Capítulo 11

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No one's point of view

Todo parecía haberse puesto patas arriba de un momento a otro, revoltoso y complicado. Nada parecía encajar ni seguir los pasos que habían puesto. Nada parecía salir como ellas querían ni habían pensado.

Pero siempre había una solución. Claro que la había. Aunque costase de encontrarla, de buscarla. Siempre hay más de un salida para cada problema.

Juls se iría un día antes a la casa del campo de su tía, y aunque le costase de asimilar, la vida parecía que nunca iba ponerse de acuerdo con ella.

—¿Enserio?

Juls asiente. No sabe más que decir, piensa que ya lo ha dicho y hecho todo.

—Podéis iros vosotras sin mi, no pasa nada, os lo pasaréis bien igual...

—Ni de broma, no nos vamos a ir sin ti.

—No os voy a fastidiar las vacaciones.

—No lo harás.

Y así, entre comentarios de consuelo y algún que otro llanto frustrado pasaba otra noche más en la vida de estas cinco adolescentes, hablando a través de una pantalla mientras se veían a través de ella de forma borrosa.

A la mañana siguiente todo seguía igual, joder claro que seguía todo igual, que cerrase los ojos no significaba que en cuanto los abriera todos los problemas desaparecieran, al contrario, los problemas se iban acumulando, sumando con el paso de los minutos, de las horas.

—Le han quedado siete asignaturas, le advertí de esta... Lo siento mucho, pero su hija tendrá que repetir de curso señora Megara. No llore... Tranquila, un año más no significa tanto al fin y al cabo... No si lo aprovecha de una vez. Tenemos ayudas que le podrían servir...

—No, yo... Yo no puedo más. Lo siento por montarle este estúpido numerito, pero se me ha ido todo de las manos, todo se ha descontrolado después de que Peter se fuera, yo... Se me acumula todo, el trabajo, más trabajo, casi no estoy en casa y si estoy es como si no estuviera, y Minerva y Ryan están todo el día en la calle y ¿yo qué les puedo decir? No les puedo recriminar nada cuando soy la primera que estoy fuera... El, el otro día, pillé a Minerva con una bolsita de polvos, me dijo que no era nada, que no me tenía que importar de lo que hiciese con su vida porque en todo este tiempo no me había preocupado por ella, por ellos. Necesito ayuda, Minerva necesita ayuda... Por favor...

Una madre destrozada, devastada, horrorizada, explotando, velando por el bien de su hija y lo que creía correcto en ese momento. Confesar que había fallado como madre y sentir vergüenza al no haber sabido asumir el cargo, al no haber estado a la altura. Sentirse expuesta a toda clase de críticas, burlas por no haber sabido conducir a sus hijos por el buen camino.

—Hay un centro, no muy lejos de aquí, a dos horas quizás, podría visitarla cada fin de semana si quisiera. Tengo buenas referencias, tratan muy bien a sus pacientes... Piénselo, meterla ahí podría salvar su vida, es la mejor opción que podría escoger...

Sin embargo, el tiempo seguía pasando, no tenía intención de detenerse, consumiéndose como el cigarro que fumaba Min apoyada en frente de la ventana.

—¡No pienso ir a un centro de desintoxicación! ¡No soy una drogadicta!

—¡Vas a ir, por tu bien, por el de tu hermano y el mío! ¡Aprenderemos a ser una familia de una vez por todas!

5  A L i V EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora