18. Solo para poder llamarte mío

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Olivia Rodrigo - favorite crime (1:10 - 2:14)

Eres una completa inútil, no haces nada bien.

¿En serio piensas salir vistiendo eso? No, ve a cambiarte.

No te cortes el cabello, me gusta cómo te queda el pelo largo. Déjalo así.

Me manipuló durante años. Me enseñó que nunca sería suficientemente buena y que nadie más que él me podría amarme. Me mintió, me menospreció y me gritó cada vez que quiso. Luego, después de todo el daño que me causó, me dijo que era por mi propio bien.

¿Cómo podría perdonarlo? ¿Cómo podría siquiera pensar en perdonarlo?

Él no merece mi perdón, pero yo necesito que él me suplique que lo perdone por todo el daño que me hizo.

—Te cortaste el pelo —es lo primero que él dice.

Aprieta la mandíbula y sus dedos se cierran con fuerza contra el control de la silla eléctrica.

Me observa de pies a cabeza, intentando doblegarme con la mirada.

—Sí, ¿te gusta?

—No, no me gusta —finalmente responde—. No me gusta nada de esto. ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué no fuiste a visitarme al hospital? ¿Dónde está Theo? Espero que lo hayas estado cuidando bien.

El aire a mi alrededor se vuelve espeso y tenso.

Avanza en la silla eléctrica estudiando el apartamento. Soltando un par de comentarios desdeñosos sobre el lugar y porque está vacío. Pregunta sobre los muebles o la oscuridad que hay.

—¿Cuándo regresaremos a casa?

—Estamos en casa. Bueno, tú estás en casa. Este será tu nuevo hogar.

Se detiene y gira su cabeza para mirarme.

—Déjate de juegos Minerva, sabes lo que quiero decir. Quiero ir a San Francisco, dame un teléfono para llamar a mi familia y decirles que ya salí de ese hospital. ¿Al menos le dijiste lo que me sucedió? Porque aún quiero que me expliques la razón que tuviste para no ir a visitarme.

Intenta acercarse y yo sonrió, antes de retroceder.

Camino hasta el gabinete de bebidas y tomo una botella de whisky que guardé ahí y me sirvo un vaso bajo su atenta mirada.

—Me temo que eso no será posible. Verás, no creo que tu familia sea buena para ti, ¿es que acaso no lo ves? Ellos no te van a poder cuidar como yo. Ellas jamás te van a poder amar como yo.

—¿De qué mierda hablas? ¿Acaso estás borracha? ¡Dame un maldito teléfono!

Le doy un largo sorbo al whisky.

—No.

Dejo el vaso en la isla de la cocina y regreso a la sala.

—Veras, querido esposo, las cosas aquí son un poco diferentes. Aquí, se hace lo que yo diga y solo lo que yo diga. Si quieres algo, tendrás que portarte bien y ganártelo. Desde comida, agua, medicamentos... Todo. Nada es gratis.

—Minerva, no juegues conmigo. ¡Déjate de malditos juegos y dame un puto teléfono!

Antes de que él pueda hacer algo o volver a gritar, inyecto en su pierna el sedante especial que Morgana me dio.

Sus ojos se abren y eso es todo lo que puede hacer.

—Cada que grites o hagas algo que me disguste, te inyectaré esto —le enseño la inyección—, que te atrapa en tu cuerpo. Puedes ver, escuchar y sentir, pero no puedes hablar o moverte. ¿No es eso fantástico? Fue creado por los laboratorios de mi familia. No sé comercializa, es solo para uso familiar.

Hide and SeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora