Capítulo 3: Atracción Prohibida.

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Exhausto del largo camino que habían recorrido, Jisung al fin se dió la dicha de descansar un poco cuando por fin encontró un lugar que parecía algo alejado del conflicto.

Detrás de una colina, sentados sobre una roca, los chicos solo observaban su alrededor suspirando. El mayor de ellos tomó el pequeño bolso que cargaba Jeongin donde llevaba un poco de comida y buscó entre sus opciones sacando solo una pieza de pan, tenía claro que no sabía cuanto tiempo estaría vagando por ahí, así que necesitaba hacer rendir lo poco que tenían.

Partió la pieza por la mitad, compartiendo un pedazo con su compañerito, comenzaron a devorar su alimento, cuando algo interrumpió la paz mental de Jisung y se preguntó, ¿Por qué aquel militar lo dejaría ir sin problemas?... Ese momento de misericordia había dejado una marca indeleble en la memoria de Jisung. Mientras saboreaba el tenue sabor del pan, recordó el rostro del soldado, y en especial ese cambio de expresión, de una mirada pesada a una serena, con solo haber hecho contacto visual.

Salió de sus pensamientos cuando a lo lejos divisó una persona subiendo por la colina que los cubría, clavó su vista alerta viendo sus acciones, logrando ver como esa persona, después de llegar a la cima, rodó por la colina llegando casi inconsciente al suelo. Su necesidad por ir a auxiliarlo lo invadió, y después de pensarlo un par de veces, dejó sus cosas sobre la roca donde estaba sentado.

— Quédate aquí -dijo mientras ponía los bolsos cerca de su hermano-.

Jeongin iba a renegar, pero Jisung le repitió.

— Por favor Jeongin, hazme caso y quédate aquí, voy a regresar rápido, pero por favor no te vallas a ir de aquí, ¿Me entendiste? -ordenó tomándolo algo fuerte por los hombros, haciendo que lo mirara-.

El pequeño no tuvo más remedio que obedecer, y se quedó sentado aún comiendo su pedazo de pan, mientras esperaba que su hermano volviera.

Con un suspiro profundo, Jisung se armó de valor y se acercó lentamente al hombre que vió caer. Cada movimiento era un desafío, cada pensamiento un torbellino de miedo y determinación. Con el cuerpo tembloroso dió un último paso hasta quedar parado frente a él, observando el uniforme color verde olivo, dándose cuenta que era un militar, y no cualquiera, era precisamente aquel que había llegado a su mente minutos antes...

Acercándose un poco más, se asomó por encima de él, observándolo con detalle hasta ver como abría los ojos lentamente.

— Mmh... -se quejó el militar mientras parpadeaba varias veces-.

— ¿Se encuentra bien?... -dijo con voz dudosa-.

Minho escuchó una voz varonil que hizo que clavara su penetrante vista hacia la persona de la que provenía. Su mirada chocó con la serena mirada del contrario, y al instante lo recordó, jamás podría olvidar aquella inocente mirada que lo había hipnotizado en segundos...

En ese instante, el tiempo pareció detenerse para ellos, y el resto del mundo desapareció, dejándolos solos en su propio universo de conexión y romance. Sin palabras, sintieron una complicidad única, como si hubieran encontrado a alguien que comprendía cada parte de su ser. A medida que se acercaban, el corazón de ambos latía al unísono, como si estuvieran destinados a encontrarse en medio de la tragedia que estaba acabando con ambos países.

Jisung interrumpió aquella conexión cuando habló.

— ¿Puedo ayudarle con algo? -dijo con voz grave, manteniendo su porte firme-.

Minho quiso formular una respuesta, pero simplemente las palabras no salían de sus labios. Jisung al no obtener respuesta extendió su mano hacia el contrario, que después de observarlo unos segundos más, la tomó nervioso e intentó pararse, pero calló de nuevo al suelo.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora