Capítulo 8: Siempre rondan

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Daxtón

Miré a mi madre desde donde me encontraba, nuestras miradas se encontraron y ambos nos regalamos una sonrisa.

—Te amo, mamá.

«Poco sabía, que esa sería la última vez que esas palabras serian escuchadas por ella»

—Yo también, te amo pequeño. —un cálido beso de su parte me hizo sonreír.

Me gustaba cuando me daba besos en la frente, me sentía seguro y muy bien. Ella sabía que efecto tenía en mí, y eso la ponía feliz.

Los pasos de mi padre resonaron en la estancia, y me giré a verlo. Estaba de pie detrás de nosotros, un traje cubría gran parte de su cuerpo. Nos miró a ambos y sin decir nada, salió del lugar.

Mi madre lo vio partir y negó sin dejar de hacer lo suyo.

Quizás no preguntaba por nada de eso, pero sabía que algo no andaba bien entre ellos, mamá antes sonreía cada vez que lo veía, ahora parecen dos extraños que habitan en una misma casa.

Daniels es pequeño, y no sabe muy bien qué pasa, pero no siempre será así; él crecerá y sabrá que hay entre ellos.

La puerta fue tocada varias veces, fruncí el ceño mi madre se giró y me dio una clara señal de que fuera abrir.

—Puede que tu padre haya regresado, hace poco salió. —me explicó, y esa era una buena razón.

«No debí hacerlo»

«Pero tampoco sabía que ocurriría después de eso, hasta ahora me siento culpable, aun cuando ella dijo que no lo era.»

[.....]

Llevaba gran parte del día pensado en ella, mi madre.

A veces ocurría, y era algo normal. La extrañaba con cada fibra de mi ser, deseé que esa noche no muriera y pudiera resistir un poco más, pero no fue así.

Solo tuvo fuerza para poder despedirse de mí, recuerdo su mirada suave, su hermosa sonrisa. —Que, aunque era una agotada, era una era una de esas que tanto me regalaba. —Ella era vida, era armonía y era la paz hecha persona.

Tenía la capacidad de saber solucionar una situación, y sabía cómo evitar algo mientras ella estuviera presente.

Lástima que esa noche nada pudo evitarse y a consecuencia terminó muerta, nunca supe exactamente qué pasó después de que ellos llegaron y luego de ellos se fueran y la dejarán ahí al borde de la carretera.

Ese día me apartaron, y se encargaron de que no me enterará de nada.

No sé qué fue lo que en mí inyectaron en mí, estaba demasiado ocupado para saberlo, y el miedo, los nervios no me dejaban pensar con claridad.

Mi padre por otro lado, le importó muy poco aquello, en la casa el tema quedó prácticamente prohibido, y para él se volvió algo intocable. No creí lo que me dijo, y cuándo traté de obtener información fue negada.

Y cuándo creí que ya tenía algo en mis manos, describí que esa información estaba prohibida y era clasificada.

Era imposible obtenerla, y me resulta extraño hasta hoy, y para poder saberlo tengo que pagar mucho y la persona debe saber al menos tres idiomas y esos en espacial.

En mi familia siempre se han ocultado cosas, los hombres en especial. Mi abuelo era alguien que podía llegar a ser admirado, pero su mirada indescifrable haciendo conjunto con su siniestra sonrisa, daban a entender mucho y a la vez nada.

Laberintos De Sangre ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora