Capítulo 10

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🐠 J U L I E T T E 🐠



   Mamá y papá acaban de salir de casa. Así que aprovecho para estirazarme en el sofá hasta ocuparlo prácticamente todo. Alcanzo el mando y enciendo la televisión. Hago zapping hasta que encuentro algún programa medio aceptable.

Bostezo somnolienta y quito mis gafas para dejarlas en la mesita de café de madera que está justo enfrente del sofá. Una siestecita me vendría de perlas.

Hoy me he levantado más pronto que de costumbre, había tenido educación física y además me había pasado toda la tarde encerrada en la habitación estudiando para el último examen de mañana. Lo cual eran razones y argumentos suficientes para mí, poder permitirme echarme una cortita siesta para rebajar un poco el cansancio.

Así que eso es lo que hice. Dormir.

—Juliette, vamos despierta, ¡arriba!

Me quejo y me revuelvo entre los cojines del sofá. Limpió el hilo de baba que caía por mi barbilla con el dorso de la mano y parpadeo varias veces, molesta por la luz del techo del salón. De un momento a otro, mamá aparece en mi campo de visión. Se ve enfadad, como siempre.

—¿Tú crees que es normal dormirte con la televisión puesta? Si te vas a dormir la apagas, a demás no sé qué haces aquí echada cuando tienes que estudiar ¿o es que piensas que te van a aceptar en la universidad por tu cara bonita?

—Solo estaba cansada. Ya me sé el examen de mañana, descuida... —digo con la boca seca y me incorporo.

—Más te vale sacar buena nota —amenaza y se va escaleras arriba.

Froto los ojos y cojo las gafas de la mesita para ponérmelas. Bostezo cansada y me desperezo. El reloj marca las 20:45. Apenas he dormido dos horas. 

—Juliette haz caso a tu madre.

Papá sale de la cocina con el periódico debajo del brazo, colocándose sus gafas de montura negra en la posición correcta. Se sienta a mi lado, y me regala una sonrisa mientras me pellizca suavemente una de mis mejillas.

Admiro a papá como no admiro a nadie más en este mundo. Es la persona más amable, más cariñosa, más trabajadora, más amigable, más noble, que haya conocido en toda mi vida.

Me resulta casi imposible como mi madre y mi padre sigan juntos cuando son como el agua y el aceite, no tienen para nada que ver. Mamá es todo lo contrario a él, es más dura, más raía, más exigente, más controladora... Se podría decir que es ella quien lleva los pantalones en la relación, en la familia.

Mientras yo soy una réplica exacta de papá, Margot, mi hermana, es clavada a mamá, tan perfeccionista y calculadora como solo ellas dos saben serlo.

Se le nota cansado, en su mirada. Lo noto. Tiene el pelo más grisáceo que negro y una fina barba cubre su rostro.

Cojo la mano de papá de mi mejilla y la retiro con una acaricia. Le devuelvo la sonrisa y me levanto del sofá para subir a la planta de arriba.

Me dejo caer en la cómoda cama. Aún sigo un poco dormida y sin ganas de hacer mucho.

No sé cuándo rato llevo tumbada mirando al techo y pensando en nada, pero me incorporo pesadamente cuando el sonido del móvil me saca de mi embobamiento varías veces.

5  A L i V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora