CAPITULO 6 -SIMULACIÓN-

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DÍA 14 BAR EN EL BOSQUE A LAS AFUERAS DE CIUDAD CELESTE 9:00 AM

En la claridad matutina del amanecer, un bar rústico se alzaba serenamente entre los frondosos árboles a las afueras de Ciudad Celeste. La estructura del bar, construida principalmente de madera envejecida, se camuflaba con el entorno natural, proporcionando un refugio acogedor. Las ramas de los árboles circundantes se entrelazaban por encima del tejado, creando una bóveda natural que dejaba filtrar los primeros rayos del sol de la mañana.

El aire estaba impregnado del fresco aroma del bosque, mezclado con el sutil olor a madera y resina. El canto de los Pidgeys y el murmullo del follaje al viento ofrecían una banda sonora natural que complementaba el ambiente tranquilo del lugar. El camino de piedras que conducía al bar estaba rodeado de tierra y flores silvestres, junto a pequeños arbustos, contribuyendo al encanto pintoresco de la escena.

Dentro del bar, la atmósfera era cálida y acogedora. Las paredes de madera estaban adornadas con antiguas fotografías y recuerdos de entrenadores Pokémon que habían pasado por allí. Las mesas y sillas, también de madera robusta, estaban dispuestas de manera que cada cliente pudiera disfrutar de una vista hacia el bosque a través de las amplias ventanas. En el rincón, una chimenea de piedra todavía tenía brasas encendidas, proporcionando un ligero calor que combatía el fresco de la mañana.

—Zikora, dame 3 desayunos completos y 3 botellas de bubblegun de Lapras—dijo un hombre musculoso y tatuado. Mientras pasaba una nota por una ventanilla de madera, una mano limpia y femenina agarró la nota.

—Enseguida!—respondió Zikora con entusiasmo desde el otro lado de la ventanilla, mientras acercaba tres botellas de Bubblegun de Lapras. Su voz era alegre y cálida, reflejando su naturaleza extrovertida y amigable.

El hombre se acercó a una mesa en la cual estaban sentados tres jóvenes.

—Es la cuarta vez que los veo aquí esta semana. Me gustaría saber por qué—dijo el hombre musculoso en un tono alegre, mientras sacaba una libreta con su mano izquierda y sostenía un lápiz con la derecha.

—La comida—dijeron dos estudiantes al unísono.

—La cocinera... digo, la comida también—añadió otro estudiante, sonrojándose y sonriendo tímidamente.

—Zikora? Es una buena chica—comentó el hombre mientras tomaba notas. Su expresión reflejaba afecto y respeto por Zikora, reconociendo su esfuerzo y dedicación.

Zikora abrió el refrigerador y agarró inmediatamente chuletas de Lechonk y seis huevos de Pidgeot. La cocina era un espacio cálido y acogedor, lleno de aromas deliciosos y utensilios bien organizados. Los estantes estaban alineados con frascos de especias exóticas y hierbas frescas, recogidas de los mejores jardines de la región. El brillo de los utensilios de cocina reflejaba la dedicación y el cuidado que Zikora ponía en su trabajo.

Cerró el refrigerador y se acercó a la estufa, una robusta pieza de hierro fundido que había visto innumerables desayunos ser preparados.

—Infernus—Susurró Zikora., mientras abría la perilla de gas y acercaba su dedo a la parrilla superior, esta empezó a emanar fuego junto con su dedo, el dedo de Zikora momentos después se apagó.

Puso las chuletas en un sartén caliente, escuchando el chisporroteo que llenaba la habitación con un aroma tentador. Con movimientos precisos y eficientes, rompió los huevos y los vertió en otro sartén, donde comenzaron a cocinarse lentamente, formando pequeñas burbujas doradas.

Las paredes de la cocina estaban decoradas con azulejos coloridos, cada uno contando una pequeña historia de tradición y cultura. Un gran ventanal dejaba entrar la luz del sol de la mañana, iluminando el espacio y creando un ambiente lleno de vida y energía. En un rincón, una pequeña planta de bayas en una maceta daba un toque de frescura al ambiente.

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