Capítulo 4

78 10 0
                                    

—No recibimos visitas hace mucho tiempo por una buena razón.

Los cuatro jóvenes se encontraban ahora en una de las casas del pequeño pueblo de la isla Kyoshi. Casi todo el pueblo se encontraba rodeándolos, extrañados de ver caras nuevas entre ellos y expectantes por lo que la alcaldesa decidiera hacer con ellos.

La mujer estaba sentada frente a ellos en una mesa pequeña, cercana al suelo. Las guerreras Kyoshi se mantenían detrás, escuchando sin mover siquiera un pelo.

—Durante cien años la isla Kyoshi se salvó de los estragos de la guerra al mantenernos aislados —comenzó la alcaldesa--. Esperamos que el mundo exterior haga lo mismo.

—No vinimos a causar problemas —confesó Aang—. Solo quiero saber más sobre el Avatar Kyoshi. ¿No es ese su trabajo?¿Mantener viva su memoria?

—No somos una amenaza —asintió Katara.

—Quizá ustedes no. Aunque dudo mucho de ella —respondió la señora, señalando a Kaila, quien se encogió en su lugar—. Pero los próximos quizá sí. No podemos hacer excepciones.

—Somos importantes —explicó Katara—. Es el Avatar.

—Según ustedes y algunos reflejos de una estatua.

—Sé que tienes miedo —comenzó Aang—. No sé que pasó aquí. Sinceramente, no sé que pasó en ningún lado. Me ausenté un tiempo. Pero de donde vengo, la gente se ayuda. Sé que no pertenezco aquí. Me ha pasado seguido últimamente. Pero si puedes ayudarme, si puedo aprender a ser el Avatar, quizá podría recuperar el lugar que conocí. Un mundo donde la gente era más feliz.

La líder de las guerreras Kyoshi se puso de cunclillas junto a la alcaldesa y comenzó a susurrar algo en su oído. Los cuatro esperaban atentos a que la pequeña conversación acabara.

Kaila se inclinó hacia adelante ligeramente para mirar a sus amigos. Aang se veía bastante relajado por más de que fuera el que más deseaba quedarse en aquella isla. Katara parecía un poco más nerviosa que el niño, jugueteando con sus propios dedos. Sokka, sentado a su lado, simplemente se notaba bastante incomodo con la presencia de las guerreas.

Volvió su vista al frente cuando el chico levantó la vista hacia la líder, quien había vuelto a enderezarse.

—Me recuerdan que Kyoshi a menudo se beneficiaba de la amabilidad de los extraños —comentó la alcaldesa—. Y como el Avatar, creía en ayudar a los que no podían ayudarse a sí mismos. Abriremos las puertas de la aldea a los invitados durante 48 horas. Confío en que respetaran los límites de nuestra generosidad.

Los cuatro asintieron, especialmente Kaila y Aang. Los cuatro salieron de allí ante la orden de la líder, siguiéndola de cerca mientras caminaban por el pequeño pueblo.

—Entiendo por qué querías que nos fuéramos —le comentó Sokka a la guerrera—. Yo habría hecho lo mismo. No es fácil velar por la vida de tu gente.

—Sokka, ya deja a... —Kaila se interrumpió antes de girarse a hacia la guerrera—. Lo siento, ¿cómo te llamas?

—Soy Suki.

—Lindo nombre —sonrió la chica, intentando caerle bien—. Sokka, ya deja a la pobre Suki en paz.

—Me lo tomo muy en serio —se defendió él—. Yo también soy el guardian de mi aldea.

Suki se paró en seco antes de mirar a Sokka de arriba a abajo:—¿Tú? ¿Guardian?

Kaila notó como Katara bajaba la mirada, escondiendo una sonrisa divertida. Le dio un codazo mientras ella también se reía por lo bajo ante la incredulidad de la guerrera.

Wait for your love || SokkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora