🍂06.

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Habían llegado a Hanmamatsu hace un par de horas, me sente en mi cama luego de ordenar mi habitación, Andrew entró con dos vasos de limonada fría. Sonreí cuando me entregó uno y tomó asiento a mi lado.

Su amabilidad me parecía ciertamente extraña, algo quería a cambio, yo lo sabía.

Bebimos de nuestros vasos en silencio, y cuando ya el vaso estaba vacío, Andrew se tomó la molestía de llevarlos al primer piso. Definitivamente quería algo a cambio.

Suspiro sonriente y me dirigí a mi armario, donde saqué una gabardina negra y me abrigue con ella, salí de mi habitación y al bajar las escaleras, Andrew apareció con mi libreta de notas. Me crucé de brazos.

—Ajá, ya sabía que querías algo a cambio. — fruncí el ceño mientras Andrew reía nervioso.

—Tan bien me conoces, hermanita. — me entregó la libreta y ahí busqué la clave de mi computadora, apenas se la dí no dudó ni un segundo en subir y entrar a mi habitación sin siquiera decirme un gracias. Idiota.

Caminé hacía la sala principal, donde se encontraban mis padrinos hablando con mi madre en Japonés. Fruncí el ceño y simplemente pasé de largo, pero antes que pudiera desaparecer de su campo visual, mi madre habló.

—¿Para donde vas? — cuestiona mi madre con voz autoritaria. Suspiré cansada y dí unos cuantos pasos hacía atrás y le sonreí.

—Ma... Yo... Bueno, Emma quería que fuera a dormir hoy a su casa, por lo que solo caminaría un rato afuera para luego venir y pedirte permiso, Je. — traté de no verme nerviosa ante la penetrante mirada de mi madre, la cual suspiró y sacó una tarjeta de su cartera y me la entregó.

—No regreses tarde mañana, Mirai. Te quiero. — me abrazó fuertemente, mientras finge llorar.

Me quejé por la abundante fuerza con la que me abrazaba, me estaba doliendo todo por eso.

—Ma... ya me iba... —expreso con dificultad y ella se separa de mí,  me despeina un poco y regresa con mi madrina.

Hago una reverencia para mi madrina y salgo de mi hogar en dirección a Shibuya. Duraría como una hora en llegar, o más, ya que caminando de aquí a la estación me llevaba unos 15 minutos y el esperar el tren eran unos 5 más. Creo que me pasare de la hora.

En cierto punto le mentí a mi madre respecto a ir a visitar a Emma, ella no sabía en absoluto que me encontraba en Japón ahora mismo, además que tenía que forzar una pijamada con ella. Creo que estará muy feliz de verme.

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Suspiro antes de tocar la puerta de la residencia Sano, y cuando estaba a punto de hacerlo, una voz a mis espaldas habló, causando un pequeño salto de mi parte.

¿Por qué aparecía de la nada?

Me doy la vuelta lentamente y me sorprendí al ver a Shinichiro parado sonriente, a su lado estaba Emma, la cuál me miraba sorprendida. Vaya... si que han cambiado.

¿Mirai? ¡Oh por Dios! Has cambiado mucho, eres muy hermosa. — Okey... no tengo ni idea de lo que ha dicho. Hice una mueca.

—Emma... Mirai no habla japonés, ¿no ves su expresión? — Se acerca a mí y extiende su mano— has crecido en todos estos años, ya no eres esa niña llorona.

Lo miré ofendida y infle mis mejillas, ¿cómo se atreve a decirme llorona?

—¡No era llorona! Tonto. — expreso indignada desviando la mirada hacía Emma, la cuál se acercó a mí y me abrazó.

REENCUENTRO DEL DESTINO | 𝑴𝒂𝒏𝒋𝒊𝒓𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒐 [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora