3. Arte

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Barcelona, 19 de septiembre. Cuatro años antes, 2023.

Hacía unas horas que les habían cerrado las puertas de uno de los programas más famosos de la televisión y estaban en la calle esperando a un uber que les llevara a cenar. Así lo habían decidido, primero cenar y luego irían a tatuarse al estudio en el que trabajaba Lucas, que ya había llamado a su jefe, y mejor amigo, pidiéndole permiso para entrar al local a medianoche.

Llegaron al restaurante y les dieron mesa para cinco. La mesa estaba en una esquina con dos sillas a un lado y sofá al otro. Juanjo y Martin se sentaron juntos y Lucas se sentó con las chicas en los asientos cómodos. Justo al lado de Naiara había un hueco donde dejaron todos sus bolsos o riñoneras.

- Aún no me creo que ninguno de nosotros hayamos entrado. Éramos cinco de treinta, yo creo que por estadística al menos uno debería haberlo hecho. - Seguía sin explicarse Salma.

- ¿Sabes qué? - Dijo Juanjo dándole un sorbo a su copa de vino - Ellos se lo pierden. No es por ser malo ni nada pero han dejado entrar a Lydia, que se equivocó en la letra dos veces. ¿Os disteis cuenta?

- Sí... Pero igual ayer en la actuación privada lo hizo de putísima madre y Manu y Vic lloraron o yo que sé - Intentó entender Salma - No pensemos más en el tema, disfrutemos de esta noche y brindemos por lo que el casting final ha unido. - Los cinco alzaron sus copas y las chocaron.

- Bueno Lucas, ¿y qué te trajo hasta España? - Preguntó Martin mientras probaba la pasta que se había pedido. 

- Pues el amor - Respondió con una sonrisa. Se escuchó un "oooooh" unísino. 

-  ¿Tienes pareja? - Naiara preguntaba mientras bebía un poco de su vino blanco.

- Hombre Naiara, ¿qué crees si ha dicho que se vino por amor? - Saltó Juanjo.

- No. No tengo, lo dejamos hace medio año. - Juanjo se quedó callado mientras Naiara le miraba con cara de no haber hecho una pregunta tan estúpida como él creía. - Lo dejamos y yo me quedé aquí porque estaba muy a gusto en mi trabajo y con los amigos que hice aquí. En Uruguay la vida era muy diferente y allí el mundo de la música es muchísimo más difícil que aquí porque no hay tantas oportunidades. 

- Pues si aquí ya es difícil...  - Empezó Salma - Yo llevo años buscando una oportunidad, ya estoy cansada de dar los mismos bolos cada mes. Pero no hay manera.

- ¡Eh, eh! Dejemos de hablar de esto porque creo que vamos a acabar todos con ganas de tirarnos por el primer puente que haya en esta ciudad.

Algo más tarde llegaron dos pizzas a la mesa para compartir, una de cuatro quesos y una carbonara. Juanjo se puso en modo ingeniero para cortarlas a partes iguales. Veloces como el viento todos cogieron un trozo.

A las once estaban saliendo del restaurante tras pagar y fueron camino al estudio de tatuajes. Lucas había escogido ese restaurante porque además de estar la comida rica, estaba a unos diez minutos del estudio. 

La noche era muy calurosa, típico de Barcelona a mediados de septiembre pero no típico del norte, donde vivía Martin, que se quejó varias veces de estar sudando aún a esas horas. 

- En Getxo igual podría estar ahora con una sudadera fina ahora mismo y aquí estoy por pedir un abanico a la primera persona que pase - Se quejó mientras intentaba darse aire con la camiseta. - Espero que en tu local haya aire acondicionado.

- Lo hay, tranqui - Se rió Lucas - Yo creía estar acostumbrado al calor porque el verano en Uruguay es bastante caluroso, pero llegué aquí y ostras boludo. ¿¡La humedad!? Lo peor del mundo. Por eso el verano me lo paso casi siempre en casa de mi hermano, que vive también aquí, y tiene piscina.

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