Madrid, 25 de Octubre.
Naiara seguía dormida cuando Lucas salió de la ducha. Seguía en el sofá donde ambos habían dormido aquella noche. Se quedó apoyado en el umbral del pasillo, admirándola mientras se secaba el pelo con una toalla pequeña. Eran las nueve de la mañana y el cielo estaba despejado, parecía mentira tras la tormenta del día anterior, por lo que había decidido salir e ir a buscar unos churros para compartir. Le dejó una nota en la mesa que estaba al lado del sofá, no quiso despertarla, cogió el móvil que dejó cargando durante la noche y salió de casa.
Y cuando volvió aún seguía dormida, es más, Salma la llamó y ni siquiera escuchó el teléfono. Entonces llamó a Lucas, preocupada por su amiga. Él la tranquilizó explicándole que seguía dormida, que debería estar muy cansada por haber estado bajo la lluvia, la caída y también porque durante la noche bebió bastante. Le hizo saber que le diría que la llamara cuando despertara, o que le mandara un mensaje.
Pero era casi la una del mediodía y Naiara seguía roncando, no mucho pero lo suficiente para que Lucas sonriera al recordar una de las mañanas después de sus primeras noches durmiendo juntos, cuando Naiara le preguntó si roncaba y él le mintió diciéndole que no, que respiraba un poco fuerte pero no era molesto. Y no lo era, para él no. Eso era música para sus oídos porque venía de ella y no había cosa que le pudiera parecer molesto.
Miró el reloj, las dos menos veinte marcaba, Lucas estaba terminando de preparar una ensalada y merluza para comer. Antes de las tres debía salir de casa para ir al estudio, aquella mañana había escrito a uno de sus empleado para decirle que se tomaba la mañana libre por asuntos propios, eufemismo que usó en lugar de decir que tenía una buena resaca y que se había dormido a las cuatro de la mañana. Se acercó al sofá donde Naiara dormía y se sentó a su lado donde le agarró la mano.
- Naiara... - susurró mientras le acariciaba la mano a ver si ella notaba su tacto, despertándola. Pero no, ella ni se inmutó - Naiara, hay que despertarse - se movió un poco emitiendo un ruidito que a Lucas le pareció adorable, se estaba haciendo la remolona - Nai, va. Yo me tengo que ir a trabajar - le dijo acariciándole el rostro y ella abrió los ojos poco a poco, molestándose por la luz del sol que entraba por la ventana.
- ¿Qué hora es? - Preguntó con la voz algo ronca.
- Son casi las dos, Salma te ha llamado para ver cómo estabas.
- ¿¡LAS DOS!? ¡Mierda! Perdona, Lucas, seguro que tenías muchas cosas que hacer y yo aquí durmiendo la mona - dijo levantándose rápido del sofá, frotándose los ojos para terminar de abrir los ojos.
- Tranquila, los martes no voy al estudio por la mañana - mintió - Me quedo en casa haciendo papeleo. He hecho de comer, por si quieres comer antes de ir a casa.
- No, no. Ya he molestado bastante, me visto y me voy.
- No molestas...
- Pero tengo que irme, Lucas. ¿La ropa está seca?
- Sí, la he dejado en el vestidor.
Naiara salió al poco, vestida y con la maleta que ahora había recuperado. Había guardado dentro también la ropa que se compró el día anterior. Fue al comedor donde Lucas esperaba sentado en un taburete, apoyado en la encimera que separaba la cocina del salón. Se levantó al verla acercándose y le cogió de la mano.
- ¿De verdad que no quieres quedarte a comer? Hay de sobra - él quería que ella aceptara, quería pasar más tiempo con ella por temor a que una vez fuera ella se arrepintiera de lo que pasó la noche anterior entre ellos y que pusiera distancia por medio.
- No insistas, no me voy a quedar. Gracias por ayudarme ayer, por dejarme dormir aquí - le dejó un beso en la mejilla y se dirigió a la puerta, pero antes se giró una última vez - Ah, y me gustaría que nadie supiera lo que pasó anoche.
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¿Y piensas en mí?
De TodoHace dos años que Lucas y Naiara se vieron por última vez. Hace dos años que decidieron quedar en ser amigos, por el bien de ambos, prometiéndose que nada cambiaría entre ellos. Pero también hace dos años del último beso, el último abrazo y una últi...