Capítulo 3

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👙 G I N N A 👙


   ¡Me cago en el jodido despertador arruinador de sueños perfectos con Zack Efron! Argh.

Me desperezo entre las sábanas y me levanto murmurando cosas que ni yo misma se.

—¡Joder! —pego un grito cuando me doy contra el marco de la puerta. Caminar con los ojos cerrados no es muy recomendable.

Me sobo donde me he dado y entro al baño, que está dentro de mi habitación. Me deshago del pijama y me pongo debajo del agua para despejarme. Si no me ducho por las mañanas no soy persona.

Acabo aclarándome la mascarilla del pelo y salgo de la ducha envolviendo mi cuerpo en una toalla. Voy lavándome los dientes a la vez que tarareo la canción que suena en la radio. Paso a maquillarme, un poco de delineador, máscara de pestañas, colorete y labial rosa. Lo normal. Seco el pelo con secador y me paso la plancha hasta dejarlo completamente liso.

Salgo del baño moviendo las caderas al ritmo de la música y entro al vestidor que está justo al lado. Me decido por unos shorts que se ve un poco el culo, un top de tirantes blanco que me llega por encima del ombligo y mis converse blancas. ¿Os esperabais la típica rubia que va con falda y tacones a clase? Estáis equivocados...

Me reviso en el espejo retocando el último detalle para estar perfecta. Coloco el sujetador de manera que mis pechos se vean más sugerentes, me rocío de colonia y bajo a la cocina.

—Hola Ginna ¿qué tal has dormido?

Es Maria, la señora que limpia la casa. Tiene un acento latino agradable. Es de estatura bajita y con curvas. Su pelo castaño está recogido en una pinza. Tiene los ojos marrones y una nariz ancha donde tiene varias pecas esparcidas que le hacen aparentar más joven de lo que es. Siempre tiene una sonrisa plasmada en los labios. Ella es como mi segunda madre, por no decir la primera.

Ella me ha criado des de que era un bebé mientras mi verdadera madre solo me parió y me dejo en brazos de Maria para viajar por el mundo por motivos de "trabajo" cuando se iba acostando con el primero que se le pasaba. Des de que se fue a Argentina no se nada de ella y la verdad tampoco quiero saberlo, y de eso hace ya un año...

Si os preguntáis, mamá y papá se divorciaron cuando yo tenía diez años. Papá consiguió rehacer su vida tras haberse enterado de las infidelidades por parte de mi madre. Hace cuatro años se casó con Samantha. Ahora tienen un hijo de dos años, el pequeño Aaron. Cabe decir que para ser mi madrastra, no es como la típica mala del cuento si no todo al contrario, Samantha es muy maja y agradable, me ayuda en todo lo que puede. Papá no podría haber elegido mejor.

—Genial —contesto y le doy un beso en la mejilla mientras corta un calabacín.

Abro la nevera y me sirvo un vaso de zumo de melocotón.

Samantha baja por las escaleras con Aaron en brazos.

—¡Buenos días! —dice y mueve la mano de Aaron simulando un hola por parte de él.

Samantha es guapa. Tiene veintisiete años, diez menos que papá. Al principio pensaba que solo estaba con él por su dinero pero al cabo del tiempo me fui dando cuenta de que estaba equivocada y que juzgarla antes de tiempo había estado mal. Es delgada y de una estatura media. Tiene el pelo castaño y muy corto, que para tener el pelo así la verdad es que le queda muy bien. Sus ojos son verdes, tiene una nariz respingona y unos labios finos.

Aaron se parece más a papá que a Samantha, ha sacado el pelo rubio ondulado y los ojos azules de él. Justo como yo.

Saludo a Samantha con un beso y a Aaron con unas muecas.

5  A L i V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora