CAPITULO 3 -GIMNASIO POKÉMON DE CIUDAD PLATEADA-

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DÍA 5 AFUERAS DE CIUDAD PLATEADA 9:00 AM

El bosque que rodeaba Ciudad Plateada despertaba bajo el tenue resplandor del sol matutino, que se filtraba a través de las densas copas de los árboles, creando un mosaico de luz y sombra sobre el musgo y las hojas del suelo, la neblina de la mañana aún yacía sobre el bosque como un velo etéreo, dotando al lugar de un aire místico y tranquilizador. Los primeros rayos del sol bailaban entre las ramas, iluminando delicadamente los senderos serpenteantes que atraviesan este santuario natural.

El canto de los Pokémon pájaro resonaba armoniosamente, acompañado por el susurro de las brisas que acarician las hojas, creando una sinfonía serena que celebra el inicio de un nuevo día. Aquí y allá, pequeños Pokémon de tipo Planta y Bicho emergían de sus escondites nocturnos, explorando el entorno revitalizado y jugueteando entre los arbustos cubiertos de rocío.

—BOLILLO, ACABA CON EL!— Gritó Zikora alzando su brazo izquierdo, no movía el derecho.

Cyndaquil, el cual esquivo un latigazo de Bulbasaur saltando hacía atrás, dio una vuelta en el aire y empezó a cargar un ataque en su boca.

—CYNDAQUIL!—Rugió Bolillo lanzando una llamarada impactando contra Bulbasaur, lanzándolo contra un árbol, rompiendo este.

—Bulbasaur, buena— Dijo un hombre con shorts y camisa de tirantes apuntando su pokebola a Bulbasaur.

—Bolillo acaba de aumentar a nivel 12+1— Dijo una voz dentro del casco.

—Estuviste genial, Bolillo— Dijo Zikora abrazando a Bolillo y devolviéndolo a su pokebola.

—No tengo pokécuartos, pero igual y esto te sirve— Comentó el hombre dándole una pokebola azul con líneas rojas y blanco.

—No lo hice por dinero, no podría aceptarlo— Dijo Zikora acercándose al hombre y regresándole la pokebola.

—Insisto, en los combates se hace así— Dijo el hombre acercándole la pokebola de nuevo.

—Está bien, pero acepta estas bayas, saben muy bien— Comentó Zikora sonriendo mientras le acercaba unas bayas Berry.


DÍA 5 LAGO DE CIUDAD PLATEADA 10:00 AM

El lago de Ciudad Plateada se extendía de manera serena y majestuosa, sus aguas cristalinas reflejaban el cielo azul de la mañana. Rodeado por la exuberante vegetación que caracteriza a la región, este cuerpo de agua se distinguía especialmente por las inusuales rosas gigantes que rodeaban al enorme lago. Los pétalos de estas flores, de un color que varía entre tonos suaves de rosa y vibrantes escarlatas, se mecían suavemente sobre el viento, creando un tapiz vivo que embellece aún más el paisaje.

En la orilla, sentada sobre una roca lisa y plana, se encontraba Zikora, absorta en la tranquilidad del lugar. La suave brisa de la mañana jugaba con su cabello, mientras ella, recordaba el lago de su pueblo, lago en el que todos los sábados lavaban la ropa. Dicha ambientación sumergía a Zikora en calma. Su mirada se perdía en el horizonte, contemplando cómo el sol ascendente bañaba todo el lago en una luz dorada, haciendo que las rosas gigantes brillen con un esplendor casi mágico.

—No vendría mal un nuevo aliado en esta aventura, el bosque está lleno de criaturas— comentó Zikora, su voz destilando una mezcla de anticipación y valentía, mientras observaba un dirigible surcar el cielo por encima de ella. Su mirada, cargada de curiosidad, seguía la silueta del objeto con interés.

—Es de esas ballenas voladoras enormes, te comen y te llevan de un lugar a otro, se ve más emocionante que peligroso... espero subirme pronto— Dijo Zikora fascinada.

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