Capítulo 2

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🍹 J O L E N E 🍹


Gotas de sudor caen por mi frente hasta chocar contra el suelo. Me paso la manos por la cara para secarme. Bebo un poco de agua de la botella que tengo en la mano y me levanto del banquillo para ir directa a las duchas del vestuario.

Hoy el entreno de voleibol ha sido agotador. Sobre todo cuando el próximo viernes tenemos partido contra el instituto Cambrek y como es de costumbre la entrenadora Hughes está de los nervios, repitiendo cada dos por tres que debemos ganar a esas arpías embutidas en sus culottes de tres tallas menos.

La presión en el equipo es palpable. Las chicas están nerviosas y a la vez ansiosas. Des de hace siete años el equipo de voleibol de nuestro instituto no ha conseguido ni clasificarse para las semifinales. Hughes dice que el equipo, ha sido acechado por la mano negra y que cuando vine yo, fui como el soplo de aire fresco que los liberó de esas oscuras garras, convirtiéndome así en la capitana del equipo, o en el amuleto, como le gusta llamarme la entrenadora. De ahí viene la presión que siento por no decepcionarla y querer ser la mejor.

—¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! —chilla Abie detrás mío mientras corre hacia mi algo patosa. —Te...lla-llama la... entrenadora —respira entrecortadamente, apoyándose las manos en sus muslos y agachándose.

¡¿Pero qué mano negra ni leches?! ¡Que no eche la culpa a la magia negra cuando las jugadoras tienen muy poco aguante! Que sí, que yo estoy algo cansada y sudorosa, ¡pero no al borde de darme un infarto como a esta chica!

Me aseguro de que Abie no le de un patatús antes de irme a hablar con Hughe.

Pico la puerta de su despacho y abro cuando escucho un "adelante" del interior.

Es un despacho más bien pequeño. Huela a rancio, humedad y a tabaco. Tiene muchas figuritas de brujas colocadas por las estanterías que dan un poco de grima.

—¿Me llamaba entrenadora? —digo mientras me siento en la silla frente a ella.

—Mmm, si si... —dice a la vez que enciende un cigarrillo. —¿Quieres uno Jolene?

—No, no fumo.

¿¡Pero qué?! ¿Enserio me está ofreciendo cigarrillos? Se supone que ni ella debería de fumar, es deportista, o eso se supone. Mente sana, cuerpo sano.

—Y bien que haces Randy, empecé a fumar a tu edad y ya me ves, aspiraba para jugadora profesional de voleibol y me quedé en una simple entrenadora de niñatas —tose bruscamente. —¡Suerte que te tengo a ti Jolene! —se levanta y se pone detrás de la silla, donde estoy sentada, y posa su callosas manos sobre mis hombros.

—Se me acaba lo bueno, la directora me a dado un ultimátum, o ganáis esa mierda de partido del viernes o me echan.

Ah, ahora se porque tanta presión.

—Y tú eres la única que puede salvarme de ese despido. Míralo de este modo; ganáis, tú triunfas siendo la capitana y yo sigo contenta por seguir cobrando para poder pagar la mierda de caravana en la que vivo. Si perdéis, yo me quedó sin mi querida caravana, en la calle, por no poder pagar el alquiler del camping, y tú, con remordimiento de conciencia y dejando de ser lo que todos creen que eres, el amuleto. Tu eliges —acaba diciendo dándome unos golpes en el hombro.

¿Quién se cree? Que tenga una vida de mierda y que lo único valioso que tenga sea su trabajo y lo vaya a perder no es mi culpa.

Pero sin embargo mi parte buena me posee y le digo:

—Puede estar tranquila entrenadora Hughe, ganaremos ese partido —le digo con seguridad.

—¡Así se habla Randy! Ahora ya... ya te puedes ir. Cierra la puerta al salir —dice mientras se tira en el sillón.

5  A L i V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora