisarlo.

"Te veo después, tengo algo para ti"

Leo el mensaje y lo dejo en visto, conduzco por la ciudad hasta llegar a la dirección que había anotada en el informe, una cada mediana de un piso me recibe, suelto un bufido al ver el lugar.

Vaya barrio de mierda.

Bajo del auto y lo aseguro, miro a mi alrededor las calles están solas por lo tanto el silencio reina en el lugar, elevó la vista y miró la cámara de seguridad que hay en un poste de luz, ignoró eso y camino hasta llegar a la puerta.

Toco varias veces y un hombre mayor, desarreglado y algo borracho me recibe, lo miro y él también lo hace, solo que una sonrisa adorna su rostro.

—Pero que hermosa muñeca. —una sonrisa pícara adorna sus labios, miró adentro de la casa, no se ve nadie y tampoco hay ruido que provenga del interior.

—¿Estás solo?

Asiente de forma rápida al oír mi pregunta, retrocede, y sin él esperarlo de mi parte, llevo mi mano a su cuello y presiono justo debajo de su mandíbula, él se queja y al entrar cierro la puerta con una patada.

—Maldita perra, suéltame. —gruñe histérico.

Le miró y lo dejó caer se forma abrupta en el sillón detrás de él.

Laberintos De Sangre ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora