La otra cara de la moneda

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Louise la abrazaba intentando darle el consuelo que necesitaba, sin embargo las lágrimas seguían saliendo mientras leía la carta que el profesor Colbert le habia escrito antes de morir.

- S-si no me hubiera confiado, el seguiría con vida, y lo peor es que no me pude despedir.

Dijo entre sollozos, la culpa carcomía su mente de tan solo imaginar un escenario en dónde hubiera obedecido al profesor.

- Si le hubieramos hecho caso y nos hubiéramos escondido seguiría vivo.

En ese momento Louise tomó el rostro de Mikoto en sus manos viéndola con determinación pese a qué también tenia lágrimas en sus ojos.

- De no haber intervenido quizás hubieran matado a todas las estudiantes, nada nos asegura que de haber tomado otra decisión el profesor seguiría con vida, aún así el luchó valientemente para protegernos por lo que tenemos que honrarlo... Si el profesor Colbert no hubiera actuado tu también...

Las palabras se cortaron en Louise, de tan solo recordar el como le habían disparado a Mikoto con aquella pistola extraña que ahora había sido llevada al palacio de Tristain.

- S-señorita Louise, la capitana de Agnes la está buscando.

Una sirvienta le llamó por lo que renuente a abandonar a Mikoto tuvo que separarse de ella, y mientras caminaba se seco las lágrimas antes de salir de la habitación.

De un último suspiro Mikoto contuvo las lágrimas nuevamente, se acostó sobre la cama repasando en su mente el deseo del profesor Colbert de visitar su mundo una vez terminada la guerra, pues el creía que era un lugar pacífico.

- Nada mas alejado de la realidad.

Hablo hacia la nada poniendo su brazo sobre su frente, era bastante similar que aquella vez, por su imprudencia alguien pagaba las consecuencias de manera irreversible.

- Si no me hubiera confiado, si hubiera prestado más atención hubiera esquivado definitivamente a ese disparo.

Lo último que recuerda del incidente con los mercenarios es que escucho demasiado tarde el ruido de un arma siendo cargada justo detrás de ella, por lo que sus opciones se limitaron a una sola, intentar esquivar en una fracción de segundo.

Mikoto tocó su hombro aún bastante adolorida por la recién herida que recibió la noche anterior, pese a qué las pociones mágicas hacían un gran trabajo para cerrar heridas y curarlas mas rápido la sensación de escozor seguía muy viva.

- Realmente no te ves nada bien compañera.

Derflinger salió de su funda al ver a la castaña en su profunda depresión.

- Antes no tenía el poder suficiente para proteger a los que quiera de asesinos a sangre fría pero ahora que lo tengo sigo sin poder lograrlo.

- ¿No crees que estás siendo muy dura contigo misma?

La castaña doblo la carta y la colocó encima de la mesa de noche, sabía de ante mano que el decidir quedarse en este mundo tarde o temprano la iba a involucrar en la inevitable guerra.

Y está guerra de la cual no quería formar parte le había arrebatado a alguien preciado y lo peor de todo es que fue por sus descuidados, luego está el segundo problema.

Louise.

Esa chica era totalmente testaruda cuando se refería a la reina y eso tan solo empeoraba cuando se encontraba en peligro, fue por ello que no intervino cuando su hermana la encerró en el calabozo.

Si, en definitiva tarde o temprano se vería involucrada en la guerra, y a pesar de que era ajena al conflicto ahí seguía esa espina en su corazón de querer hacer algo para detenerla desde su pelea con Varde.

Zero no Tsukaima: Railgun no Rondo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora